
Sergipe: el nordeste de Brasil, en estado natural
Vecino de Bahía, con Aracajú como capital, ofrece tanto playas desiertas como paisajes de exuberante vegetación y hasta la Isla de la Suegra, que aparece y desaparece todos los días
28 de agosto de 2005

ARACAJU, Sergipe.- En noches de baja autoestima, cuando la garganta aprieta y el corazón se estruja, uno de los trucos para no sucumbir a la feroz crítica personal es pensar en algo ideal. Se sabe de gente con gustos difíciles, aun en esos estados en que el alma se pone manca. Pero el recurso de la playa, el mar golpeando el cuerpo, el sol prendido como un farol y hasta una compañía oportuna suelen tener mejor efecto que el que ofrece un terapeuta, con perdón de los pacientes.
Así es Sergipe. O mejor, algunos lugares de ese estado brasileño que le toca la espalda a Bahía y se recuesta sobre su nuca pobre. Sí. Sergipe responde perfectamente al sueño terrenal de estar en una isla desierta, sin más compañía que el agua y un señor/a que se dedica a entregarle en bandejas amorosamente decoradas un sinfín de manjares a base de pescado, mandioca o arroz condimentado con ajenjo, entre otros sabores de la comida del norte brasileño.
¿Que no? Hay pruebas. Y datos. La isla soñada se llama Da Sogra (De la Suegra) y queda en la desembocadura del río Real, por el que nadan delfines que escaparon del mar, que se vislumbra del otro lado de la lengua de arena. Dicen los que saben que el nombre se debe a que, conforme pasa el día, el agua tapa ese islote de arena color crema por las crecidas que comienzan luego de las 2 o 3 de la tarde. Y que un pescador dejó allí a su suegra, a quien nunca volvió a buscar...
Sea verdad o mentira, el agua sube, en efecto, cuando el mediodía amaina su brutalidad y en la isla, justo frente a Aracajú, la capital del estado de Sergipe, la arena se hace cada vez más escasa hasta desaparecer.
Hasta allí el visitante ha llegado en un barco. Escuna, le llaman. Se parte del puerto de Aracajú temprano porque a ese altura de Brasil la noche cae a pique a partir de las 6 de la tarde. Una vez a bordo y previo pago de 75 reales, el escuna enfila para la isla, fondea en ese desierto de la Sogra, se almuerza, mucho, se bebe ídem y luego se parte para uno de los lugares más bonitos de la zona: Mangue Seco.
Este pequeño lugar -que para celos de los sergipianos está del lado del estado de Bahía- inspiró al escritor Jorge Amado para escribir Tieta do Agreste, llevada al cine y entregada en capítulos en una novela que conmovió a los brasileños y que se filmó justamente en Mangue Seco.
Las pousadas dan sobre la tranquila playa, pero es recomendable seguir con la aventura a bordo de un buggy que recorre las enormes dunas a velocidades increíbles, cruza la zona para ver el mar abierto, entrega sorpresas visuales y luego regresa al barco para retornar a Aracajú.
Y aquí viene la primera salvedad del viaje. Sergipe es el lugar ideal para aquellos que busquen algo salvaje, poco contaminado, con comodidades recomendables, pero donde el lujo está absolutamente ausente. Las playas son anchas, el mar cálido, los paradores, con servicios esenciales, pero sencillos, y el marco es una naturaleza agreste.
En otras palabras, quienes vayan a Aracajú en busca de un hotel cinco estrellas o de un SPA deberán elegir otro destino: se huele historia, buena comida, paisajes diferentes y la incansable música local, el forró, que a base de apretaditas, de dos pasos para cada uno de los costados, bien tomaditos y abrazados, alegran la vida de los brasileños y de los turistas que se animan a bailarlo. Doy fe.
Aracajú es una ciudad relativamente nueva: se transformó en capital del estado de Sergipe por estar a la vera del mar y porque las rutas para sacar el petróleo que se extrae de las profundidades marinas y se lleva a Bahía son más directas que la anterior.
Porque sí, hubo una capital anterior, São Cristóvão, a menos de 25 kilómetros de Aracajú y que es encantadora. Esta ciudad tiene una arquitectura colonial barroca, calles empedradas, museos, balcones pintados con colores fuertes y un espectacular paisaje de fondo, donde las serranías se confunden con los nostálgicos atardeceres.
São Cristóvão es la cuarta ciudad más antigua de Brasil y una de las únicas donde el gobierno local promueve, cada 15 días, las Noches de Serenata. Gente de todos los estados vienen a esta población, con una bellísima plaza central, flanqueada por tres iglesias, a escuchar y bailar una música inolvidable. Y se hace todo el año, porque la temperatura tiene un promedio de 27°C siempre. El movimiento de los cuerpos comienza a las 20, pero es recomendable ir a São Cristóvão un poco antes para apreciar la arquitectura y las comidas del Solar Parati.
Ir de visita a São Cristóvão es tan urgente como hacerlo al mercado de artesanías, pájaros y comida de Aracajú. Abre a las 5 de la mañana y ya a esa hora el aroma a las castañas tostadas es tan claro como el amanecer.
Sergipe tiene, además, una intensa vida nocturna. Sobre la avenida costanera es posible comer mirando el mar y terminar la noche con una buena caipirinha y bailando forró.
Y aquí viene la última salvedad del viaje: Sergipe es para aquellos viajeros que gustan de estar en la playa, pero matizar con paseos y salidas más allá de las olas. Hay de todo, para todos los gustos, incluso para los que adoran el arte del dolce far niente.
Los pescadores de Pirambú, el cañón de Xingó y mucho más
A la sombra de San Salvador de Bahía y de otras ciudades del nordeste brasileño, Sergipe quiere crecer y, para eso, pone todo a disposición del turista.
Es decir, si usted va en plan de plantar una sombrilla y hacer nada, tendrá un ejército de brasileños que le recomendarán darse una vuelta por Xingó, un bello cañón natural, ahora repleto de agua gracias a la construcción de una represa, o por Pirambú.
Esta última zona es muy bella, pero muy agreste, con una infraestructura precaria todavía, pero con un prefeito que cree tanto en sí mismo como en las fuerzas vivas del lugar para construir una ciudad turística.
Piranbú tiene muchos kilómetros de playa agreste y solitaria, con olas respetables, con pescadores que salen al amanecer a cazar sus presas y con pequeños chiringos frente al mar, donde comer es siempre un placer.
Precios bajos, todavía...
Dicen que habrá una ciudad nueva cuando las inversiones vean sus frutos y entonces será el turno de Pirambú, con más pousadas, restaurantes, plaza central con espectáculos...
Por el momento, aquellos que amen lo agreste de Brasil tienen que aprovechar unos días en este pueblito de pescadores a precios irrisorios.
Buena mesa, tragos, manos laboriosas
En el mercado de artesanías de São Cristóvão, mantelería y ropa bien trabajaba
El norte de Brasil tiene un especial atractivo para los paladares exigentes y para los compradores que no se conforman con cualquier cosa.
La comida más tradicional (y exquisita) es la moqueca, hecha a base de leche de coco, con arroz, pescado y harina de mandioca. Pero hay otras opciones que LA NACION recomienda paladear en São Cristóvão, ciudad colonial y romántica si las hay, especialmente en esas noches de viernes cuando las serenatas se hacen sentir.
En el Solar Parati, atendido por Mónica, su dueña, se recomienda la carne al sol, lo que significa eso, carne expuesta a Febo para su extraña cocción, acompañada por puré, vinagreta y harina de mandioca con manteca.
El precio es de 17 reales (un poco más de 18 pesos argentinos) y no es para todos los gustos. La moqueca para dos personas cuesta alrededor de 50 pesos y puede ser de camarones, pescados, mixta o de cangrejos.
Un dato importante es que la zona de Sergipe es donde se cría y se exporta la mayor cantidad de cangrejos de Brasil, y en el paseo costero de Aracajú es natural ver a la gente con un martillo en la mano ajusticiando las pinzas de estos animales que cuando están bien muertitos saben a elixir, y vivos dan un poco de impresión.
A pesar del calor, Sergipe y su zona ofrecen una especie de caldo de pescado como entrada para cualquier comida, que tiene un lejano sabor a ajenjo con cierto picor luego de que pasa por la garganta. Otro manjar, que no cuesta más que 12 o 15 pesos, es el pescado del día grillado, en cuya panza los buenos gourmets suelen acopiar una salsa con -otra vez- harina de mandioca, camarones, tomates y finas hierbas, entre otros sabores.
Jugos imperdibles
Estos recetas pueden ser acompañadas por la bebida nacional, la cerveza. La otro bebida nacional es la caipirihna, aunque LA NACION recomienda con fervor militante la casi inagotable variedad de jugos: son refrescantes, tienen vitaminas, cuestan muy poco y no todos son dulces.
Es decir, si usted estaba a dieta, por caso, y fantaseó con que en Brasil seguir el régimen es fácil porque total se comen pescados, usted está absolutamente equivocado, de lo que vuelvo a dar fe.
Pero el lugar es rico en otras artes. Por ejemplo en artesanías de telar y de bolillos. En el mercado de São Cristóvão es imperdible la ropa hecha a mano de hilo y, especialmente, los manteles bordados por dedos primorosos.
En Aracajú, en cambio, se recomienda el mercado central, que tiene más de 200 años. En su interior alberga curiosas barberías y lustradores de zapatos, y un sin fin de artesanías interesantes. En esa ciudad, además, hay varios shoppings para los que no curtan la onda nativa y que los recibe con buenos precios.
Datos útiles
Cómo llegar
Actualmente hay dos vuelos de TAM, uno de Varig y uno de GOL. Las tarifas van desde los US$ 437 + impuestos. Estos vuelos nunca son directos. Los vuelos charter están programados para enero y febrero de 2006 y son de Pluna.
Precios
Un paquete armado que incluye pasaje aéreo + traslados aeropuerto/hotel/ aeropuerto + city tour + playas del Litoral Sur (Barraca Para Ti) y siete noches de alojamiento con desayuno en el Hotel Parque Dos Coqueiros, sobre base habitación doble, tiene un costo de US$ 607. Ese precio es por pasajero y hay que adicionarle los impuestos, que son de alrededor de US$ 90. Más información: Thesys Tour, 4322-1210.
Dónde alojarse
El costo de una habituación doble con desayuno en un hotel cuatro estrellas (Parque Dos Coqueiros, por ejemplo) es de US$ 55. Más cerca del centro y la misma categoría cuesta US$ 70.
Excursiones
Desde Aracajú a São Cristóvão, US$ 15; a Mangue Seco con Ilha da Sogra; US$ 27; a Pirambu, US$ 16; city tour, US$ 22; a Playas del Litoral, US$ 12.
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