
Dicen que la curiosidad mata al hombre. En mi caso, puedo decir que es verdad.
Camino a Necochea, con mi marido, descubrimos Arenas Verdes, un entorno muy natural -casi escondido de la costa- que combina playa, médanos forestados y bosque con aroma a eucaliptos, entre otras especies. ¿La sorpresa?, encontramos un pingüino en la orilla.
A simple vista, el ambiente podría parecer una postal similar a Cariló. Hileras de pinos, acacias y álamos nos dan la bienvenida y nos introducen hacia las dunas y el mar, fusión perfecta entre naturaleza y tranquilidad.
Playa desolada si las hay, sólo la presencia de un pingüino, recostado en la arena con miras hacia el mar. Al principio, encontrarlo fue toda una sorpresa y comenzamos a sacarle fotos. Después, observamos que el agua lo arrastraba, entonces creímos que estaba herido. Como buena samaritana y amante de los animales, me comuniqué con Prefectura para solicitar ayuda.
Allí me preguntaron si el animal se encontraba empetrolado o herido. Como mi respuesta fue negativa, me explicaron -muy amablemente- que los pingüinos acostumbran a descansar en la orilla, después de una larga casería. "Es la ley de la naturaleza", me dijeron y me agradecieron la llamada. Este pingüino se encontraba en buen estado físico y como quien gozara de un apetitoso almuerzo.
En Arenas Verdes es común la presencia de pingüinos, gaviotas, delfines y tal vez alguna que otra ballena en su camino hacia el Sur, algo que desconocíamos.
A sólo 470 km de Buenos Aires y sobre la ruta provincial Nº 88, que une Quequén-Necochea con Mar del Plata, se encuentra el balneario Arenas Verdes.
Según cuenta la historia, su nombre se debe a la espesa arboleda que acompaña a una vasta extensión de playas vírgenes, donde la arena espesa, los verdes médanos, el cálido mar y la paz por lo casi deshabitado (y/o poco conocido), caracterizan el lugar.
¿Qué actividades se pueden hacer? Practicar surf, sandboard, kayak y recorrer los arenales en cuatriciclo, andar en bicicleta por el bosque, leer recostado debajo de un árbol, caminar por la playa. También, este lugar cuenta con varias alternativas de hospedaje, como bungalow, dormís y cabañas, próximos al mar.
Es un paraíso calmo de estilo rural, elegido por los que aman la naturaleza en su estado puro. Destinado a las familias, parejas, amigos y muy recomendable, para aquellas personas que buscan desestresarse y salir del vértigo, que la Capital nos impone.
Manteen el secreto, Arenas Verdes es para descansar, dice un cartel en la playa. En nuestro caso, la curiosidad provocó un gran hallazgo.
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