Regreso a las Termas de Caracalla

Tiempo atrás los hombres iban al turco , como se abreviaba, para desintoxicarse sudando. Eso ya fue. Ahora se va a sitios más parecidos a las Termas de Caracalla, donde los romanos tenían un menú completo de servicios para lo que anglófilamente llamamos well being o wellness .

Hasta hace pocos años las curas de salud se brindaban cerca de fuentes termales prestigiosas, o en hoteles a todo lujo de la belle époque en Europa, tipo Muerte en Venecia . Sin hablar de la thalasoterapia en el Mar Negro, con sus barros mágicos. Ahora, sin negar el valor de las fuentes naturales -en nuestra Costa Atlántica o las surgentes en el Litoral-, se han instalado otras versiones en plena ciudad, los llamados spa de día, que aparecieron en los años ochenta. En Nueva York hay tantos que la revista Time Out le dedica un número especial todos los años. Lo mismo pasa en París, donde hasta Yves Saint Laurent tiene uno. Algunas marcas de cosmética poseen locales propios y, aunque al principio estaban limitados a las mujeres, por la demanda tuvieron que habilitar turnos para hombres.

En nuestro país, que no se pierde ninguna para estar al día, no se puede pensar en un hotel cinco estrellas sin spa. Y muy bueno. Incluso lugares pequeños, pero exclusivos tienen el suyo, como decidieron Robert Duvall y su esposa Luciana Pedraza en la Casa de los Jazmines, en Salta, que sólo tiene siete cuartos.

El repertorio se parece al antiguo de los romanos y de los griegos, que con Hipócrates ya hablaron de fisioterapia, tratamiento por naturaleza. Agua, mucha agua, porque la humedad es vida. Las legendarias enseñanzas con baños de vapor y masajes con aceites se han enriquecido con las vertientes orientales de velas fragantes, música envolvente, aromaterapias y piscinas especiales para gimnasia, con el plus de las dietas de autor. Los jugos de frutas y las manzanas verdes están incluidas sin cargo.

Por Horacio de Dios
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