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Santa Cándida, criolla de pura cepa

A un paso de Concepción del Uruguay, el imponente palacio de estilo toscano, que fue residencia temporaria de Urquiza y es actualmente monumento histórico nacional, ofrece los atributos de un moderno confort a sus huéspedes, con piscina, tenis, caballos, carruajes, kayaks y golf muy cerca.




H ospedarse en el palacio Santa Cándida significa no sólo sentar reales en la primera hotelería de campo abierta al turismo en la Argentina (1981), sino hacerlo en un monumento histórico nacional que data de 1847 y fue sede temporaria y administración del gran saladero del capitán general Justo José de Urquiza, primer presidente constitucional argentino.
Hacerlo también permite gozar de un palacio al estilo toscano, de antigua y suntuosa decoración -con servicio personalizado y comida elaborada-. Cuenta con dos plantas y una torreta desde la que se vigilaba el río Uruguay, casi en el rincón que forma el arroyo de La China al desembocar, ahora caudaloso por las crecientes litoraleñas.
Es decir que es una de las pocas estancias que tiene, además del acceso típico de caminos de tierra o entoscados, otra entrada por lancha, si se usa la ruta fluvial abierta y que en el pasado se dirigía desde allí a Europa con cargueros rebosantes de cueros, carnes saladas y enlatadas. Para entonces, la estancia tenía cincuenta y cinco mil hectáreas, de las que quedaron solamente 50, con un parque -30 hectáreas- que diseñó Charles Thays, el exquisito paisajista francés.
Las aguas treparon -hasta hace una semana atrás- un poco más allá de la margen habitual del arroyo, y ahora algunas de las estatuas del parque ribereño se reflejan en el agua que las rodea.
El paisaje ganó en esplendor, pero el agua desmejoró temporariamente el acceso por tierra, que es más corto.

En defensa del pasado

Dos grandes hojas de hierro forjado dan acceso a una recta avenida arbolada con tipas, que desemboca en el contrafrente del palacio -bifrontal- y sus 3500 metros cuadrados de salones y dormitorios.
El verdadero frente da al arroyo, con una glorieta ideal para los almuerzos veraniegos, a un paso de la piscina. Hay también una cancha de tenis, caballos y carruajes disponibles. Pero son los deportes náuticos -en bote, en kayaks, o aun en un pequeño catamarán- con los que se puede emprender un paseo fascinante.
Los apasionados por el golf no deben desesperar, ya que tienen 9 hoyos en igual cantidad de kilómetros.
Las salas lucen suntuosas y los dormitorios, con baño privado, tienen detalles de época. Restauración que se debe al último nieto de Urquiza, Francisco Sáenz Valiente y Urquiza, fallecido un año atrás, que compró el palacio. Su viuda, Helena Zimmermann, enfrenta la responsabilidad de mantener activo semejante tesoro.

Magnifica decoración

El aporte de los espejos gigantes que pertenecieron a la comediante Sarah Bernhardt, que enfrentan al piso que fue del Real Colegio de San Carlos y que el propio Urquiza rescató en Buenos Aires, sólo son algunos de los elementos decorativos que engalanan el palacio, vigilado desde los cuadros y retratos por personajes ceñudos.
Cenar en el gran comedor, con vajilla inglesa y servicio a regla total, resulta un privilegio que ensalza aún más la música barroca o clásica que suele ambientar el momento.
Cuando se evoca el pasado resulta difícil imaginar el trajín del saladero, que se consideró el mejor de América del Sur. Menos fácil aún resultaría reproducir el eclipse que en el lugar significó la muerte del caudillo entrerriano, acaecida cruentamente en el Palacio San José, a 25 kilómetros de Santa Cándida: tres meses después del episodio, el 12 de julio de 1870, Concepción del Uruguay fue atacada por las tropas jordanistas.
Quienes resistieron lo hicieron desde la torre del Colegio Nacional, pero muchos pobladores amedrentados buscaron refugio en Santa Cándida.
Francisco N. Juárez

Historia de un pionero

El arte asoma al paso
Con la consigna paisaje, historia y tranquilidad, Francisco Sáenz Valiente y Urquiza promovió el turismo de estancias.
F ue el último nieto de Urquiza y el primero que en la Argentina abrió la tranquera al turismo. Francisco Sáenz Valiente y Urquiza, estanciero, deportista, cultivador, industrial y editor de un diario (La Calle, de Concepción del Uruguay, Entre Ríos), murió hace dos veranos en Punta del Este. Nació el 19 de noviembre de 1906 y su madre, Teresa Urquiza, fue la hija menor del prócer: tenía 3 años cuando el 11 de abril de 1870 al héroe de Caseros le fueron asestadas cinco mortales puñaladas, tras los disparos que gatilló la horda jordanista que invadió ese día el Palacio San José. La empuñadura la impulsó el cetrino Nicodemes Coronel, mayordomo uruguayo de la estancia San Pedro, una vastedad también del general, que hace poco tiempo se sumó al turismo de estancias.
Teresa Urquiza se casó con el marino Juan Pablo Sáenz Valiente, de manera que en una entrevista de octubre de 1996, el hijo de ambos, Francisco, pudo enorgullecerse así: "Soy el único nieto vivo del presidente Urquiza, hijo del almirante Sáenz Valiente, y sobrino y ahijado del general Luis María Campos".
Admirador acérrimo de su abuelo, resultó el descubridor de los restos del general, que terminó por ubicar en una bóveda de la basílica de la Inmaculada Concepción. Desde 1967, en un mausoleo inspirado en la tumba de Napoleón ubicado en el templo mayor que el propio Urquiza mandó a construir e inauguró como presidente de la Confederación Argentina. Los fervores de Sáenz Valiente lo llevaron a comprar Santa Cándida.
"Era la administración del saladero de mi abuelo y estaba en malas condiciones cuando lo compré: llovía más adentro que afuera. Pasé diez años arreglándolo, hasta que en 1981 quedó habilitado para los turistas. Lo puse bajo mi lema, paisaje, historia y tranquilidad; pero me gusta -decía entonces Francisco Sáenz Valiente- que en el palacio Santa Cándida se hospede gente que sabe apreciar lo que ve." Por ejemplo, el piso de mármol de la entrada que perteneció al Colegio San Carlos -"mi abuelo compró la demolición"-, o dos inmensos espejos de tres metros y medio que maravillan a la entrada y que "pertenecieron a Sarah Bernhardt", la célebre actriz de la Comedia Francesa. También un copón de cristal de roca que Isabel II de España e hija de Fernando VII obsequió al general y la fidelidad del nieto recuperó. Es su generoso legado.
Datos útiles
Reservas
802-9364
Estancia: 0442-22188
A Buenos Aires: 300 kilómetros
A San José: 25 kilómetros
Habitaciones: 7 con baño privado
Capacidad: 22 hospedados
Departamento: 1 con 2 habitaciones y baño
Tarifa: con media pensión, base doble, 110 pesos
Descuentos: menores, 30 y 50 por ciento
Mesa tendida
Con buen tiempo, desayunos en la terraza frontal y almuerzos en la glorieta junto a la piscina. Cenas en el gran comedor, con buena vajilla. Entradas: mousse de atún con ensalada Waldorf; arrollados de palta y torres de panqueques. Platos centrales: lomo al estragón con papa dauphine; pollo al champignon con guarnición de crema de choclo y cerdo ahumado con papas a la crema. Postres: rogel, lemon pie, mousse de chocolate o de limón, y cremas heladas con salsa tibia de frambuesas.
Cómo llegar
En avioneta o aerotaxi hasta el aeroclub Concepción del Uruguay o hasta la ciudad en ómnibus (hay taxis y remises hasta la estancia). En automóvil desde Buenos Aires por la ruta Panamericana, ramal ruta nacional 9 con peaje (1,30 peso), hasta el complejo ferrovial Zárate-Brazo Grande (con peaje a 2,80 pesos) y luego ruta nacional 12 hasta Ceibas, que sigue como ruta nacional 14 con otro peaje (3,80 pesos) en Colonia Elía, a 100 kilómetros de Ceibas. Veintiséis kilómetros más adelante está la ruta provincial 39 y el acceso a Concepción del Uruguay, el que se sigue hasta el cartel indicador de la estancia, que obliga a un desvío a la derecha hasta cruzar el arroyo de La China y luego girar a la izquierda (hay indicación). Si el arroyo se desborda (como sucedió con las últimas crecientes) hay que hacer un rodeo mayor, o bien comunicarse telefónicamente para recibir instrucciones y llegar en lancha.

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por Redacción OHLALÁ!


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