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San Pablo: la ciudad del vértigo

En momentos social y políticamente tensos, una vuelta diferente a la megaciudad brasileña en constante transformación, a un ritmo intimidante. Y con un alcalde al que señalan como "el Trump brasileño" y como "presidenciable"


El Centro de la jungla de concreto, con el edificio Copan y su forma de ondas, diseñado por Oscar Niemeyer

El Centro de la jungla de concreto, con el edificio Copan y su forma de ondas, diseñado por Oscar Niemeyer



Nadie conoce San Pablo. Nadie puede conocer realmente una ciudad con 22 millones de habitantes. Una de esas ciudades que son un país adentro de otro. Una Ciudad Alfa, según la clasificación de la socióloga Saskia Sassen para aquellas urbes cosmopolitas con una intensa cultura autóctona y una proyección directa y tangible a escala global. Como Londres, Nueva York, París y Tokio. Destino de negocios más que de placer, centro de tensiones políticas a la par que la capital, Brasilia, con una escena gastronómica y nocturna inabarcable y un tránsito imposible, sin remedio.
El extranjero que cree conocer San Pablo probablemente haya visitado una mínima porción de ciudad. Y lo que visitó, cuando vuelve lo encuentra cambiado. Los barrios se transforman aceleradamente. Los negocios abren y cierran, las modas pasan, la gentrificación llega, como en toda Ciudad Alfa.
Denis Chamas considera que conoce bien San Pablo.
Paulista de origen libanés, ejecutivo de marketing para una multinacional y DJ, prepara una lista con los diez lugares que no me puedo perder en la ciudad. Aunque estuve una docena de veces en San Pablo, no me suena ni uno. En el ranking figuran un restaurante en un container en Vila Madalena y la hamburguesería con onda del guitarrista de la legendaria banda hardcore Ratos de Porão. Empezamos la primera noche por el bar Mandibula. "Templo hispter", lo bautizó el diario Folha de São Paulo.

Una historia paulista

Bruno Bocchese conoce tan bien su San Pablo que empieza a aburrirse.
Creativo publicitario, renuncia a una agencia para cumplir el sueño de abrir un bar. Transita y registra todo el proceso en episodios vía redes sociales, desde la idea inicial hasta la búsqueda de la locación. Se genera tanta expectativa que la noche de la apertura, en 2015, el bar ya es un suceso.
Mandíbula ocupa un local escondido en el tercer piso de la galería comercial Metropole, en pleno Centro, hasta 2015 sólo visitada por sus descoloridas agencias de turismo y de cambio. El panorama menos hipster posible.
Pero el bar dio vuelta el paisaje. Ahora los pasillos grises son transitados por la crema del modernismo indie paulista y en los viejos locales empezaron a abrir tiendas de diseño y disquerías con vinilos. Como Setzer, donde se consiguen discos de Elvis Costello y The Smiths, además del librito infantil de Keith Richards traducido al portugués.
"No teníamos concepto. Como publicista, ya estaba cansado de pensar siempre en conceptos", dice Bruno en su propia barra, donde cada noche de la semana convoca una fiesta distinta, una banda en vivo o una sesión de karaoke alternativo.

De aprendiz a presidenciable

João Doria Junior conoce San Pablo y sabe cómo seducirla.
En octubre del año pasado ganó las elecciones para la alcaldía con el 53,4 por ciento de los votos. Señalarlo como "el Trump brasileño" ya es un lugar común. Hay más de una coincidencia fuerte: empresario exitoso, con avión y helicóptero propios, de personalidad? colorida, fue el conductor de la versión brasileña de El aprendiz, el mismo reality que hizo Trump, en el que su gag era despedir a los concursantes-aspirantes a hombres de negocios.
La Avenida Paulista, según Agostinho Batista de Freitas, en 1955, parte de una gran muestra temática en el MASP

La Avenida Paulista, según Agostinho Batista de Freitas, en 1955, parte de una gran muestra temática en el MASP

El otro lugar común, cada vez con más fundamento, es señalar al prefeito como "presidenciable", particularmente a partir de los escándalos políticos de las últimas horas y los recelos que genera en algunos el posible regreso de Lula a la arena. Un sector importante de la poderosa iglesia evangelista brasileña acaba de expresar su apoyo a Doria.
Conocido por su revista Caviar Lifestyle y sus libros de autoayuda para imponerse en el ecosistema capitalista, o Doria arrancó la gestión con una serie de puestas en escena extravagantes y polémicas. Salió con una escoba (y un equipo de filmación) para barrer las calles y se puso un mameluco municipal naranja para limpiar los grafiti bajo un puente del centro. San Pablo es una de las Ciudades Alfa donde el grafiti se consagra claramente como expresión artística, pero Doria parece decidido a combatirlo en todas sus formas, inmune a la creciente indignación de los defensores del arte urbano.
A Doria no le gusta Mandibula. "La gente que trabajó para darle onda otra vez al Centro no está alineada con sus ideas y Doria tampoco los ve a ellos dentro de su modelo de ciudad -dice un habitué-. Hace dos semanas, mandó a 200 efectivos a clausurar todos los bares desde la plaza Roosevelt hasta la galería Metropole. La excusa fue el límite legal de ruido, pero el operativo fue más que nada intimidatorio."
Trump y Doria, el alcalde de San Pablo, en las tapas de las revistas

Trump y Doria, el alcalde de San Pablo, en las tapas de las revistas

Virada cultural

Bruno Lancellotti conoce la música de San Pablo.
Productor de conciertos, ahora cierra los últimos detalles para la Virada Cultural. el gran evento anual en el que la música y otros espectáculos toman por 24 horas las calles paulistas. Inspirada en la Nuit Blanche francesa, organizada por el gobierno municipal, tiene un programa con decenas de shows gratuitos de rock, samba, jazz, hip hop, forro y mucho más, al aire libre, en plazas, centros culturales y teatros.
"La idea es que la cultura se apropie del espacio público", cuenta Bruno durante un raro momento de relax antes del evento. Estamos en Casa Do Porco (puesto número cuatro en la lista de imperdibles de Denis Chamas), un restaurante paulista donde es difícil conseguir mesa. Está en el Centro, muy cerca del bar Mandíbula y también del Copan, el edificio-ícono diseñado por Oscar Niemeyer, con su característica planta en forma de onda, la construcción residencial más grande de América latina. Tiene 1160 departamentos, 70 tiendas y un templo evangélico en la planta baja.
La carta de Casa Do Porco está armada exclusivamente con cerdo, desde sushi (!) hasta ramen porcinos, entre chuletas y chicharrones. Incluso la cerveza tiene un cerdito en la etiqueta (es cerveza IPA: "Increiveis Porcos Alegres").
Hasta no hace mucho, más que de restaurantes de moda el Centro era un polo de actividades ilegales nada recomendable después de las 18. Pero las cosas cambian muy seguido en San Pablo.

El cocinero punk

Giovano Manetti conoce el gusto de los paulistas.
Está al mando de la cocina y el fogón de Cozinha 212, puesto número seis en la lista de DJ Denis, infaltable entre las recomendaciones de muchos otros expertos. Con su carta de carne a la parrilla y mariscos (y un notable pulpo) es la nueva estrella del circuito gastronómico de la Rua dos Pinheiros, donde se puede cenar por unos 500 pesos argentinos. Aunque Manetti y todos sus entrenadísimos compañeros de la cocina y del salón parezcan los integrantes de una banda punk (formada por estudiantes de una escuela de restauración suiza). Tatuajes, piercings, gorras de Black Flag y excelente servicio son tendencia en la escena gastronómica paulista, que hoy parece una anexo del mundillo rockero.

La avenida que no para

MASP, el principal museo de arte de San Pablo

MASP, el principal museo de arte de San Pablo

La avenida Paulista es un símbolo de San Pablo. No es tan extensa, recorre 2800 metros, pero desde su trazado hace más de 120 años, se convirtió en un eje fundamental. En la primera mitad del siglo XX, con las mansiones de los barones del café y las burguesía inmigrante enriquecida y los parques de inspiración europea. En las últimas décadas, con los rascacielos que reemplazaron aquellas mansiones en el corazón económico de la ciudad, de Brasil y de América latina. Y recientemente, como escenario de las celebraciones populares y de las protestas más ruidosas, con un punto de inflexión en las marchas multitudinarias por el transporte público del Movimento Passe Livre en 2013. Por los acontecimientos políticos de último momento, es de esperar que la Paulista vuelva a ser sede de protestas en estos días.
Organizada o casual, de festejo o en pie de guerra, con trajes importados o con harapos, siempre hay gente en la ancha avenida. La Paulista es la expresión de una ciudad imparable.
Si la Paulista es un símbolo de San Pablo, el MASP es un símbolo de la Paulista y la institución insignia de esta ciudad con una vida cultural impresionante. Otros destacados en el circuito (o los circuitos) son la notable Pinacoteca (con su gran colección de arte brasileño), los pabellones y sobre todo el auditorio del Parque Ibirapuera (otro Niemeyer auténtico), el fundamental Museo de la Lengua Portuguesa, en la recuperada Estação Luz.
El MASP, que parece suspendido en el aire, con una planta inferior totalmente libre y una especie de marco colorado, celebra por estos días setenta años (de la institución; el edificio actual se inauguró en 1968). Lo hace con una gran muestra de obras inspiradas en su avenida, que se puede ver hasta el próximo domingo.
Fotografías, videos, instalaciones y pinturas, algunas de colección, otras comisionadas especialmente, para representar el ecosistema del asfalto en el que conviven las torres corporativas con el comercio informal, las instituciones culturales y el arte callejero más irreverente. Los extremos del poder y la marginalidad. Muy San Pablo.

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por Redacción OHLALÁ!

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