
Hay una expresión del norte argentino, una muletilla más bien, que siempre me maravilló. Es aquella ¿ has visto? que se intercala prácticamente en cualquier conversación, y que inviste la charla mundana de ciertos aires de refinamiento y sonoridad, acaso una rareza en este país.
Tampoco es fuiste, viste, llamaste , sino has ido, has visto, has llamado . Claro que también están los curiosos localismos del tipo nos hablemos (por nos hablamos ), nos juntemos el viernes en lugar de juntémonos el viernes , o lo hagamos en vez de hagámoslo (un lingüista me aseguró que esas expresiones no son incorrectas, pese a lo extrañas que puedan sonar para algunos, y me incluyo).
Además, los verbos en segunda persona se conjugan casi siempre como agudos: hacé lo que quierás en vez de hacé lo que quieras es un clásico.
En realidad, ejemplos de particularidades gramaticales sobran. Algunas incluso son divertidas, más allá de si están bien o no, como el a isé (ha de ser), el semuido (nos hemos ido), el vuá (voy a), entre muchísimas otras.
Menos simpáticas, por otro lado, resultan las pequeñas -o grandes- expresiones de rivalidad entre provincias, que salen a relucir apenas se pone un pie en la región.
Así, uno se entera pronto de que los tucumanos son ladrones, los santiagueños haraganes, los salteños opas, los jujeños yutos (algo así como cabecitas negras), y la lista sigue. Entre ellos dicen que este pica pica linda en realidad con lo humorístico, porque unos hacen bromas a costa de los otros, y viceversa.
El chaqueño Luis Landriscina, por ejemplo, ha sabido sacar provecho de estos cruces con cuentos famosos como el del tucumano que le decía al santiagueño que su provincia era más pobre que la suya porque ni siquiera tenían asfalto en las calles. A lo que el santiagueño respondía que sí tenían asfalto, sólo que lo tapaban con ripio para que no se lo robaran los tucumanos.
Los santiagueños también la ligan bastante con eso de que son vagos. Hay un chiste muy difundido, por ejemplo, que dice que en Santiago hubo un Partido Comunista, pero se fueron todos cuando vieron que la bandera tenía herramientas de trabajo.
Lo cierto es que del palazo no se salva ninguna provincia de la zona, y no pocas veces se deslizan tintes xenófobos disfrazados de humoradas. Los jujeños se quejan bastante de esto, de hecho. También acusan a Salta de promover la quebrada de Humahuaca como salteña (una conocida jujeña me aseguró haber visto alguna vez un folleto de Salta donde no existía el límite geográfico entre las provincias).
Tengo unos cuantos amigos del sur del país (Río Negro, Neuquén, Chubut) que me dicen que allá la cosa es distinta. Que tal vez porque sus provincias son más nuevas, o los territorios más extensos, las rivalidades con los vecinos son prácticamente inexistentes. Salvo con los chilenos, claro, pero ése es otro cantar. Y eso porque no hablamos de los porteños. Porque ahí, de Norte a Sur, están todos de acuerdo.
Publicado por Teresa Bausili / 22 de agosto de 2010 / 1.42 AM
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