
En la estancia Santa Rita, todo parece pensado para que los huéspedes revivan una experiencia de otra época. Es un enclave campestre en Punta Indio, a 700 metros del Río de la Plata y sólo 90 km de la ciudad de La Plata, capital de Buenos Aires.
El acceso es por el km 150 de la ruta 11. Entre el cielo abierto y un camino de conchillas, escoltado por talas, coronillos y sombras del toro, el viajero recorre el Parque Costero del Sur que, desde 1984, integra el programa Hombre y Biosfera de la Unesco y constituye una reserva mundial.
Ya se siente el aire campestre. Un letrero de madera anuncia la llegada a la estancia Santa Rita. A la izquierda, una modesta capilla rural, la única de Punta Indio, que en la misa del sábado se llena con los cantos y oraciones de los devotos del pueblo. Una alameda de plátanos centenarios conduce al conjunto de edificios que integran la estancia: el viejo stud que alberga dormies con cinco camas, tres edificios con cuartos de huéspedes, el restaurante, el quincho, un salón de fiestas, el viejo comedor que hoy es galpón de herramientas, y el casco.
La estancia fue propiedad de Carlos Casares, que fue gobernador de la provincia entre 1875 y 1878, y varias veces presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires.
Pasadizo secreto
Casares exportaba cueros y criaba caballos pura sangre, oficios y aficiones que le dieron sin duda un buen pasar. Se intuye al recorrer el casco de la estancia, donde tanto él como su esposa, Josefa Martínez de Hoz y Fernández de Agüero, dormían en cuartos separados (el de ella, además, tenía un pasadizo secreto) y se bañaban con agua caliente, gracias a una caldera inglesa. Un signo de refinamiento en una Argentina aún convulsionada por las campañas al Desierto.
El casco funciona como centro de interpretación y museo. Con archivos y una colección de objetos se reconstruye el pasado colonial, la tradición gauchesca (la ceremonia del mate, la vestimenta, las faenas del campo) y un rincón paleontológico con piezas halladas en excavaciones (astas de buey, calderos, bochas, huesos, etcétera). Una placa recuerda que Casares murió aquí mismo, en 1883, y el predio, que pertenece desde 1960 al Episcopado de la Ciudad de Buenos Aires, fue solar de descanso de varios cardenales y retiro de seminaristas.
En un tiempo la estancia tuvo 80 hectáreas, hoy conserva siete. El tala es el árbol estrella del lugar, cuya poda, uso y comercialización está prohibida por ley desde 1937, "porque tarda 150 años en alcanzar 10 metros de altura y genera ozono en el ambiente", explica Diego Castagnaro, kinesiólogo, profesor universitario y coordinador de la estancia.
Hace apenas un año, él y sus dos socios obtuvieron una concesión del predio y están muy orgullosos de su proyecto. Sobre todo, porque lo encararon como un emprendimiento comunitario de Punta Indio: "Entre otros, Rosita amasa los pastelitos, la panadería La Estrella hace el pan casero y Ruth prepara dulces, licores y artesanías. Tanto ellos como muchos otros tienen aquí una fuente de trabajo".
En verano, la ribera de Punta Indio se transforma en un parador donde funciona Adictos al Viento, una escuela de windsurf y actividades acuáticas.
Datos útiles
Cómo llegar
Por la ruta 11 hasta Punta Indio (asfaltada hasta Magdalena) o por la 36 hasta Verónica (a 25 km de Punta Indio). La estancia está a 90 km de La Plata.
Cuánto cuesta
$ 40 la noche por persona, con 4 comidas. Un almuerzo casero (10). Informes: (0221) 490-246/490-236; www.estanciasantarita.com
Mónica Martin
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