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Sarmiento enseña el camino para ir al Delta

Los pasos del prócer se pueden seguir en casas y museos




El silencio interisleño, la vastedad de las travesías en carruaje, pero también el bullicio de las salas de juego y romances atrajeron a Domingo Faustino Sarmiento. Visitar los lugares cercanos a Buenos Aires, donde el gran sanjuanino experimentó esas sensaciones, rescata memoria e identidad.
Aunque el turismo histórico es todavía una tímida propuesta de cabotaje que no termina de implementarse, los viajeros empedernidos pueden experimentarlo a capricho de sus propias predilecciones.
También es un modo práctico de evocar el pasado sin necesidad de recurrir a los libros de historia.
Proponerse rendir homenaje al prócer por medio de itinerarios que acostumbró desandar en las cercanías bonaerenses, es un descubrimiento revelador y apropiado al septiembre sarmientino .
No sólo porque el próximo 11 se cumplen 113 años de su desaparición; el 8 de septiembre de 1855, aún joven y polémico, plantó mimbres en plena Primera Sección del delta del Paraná: los brotes traídos de su exilio en Chile derivaron en una industria artesanal.
Aquella vez, Sarmiento rogó a los presentes que fueran testigos de ese primer mimbre "que fecundará en el limo del ParanáÉ un elemento de riqueza para los que lo cultiven con el amor que yo le tengo".

Tres casas de palafitos

Tuvo tres casas en el Delta elevadas con troncos (palafitos) para sobrevivir a las inundaciones. Las dos más cercanas a Tigre fueron la que habitó sobre el río Carapachay y otra que -reciclada y bajo un templete transparente- hoy se visita sin cargo y como museo sobre el río Sarmiento (de miércoles a domingos, de 10 a 18, y traslados en lancha colectivo de Interisleña desde la Estación Fluvial Tigre).
La casa mantiene su piso original de pino tea -se asegura que fue construida tres años después de Caseros- y se reciclaron sus muros.
Tiene muebles reliquia de su dueño que usó en otros edificios, entre ellos el escritorio donde descargó puñetes impacientes como primer presidente del Consejo Nacional de Educación.
Amó tanto a esa región fluvial y silvestre que los ingleses le obsequiaron una embarcación (se llamó Talita) para recorrerla con la intensidad que merecía.
Pero una versión sostiene que transfirió Talita a la Armada (parte de la cadena de su anclaje está en el Museo de la Reconquista de Tigre).
Claro que en tierra firme, Sarmiento -que al parecer no fue ajeno al atractivo juego de apuestas- solía entretenerse en una sala de suertes diversas desaparecida a orillas del Luján, casi en la desembocadura del Reconquista.
Con igual propósito, el ex presidente se hospedó hacia 1860 en lo que fue un hotel de Capilla del Señor -esquina de Mitre y Estrada coronada con un enverjado mirador- además de usar las estancias de unitarios como hospedaje durante las travesías en carruaje.
Una de ellas fue La Rica, que permanece como casco de turismo rural en las cercanías de Chivilcoy.

El sanjuanino en Zárate

Quinta Jovita es una casona en pie en Ituzaingó 278 esquina Alsina (antes Latorre) de Zárate, que Sarmiento frecuentó durante el breve tiempo que vivió en el solar de frutales de Francisco Marticorena de la calle Buenos Aires (hoy Chacabuco) entre las de General Paz y Bolívar, desde 1884 hasta 1886.

Con sus nietas

Se puede rehacer la caminata que ya anciano emprendía con sus nietas Elena y Eugenia Belín Sarmiento, pasaba por Quinta Jovita y por la vereda de ladrillones -que aún sobreviven- bajaba la barranca hasta el arsenal naval que había fundado.
Quinta Jovita es hoy museo y fue erigida en 1870 por José Manuel de la Torre y Soler, primer procurador del lugar y dos veces intendente (la última en 1881).
Don Domingo caminaba con dificultad, pero allí acudía de visita, para tomar agua del pozo que aún existe (se dice que en los fondos hubo un reñidero de gallos). Su bastón de entonces lo obsequió al dueño de casa y hoy luce en una vitrina.
Los turistas que cruzan desde Zárate el puente sobre el Paraná de las Palmas tienen acceso, ya en la isla Talavera, al recreo Las Tejas.
La gran extensión ribereña mantiene intacta la chimenea de la fábrica de tejas y ladrillos que Sarmiento bautizó como Las Tullerías e inauguró el 30 de diciembre de 1884.

Otra morada

En la misma isla construía una casa que un diario de la época describió como "mayor que la que tuvo en Carapachay y que está arreglando de manera de hacerla una residencia aceptable para gentes de gusto.
"La mansión Sarmiento tiene edificios de material y de madera, baños y paseos."
Pero no gozó mucho tiempo de ese paraíso tan particular que nadie precisa con exactitud en qué lugar de la isla se erigió.
Aunque la casilla -que habría construido el vecino Antonio Mascheroni- fue trasladada hasta un terreno de 3 de Febrero y Suipacha, también de Zárate, que habría pertenecido al ex presidente, y en donde la casilla sobrevivió hasta 1938.
Francisco N. Juárez

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por Redacción OHLALÁ!


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