Santa Rita es estanciera

Las estancias que abrieron al público sus puertas, con el agregado de la gracia de las sierras, son capaces de satisfacer las más disímiles expectativas. Ideales para pasar unos auténticos días de campo, tienen en común la atención personalizada por parte de sus dueños. Cada una en su estilo, con el esplendor de sus antiguos cascos, Santa Rita tiene lo suyo, a 45 kilómetros de la capital cordobesa, próxima a la localidad de Despeñaderos. Por lo pronto, el sendero arbolado que conduce a la mansión colonial da la sensación de un ingreso triunfal.

Con calidez y esmero, Mónica Lacroze, dueña de la estancia, da la bienvenida a los huéspedes a la sombra de la galería, con vista a las sierras.

El alojamiento es a todo confort, en la casa de 150 años, magníficamente restaurada. Además, existe la posibilidad de respirar el aire puro que se dispersa en las 30 hectáreas de parque que la rodean, con avenidas de añosos y tupidos plátanos, paraísos, cedros y algarrobos. Los pájaros ensordecen con sus trinos. Todo especial para bucólicos. Como elementos extra del paisaje, el río Los Molinos y el Anizacate surcan el establecimiento, que dispone de una capilla.

El lugar es un buen punto de partida para la caza de palomas, atractivo de los extranjeros, visitantes más habituales que los argentinos. Elegancia y tradición se conjugan en la historia de la estancia. A los relatos de Mónica se suman las anécdotas de su marido, Atilio Viale del Carril sobre su pasión por el automovilismo. Da la sensación de estar en un lugar íntimo y privado, acompañado de los servicios de un gran hotel.

Se ingresa a la casa que reparte espacios interiores, en un cómodo y holgado living con chimenea, comedor y sala de juegos, además de los siete dormitorios que dan sobre una galería con canteros floridos. Tiene capacidad para 14 personas y su decoración está en un todo de acuerdo con el estilo señorial del lugar.

Un paseo al aire libre o un chapuzón en la pileta -si la época es propicia- y ya está listo el almuerzo. El asado en el quincho -incluido lechón a la parrilla- es el plato de rigor, aunque no se excluyen pastas caseras, carré de cerdo con puré de manzana y pollo a la naranja con miel. Si es tiempo de caza, la carne de paloma está entre los platos. Las excelencias gourmet son resueltas magistralmente. Mónica se preocupa por la cocina bien hecha, refinada aun en las expresiones más simples.

Los postres también son para paladares exigentes: mousse de chocolate o dulce de leche, flan casero, budín del cielo, torrejas de dulce de leche o frambuesa. Un rato para la sobremesa y luego ir a galopar a campo traviesa.

A la hora del té, abundan los manjares.

Por la noche, las sobremesas, si tiene suerte, pueden estar acompañadas por el piano en manos de Atilio y su voz. Otras opciones entre las muchas y distintas de Santa Rita son jugar al tenis, al fútbol y a las bochas. Una cancha de golf espera a 20 minutos de la estancia, en Alta Gracia.

Para esta clase propuestas, la media pensión cuesta 150 pesos por persona y la pensión completa, 250.

Las reservas se realizan por el 4393-8018, y (03547) 492057.
e-mail: santarita@arnet.com.ar

De la Redacción de La Nación
Por Julio Aguirre Chaneton