

Las percepciones de un vuelo varían según la clase donde se viaje, sin duda. Una es la mirada desde Primera; otra, la de Business; es diferente desde Turista?, ¿pero se ha puesto a ver el avión desde el galley? No se trata de una nueva sección dentro de la cabina, sino del espacio donde se almacena y dispone de los alimentos y las bebidas para su distribución entre los pasajeros durante el vuelo.
Por eso es también un lugar de intenso trabajo de la tripulación y, durante los breves momentos de descanso que les ofrece la travesía, un ámbito ideal para el intercambio de información y, por qué no, de cotilleo. "No le des importancia, cuando tiene miedo a volar hay gente que se pone insolente." "Es su primer vuelo, no necesita decírmelo." "Hay muchos que llegan a casa después de un viaje de trabajo, advirtamos que no se levanten antes de que el avión detenga su marcha." "Está muy nervioso, controlemos que no se ponga violento." Comentarios por el estilo se oyen si uno puede demorarse en ese pequeño módulo que separa las clases o está en la cola del avión. Desde el galley parece no haber secretos.
Perspicaz y atento
La observación aguda de tripulantes perspicaces y experimentados puede arrojar a veces un sorprendente mapa antropológico del pasaje. Es muy curioso el perfil de un tripulante de cabina. Tiene la rara función de ser atento, servicial, eficiente y puntual en sus tareas, y además, capaz de salvarnos la vida si fuera necesario. Su intervención, con sólo un gesto, puede echar abajo como un castillo de naipes la buena impresión que causa un asiento mullido, selectos manjares y un dineral en tecnología e ingeniería aeronáutica. Pero, de la misma manera, está en sus manos diluir, desdibujar, casi hacer desaparecer las molestias tradicionales o las inesperadas de un vuelo. Y en ese caso, pueden no necesitar más que un gesto.
Al repasar los orígenes de la aviación comerical, encontramos que los tripulantes eran únicamente hombres cuando, en 1926, los primeros empleados se incorporaron a ciertos aviones grandes para la atención en vuelo. En la Depresión de 1930 en los Estados Unidos, fueron contratadas enfermeras matriculadas para atender el servicio de los pasajeros a bordo, ya que las naves adquirían cada vez más autonomía y los viajes se hacían más largos.
Diagnósticos, conclusiones
Las azafatas trajeron un gran alboroto en la comunidad aeronáutica y la resistencia de sus compañeros de viaje, los pilotos; tanto que hasta 1968 debían ser solteras y sin hijos. Hoy los tripulantes de cabina reciben más de 300 horas de cursos teóricos antes de comenzar sus funciones. Para entonces, conocen datos técnicos de los equipos, información básica de meteorología, primeros auxilios, idiomas, entrenamiento para todo tipo de emergencias y algo de gestión de recursos humanos, de manera de poder interactuar como equipo allí donde no hay margen para el error.
También reciben nociones de psicología, pero nadie diría que son los libros la principal fuente de conocimiento de donde extraen los diagnósticos y las conclusiones cuando se enfrentan al batallón de apoltronados y ansiosos pasajeros. En algunos de ellos conviven un don natural y la suma de muchas horas de vuelo. Si esa combinación llegara a tocarle en su próximo viaje, sepa que desde que lo saludan en la puerta del avión, sacan una fotografía de su alma.
Por Encarnación Ezcurra
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