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Rotenburgo invita con un trago triunfal

Cerca de Francfort, sobre el río Tauber, sus angostas calles de piedra conservan el estilo medieval como en pocos sitios de Europa




ROTENBURGO, Alemania.- Antes de planear un viaje a esta ciudad hay que estar seguro de no confundirse. ¿Por qué? Existen tres destinos con el mismo nombre en Alemania, pero esta ciudad se diferencia del resto porque su nombre completo es Rotenburgo sobre el río Tauber (Rothenburg ob der Tauber).
Llegar a la ciudad un día de invierno hace que uno se sienta dentro de la escenografía de una película norteamericana ambientada en la Edad Media, pero tanto los técnicos como los actores del film parecen haber desaparecido.
Para empezar, muy poca gente camina por la calle, varios negocios están cerrados y decenas de fachadas están en reparación. Claramente la época fuerte de turismo en Rotenburgo es el verano, aunque en el invierno también tiene su encanto.
Caminar por sus calles y ver los techos de teja con nieve o ver caer el sol a media tarde desde los jardines del castillo también tiene su magia.
Al recorrer la ciudad vieja llama la atención la prolijidad y el excelente estado de las fachadas y las iglesias. Cualquier ciudadano de Rotenburgo con que uno se encuentre se jacta de vivir en la ciudad alemana mejor conservada después de la guerra.
Autos tampoco recorren las callecitas empedradas, porque está prohibida la circulación dentro del área antigua. Por ese motivo, la recomendación es estacionar el coche fuera de la muralla, llevar zapatos cómodos y comenzar a caminar.
A partir de allí empieza el recorrido por las callecitas angostas y románticas hasta llegar a la plaza principal, donde se encuentra el Ayuntamiento; a su lado, la Casa de los Concejales, donde a las 11 de la mañana se puede ver dos figuras que se asoman desde la ventana y toman un vaso muy grande de vino, recordando la salvación de la ciudad por parte de los luteranos (El Trago Triunfal).

En fila india

Una caminata imperdible es recorrer Rotenburgo desde la muralla. Aunque subir los escalones y andar por los balconcitos pequeños no es nada fácil, más para la gente que padece vértigo.
Pero como todos los guías recomiendan, hay que mirar el paisaje y evitar concentrarse en la muralla o en el camino, porque uno se marea con facilidad.

Crimen y Navidad, dos temas de museo

Dos son los lugares que están de temporada todo el año en Rotenburgo: el Museo de la Navidad (Käthe Wohlfahrt) y el Museo del Crimen (Kriminalmuseum), de visita obligada para los turistas que deciden escoger a Rotenburgo como destino.
Mejor locación para el Museo de Navidad no podían haber encontrado los locales, ya que exacerba el espíritu mágico de la ciudad.
Al traspasar la puerta del museo, uno se siente en víspera de las fiestas, ya que tanto la música como el aroma a pino, canela y clavo de olor del lugar lo trasladan a uno inmediatamente a un 25 de diciembre de la infancia.
Lo mejor de la visita, aparte de recorrer los increíbles árboles de Navidad y ver los creativos adornos y pesebres, es encontrarse con la encargada del lugar.
Se trata de una mujer de porte muy alemán y no lejos de los 40, que cuenta la historia de este museo y de la Navidad con una pasión que sólo un chico que todavía cree en los Reyes Magos podría imitarla.

Una leyenda

Su historia preferida, broche de la visita, es contar cómo los dueños de Coca Cola transformaron a Papá Noel en el gordo barbudo que es hoy.
La mujer asegura que los dueños de esta empresa no vendían demasiadas gaseosas durante el invierno, entonces tomaron esta figura, que era flaca, lampiña y con cara adusta, y decidieron ponerle una panza grande, una barba larga blanca y cara de simpático, así la empresa podía vender más gaseosas.
Cuando llega la hora de recorrer el Museo del Crimen parece que el cuento mágico de Rotenburgo se termina, aunque cualquier historia para niños tiene sus rasgos tenebrosos.

Instrumentos de tortura

El Kriminalmuseum muestra, como ninguna otra colección en Europa, más de mil años de historia del derecho penal hasta el siglo XIX.
En sus cuatro pisos se exhiben instrumentos de tortura y fusilamiento que estremecen a los visitantes. Entre otras cosas, se puede ver decretos, las conocidas máscaras de la vergüenza, el cinturón de castidad y la silla de interrogatorios para los enjuiciamientos de las hechiceras.
En cada una de las salas, el visitante podrá enterarse de la historia, cuando no del nacimiento, de varios de los instrumentos usados para atormentar a los presos y a los herejes que, parece, pululaban en esa zona de Alemania.
Por algún motivo en particular, hace ya tres años se hizo famoso el caníbal de Rotenburgo, que seguramente habría visitado este museo en varias oportunidades. Es el único indicio de horror que rodea esta mágica ciudad.

Datos útiles

Cómo llegar

La empresa Lufthansa tiene vuelos diarios de Buenos Aires a Francfort.
La ciudad de Rotenburgo se encuentra a tan sólo una hora y media de auto o de tren del aeropuerto. Se recomienda el paseo en auto por una ruta espectacular, donde podrá disfrutar de varios pueblos medievales.

Hoteles

La ciudad combina hoteles de gran categoría con la calidez de las hosterías familiares.
Una habitación doble en el hotel más lujoso de Rotemburgo cuesta 239 euros.
En una hostería, con desayuno incluído, 35.

Gastronomia

Una comida en un restaurante de comida típica cuesta unos 18 euros por persona. No hay restaurantes ni bares que ofrezcan comida rápida.

En Internet

Fernando Gómez Dossena

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por Redacción OHLALÁ!

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