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Respiro de historia y naturaleza en una capital en ebullición

Rodeada de parques, Greenwich tiene conexiones con la ciencia, el mar y el tiempo




GREENWICH.- Al sur de Londres, cuando el Támesis se ensancha y es más profundo, Greenwich (la pronunciación correcta es gren itch ) despeja el horizonte. Un paseo por aquí le da aire a esta capital en ebullición, con tantas ofertas y actividades que seguramente una mañana el viajero necesitará un respiro. Este es el lugar: queda cerca y tiene grandes conexiones con la ciencia, el mar, la realeza y el tiempo.
Ya desde el viaje se abre el panorama. Porque el tren que hay que tomar no es subterráneo: ni bien deja atrás la Torre de Londres, el Docklands Light Railway (DLR) ingresa en la zona de los docks, reciclada y con una explosión de marinas y lofts. For sale (en venta) y sold (vendido) son los anuncios que más se leen.
Alguna vez, el puerto de Londres fue el más grande del mundo. Para atender el gran volumen de comercio mundial, la solución era extenderse. Así, durante los siglos XVIII y XIX hubo una ola constructiva de docks, cada uno dedicado a un tipo de mercadería.
Aunque el rejuvenecimiento del área comenzó en 1980, la recesión de principios de la década del 90 frenó el desarrollo, y durante varios años la zona parecía abandonada. Pero hace rato que el pronóstico es optimista y la euforia arquitectónica tiene cuerda para rato.
A medida que el tren se interna hacia el sur, aparecen más y más grúas y carteles del tipo Disculpen las molestias, estamos trabajando para usted. Uno tiene la sensación de andar por una obra en construcción que nunca termina. Si hay un climax, sin duda es Canary Wharf. Parece que alrededor de la estación se estuviera cimentando el futuro de la ciudad. La torre Canary Warf tiene 244 metros -es la más alta de Londres- y fue diseñada, en 1991, por César Pelli. Hoy, los diarios The Telegraph e Independent tienen sus cuarteles allí.
Entre puentes futuristas, espacios verdes y antiguos galpones a los que todavía no les llegó el turno, el DLR llega a la estación Island Gardens, desde donde se puede explorar la orilla de enfrente antes de cruzar el Támesis por un antiguo túnel peatonal (de 400 metros), frío y muy húmedo, hacia Greenwich.
El Cutty Sark, que a pesar del nombre no tiene olor a alcohol, espera del otro lado, con el aplomo de un viejo lobo de mar. Este antiguo velero, botado en 1869, es el último sobreviviente de los barcos construidos a propósito del comercio de té con China. Por aquellos años estaba de moda entre las ladies y los lords de Inglaterra tomar té fresco, de la última cosecha de ser posible. Así, se construyeron los tea clippers , veleros diseñados para ser los más rápidos, que volaban por los mares hasta Shangai, cargaban la producción y volvían. La consigna era ser el más veloz y el Cutty Sark no tuvo rivales: batió todos los récords.
El nombre del barco, que por supuesto es femenino y los ingleses hablan de él como de una querida amiga, proviene de un poema de Robert Burns: cutty quiere decir corto y sark camisa; sería una especie de camisola usada por una bruja que persigue a Tam O´Shanter en el poema. El whisky vino después.
Cuando los dueños creían que habían alcanzado la gloria y el dinero se abrió el Canal de Suez y se les terminó el negocio. Porque los barcos de vapor también podían llegar al Lejano Oriente por medio del Mediterráneo. A partir de 1885, el destino del velero fue trasladar lana desde Australia.
Cuando uno lo aborda, pasea por cubierta y ve los inmensos mástiles y el timón con el nombre inscripto en bronce, se remonta a aquellos años de viajes por el mundo, imagina olas gigantes, tormentas y comidas básicas a medida que avanza por las cámaras, que cuentan la historia y contienen una exhibición de objetos originales, como sextantes, catalejos, una campana. Aunque no es de esa época, hasta se puede ver un marinero-muñeco que ronca en uno de los camarotes.
El velero tiene la colección de mascarones de proa más grande del mundo. Hay 60 figuras originales, talladas y pintadas, que fueron encontradas en lugares remotos, desde Malta hasta Cuba. Se destacan los mascarones de Abraham Lincoln, Florence Nightingale y Garibaldi.
Más de 14 millones de personas visitaron el Cutty Sark desde que, en 1957, su majestad lo abrió al público. Como si el encanto de estar a bordo hubiera pasado de boca en boca, por los años de los años.

Una cuestión de longitud

  • Un 30 por ciento de Londres son espacios verdes y el parque Greenwich es el más grande, con barrancas de pasto brillante y recién cortado, vistas hacia el antiguo Colegio Naval Real, algunas chimeneas en desuso y la controvertida panza blanca del Domo del Milenio. En la cima de una colina, el Observatorio Real, construido en 1675, tuvo un cometido: solucionar el problema de la longitud. En 1884 se resolvió que el meridiano que pasaba por Greenwich era el meridiano inicial de longitud. Así, el horario de los países ubicados al oeste de ese meridiano inicial está atrasado respecto de Greenwich. El de los que quedan al este, adelantado. Por ejemplo, la Argentina, cuenta su tiempo con cuatro horas de atraso.

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por Redacción OHLALÁ!

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