

La gastronomía chipriota tomó prestados muchos de los sabores de la cocina griega, turca, armenia, libanesa, siria, italiana, francesa y en menor medida británica, pero les agregó características propias.
Nadie que visite la isla y disfrute sus platos podrá olvidar las aceitunas, las enormes papas o las naranjas que acompañan inevitablemente todas las comidas.
Una buena forma de probar todos los gustos de una sola vez es pedir meze. Traerán alrededor de 30 platitos con una gran variedad de preparaciones.
Primero llegarán las aceitunas negras y verdes, diferentes salsas para acompañar con pan y las ensaladas. Una de las salsas más tradicionales es la tzantziki, a base de yogur, pepino y menta. Otra es el humus, que es pasta de garbanzo con atún u otro pescado.
También habrá koupepia, arroz con carne envuelto en hojas de parra. Después el paladar disfrutará de pulpo, en vino tinto; caracoles en salsa de tomate; alcaparras, y coliflor. Tampoco faltará pollo, carne de cerdo y de cordero y diferentes variedades de pescado.
El halloumi, queso duro que generalmente se cocina a la parrilla, es imperdible.
Si no se dispone de mucho tiempo, se puede ordenar souvlakia con sheftalia, un sándwhich de pan de pitta relleno con carne de cerdo, chorizo y tomate.
En el momento del postre, las frutas frescas llegarán a la mesa.
Para finalizar, el café a la chipriota, similar al turco, puede ser gliki, si es dulce; metrio, intermedio, y sketo, amargo.
Para no marearse
Bingo, un joven y simpático gordito, de cuello rollizo y mirada pícara, muestra orgulloso una pequeña botella de vidrio llena hasta la mitad con zivania, el whisky chipriota.
"Cura todo, da buena salud y fuerza", comenta mientras bebe unos sorbos. Y aclara: "No más de un trago por día, esto es alcohol puro".
El zivania se hace con los sobrantes de las uvas fermentadas, una vez finalizada la destilación de vino, y acarrea un largo proceso de condensación y evaporación. Es una vieja receta local que se realiza en muchos pueblos de la isla. Los centros productores más importantes son Kalochorio y Zoopiyi.
Todo sirve, en una vasija de cobre - kazami - se colocan los restos de las uvas: semillas, tallos, cáscaras y se agrega agua, tapándola para que el vapor no se escape durante la evaporación. Después es cuestión de tiempo y paciencia; en ocho horas de proceso, y con una tonelada de uvas, sólo se consiguen llenar unas pocas botellas. Pero vale la pena esperar; un trago en una fría mañana de montaña es una buena recompensa.
La bebida también se frota en el cuerpo para calmar dolores musculares y golpes.
Para Bingo, su botellita es infaltable; la lleva siempre en la guantera de su 4x4. Para él, no hay nada que limpie mejor los vidrios de su todoterreno que un poco de zivania .
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