

Mara me llama y se queja un rato por teléfono en esa forma tan graciosa en que se queja ella.
-Entre las criaturitas con fiebre, mocos y vaya a saber qué bicho, el gordo y yo con insomnio, Gladys mi reina que faltó como todos los lunes, tengo la libido más caída que el traste... Esto es irremontable, te juro. Menos sexo que en un monasterio. En estos momentos te envidio.
La consuelo.
-No te quejes. ¿Qué te creés, que yo ando trepada de las lianas en tanga de animal print teniendo sexo salvaje? Cero, cero, cero. Un mes más y temo volverme virgen nuevamente.
-Un bajón.
-Ni que lo digas.
Entre que tengo ganas y no tengo tiempo con todo esto de la casa y la mudanza (y la falta de hombres, claro). Además, Mara supone que es una decisión, que me levanto una mañana y me digo a mi misma: "Hoy sexo, hoy me toca" y para cuando cae el sol tengo el temita resuelto como cualquier ítem más de la agenda.
Ilusa.
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