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Seis letras definen a un legionario de Bariloche

El Hotel Llao Llao está al norte del estilo y el confort




SAN CARLOS DE BARILOCHE.- A cada paso, la madera se queja bajo las gruesas alfombras. Del techo altísimo penden exóticas arañas de astas de ciervo. Hay floreros con rosas frescas, sillones de mimbre o tapizados en cuero. Los detalles de artesanías, platería y obras de arte decoran cada rincón, dándole al conjunto un tono señorial, pero cálido. Esa es la primera impresión que se lleva quien traspasa las puertas del Llao Llao. Un hotel cuyo aspecto majestuoso e inconfudible es uno de los mejores del país. El paso siguiente será comprobar que este lugar legendario se parece y mucho a las fantasías que despierta.
El viaje desde el aeropuerto local hasta el hotel unos 40 minutos en auto. No importa cuánto stress se traiga en la valija: mientras el camino serpentea entre lagos y bosques, la naturaleza hará su trabajo para que uno llegue a destino con otra actitud.

Madera y piedra

Al final de la última curva espera una sopresa: en lo alto de una colina -como suspendido en el aire- asoma el enorme establecimiento de estilo canadiense, acompañado por cerros de nieves eternas y el lago Nahuel Huapi. Está rodeado por el Nahuel Huapi y el Moreno, y de centenarios bosques de cipreses, coihues y arrayanes, con la custodia de los cerros López, Capilla y el Tronador, el gigante de la región -3554 metros-, que conserva su cumbre blanca todo el año.
A los ojos del observador, el Llao Llao es algo así como un refugio de montaña gigante, con pisos y techos de madera, enormes chimeneas y columnas de piedra. Bajo las tejas normandas se esconde un hotel más acogedor que lujoso. Más cálido que la formalidad ascéptica de otros de la misma categoría.
Los visitantes son recibidos con un exquisito té en el jardín de invierno, desde donde se aprecia el parque tapizado de rosales.
El hotel suma un parque de 15 hectáreas, integrado a la cancha de golf, canchas de tenis, marina, playa, solario, pileta cubierta con vistas a las montañas, el Health Club con sesiones de relax, sala de juegos y guardería para niños.
Las habitaciones de este lugar de ensueño son cálidas, con cierto aire que recuerda a las casas de campo. Varias conservan los pisos de madera y los herrajes del baño originales. Todas las suites -con chimenea propia- tienen vista a las montañas y a los lagos.
De todos modos, el hotel ofrece clases a toda hora y para todos los gustos, como salsa, tango, pintura y gimnasia. Además puede practicarse arquería y rappel, con instructores.
Una especialidad de este resort es el golf. La cancha tiene 18 hoyos y está abierta todo el año, incluso en invierno, ya que la nieve se derrite rápidamente. Se pueden alquilar palos y carritos eléctricos. Sin embargo, lo ideal es caminar la cancha para descubrir el terreno que respeta el accidentado relieve original.

Fango volcánico y algas

Myrna, a cargo del spa, explica a los huéspedes las ventajas de los baños de fango volcánicos o de algas de mar, el pulido corporal y la aromaterapia, entre otros. Hay un tratamiento para cada necesidad. El hotel ofrece incluso planes de varios días que incluyen diferentes sesiones. Los programas se pagan solos: las células dejan el spa renovadas, la piel bien exfoliada y el cuerpo relajado.
Luego del desayuno con panes frescos, scons, jugos naturales, dulces caseros, el día puede comenzar con una caminata por el parque. Se debe incluir en los planes el paso por sus restaurantes, a cargo del chef Sergio Córdoba.
Un clásico es comer en el Club House Golf -con vista a la cancha y los lagos- una tabla de ahumados regionales y quesos, acompañada de una Blest (la cerveza local). También se puede elegir el Café Patagonia, dentro del hotel. Y a la noche, Los Césares -un poco más formal-, para disfrutar de un cordero patagónico a la miel o un lomo de ciervo del Sur con salsa de rosa mosqueta. Otra alternativa es el Patacón -en la ciudad- donde una de las especialidades es la liebre.
Pero lo mejor es disfrutar, minuto a minuto, el Llao Llao como un sueño del que uno nunca desea despertar.

El precio del placer

  • Un paquete de 3 noches de estada en el hotel cuesta desde $ 573 por persona, en base doble, e incluye pasaje aéreo, traslados internos, alojamiento, desayuno, uso del Health Club, actividades recreativas del hotel e IVA (tasas e impuestos aéreos: $ 42). Un paquete de 7 noches vale desde $ 950. Las tarifas son válidas hasta el 30 del mes próximo, excepto en Semana Santa, para la que se encuentra agotada la disponibilidad de reservas. Informes: 4311-3434.
María Bohtlingk

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por Redacción OHLALÁ!

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