
Hace dos años recorrí Cancún, Playa del Carmen y las ruinas de Chichen Itzá, Palenque, Uxmal y Tulum. Pero me había llevado un pendiente: visitar las no tan renombradas ruinas de Cobá, muy cerquita de Tulum.
Un viaje providencial hizo que me encontrase en la Riviera Maya hace unas semanas. Inicié mi marcha por el sacbe (camino) que comunicaba distintos grupos de ruinas.
Me dejé impresionar por el templo de la iglesia apenas iniciado el recorrido, y por un pequeño pero muy cuidado juego de pelota.
Unos 400 m más adelante salieron al paso otras ruinas, pero sin causar en mí una honda impresión.
Entonces, varios metros más adelante, entré en una especie de descanso con sombra, que semejaba al preludio de la entrada de algo que buscaba impactar con su aparición.
Y allí estaba: Nohoch Mul, la pirámide más alta de la península de Yucatán, que con su gran escalinata invitaba a subirla para poder tener la visión verde de la espesura boscosa.
Contemplando su majestuosa presencia comprendí que mi esfuerzo de ese día había muy bien valido la pena.
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