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Siwa, la puerta del Sahara

Repleto de atractivos, es el oasis más aislado del país y un destino turístico que crece. Sus habitantes tienen una cultura muy particular, además de fama de duros




SIWA.- Luego de viajar durante varias horas por el desierto se ve el fértil valle y se comprende por qué los antiguos egipcios creían que los oasis eran islas de salvación en medio de un gigantesco mar de arena.
Siwa es el más alejado, famoso y misterioso de todos los oasis de Egipto. Hasta aquí llegó Alejandro Magno para consultar el Oráculo de Amón en el año 331 a.C. Dos siglos antes, el emperador persa Cambises había perdido en el desierto un ejército de 50.000 hombres, cuando intentaba llegar a Siwa para destruir el oráculo, por haber tenido la insolencia de pronosticar su final.
Hasta hace unos años Siwa era zona militar y sólo se podía llegar con permiso del ejército. Ahora está abierto al turismo, se han instalado varios hoteles (algunos con espíritu ecológico); los sitios arqueológicos comienzan a ser rescatados del polvo y el olvido, y se han abierto un par de bares, como Tanta Waa Cafe, que se encuentra junto a la fuente de Cleopatra.
Alejados durante mucho tiempo del resto de Egipto, los habitantes de Siwa tienen una cultura propia, hablan la lengua siwi en vez de árabe y tienen costumbres distintas del resto de los egipcios. Las mujeres suelen ir totalmente cubiertas con un velo negro y casi nunca se las ve solas o en los baños termales. Desde su origen fueron un pueblo duro.
Relacionados sobre todo con las etnias del norte de Africa, los bereberes de Siwa fueron los últimos habitantes de Egipto en adoptar el islam, casi 500 años después que el resto del país. Los exploradores del siglo XVIII que visitaron la región, como Frederick Hornemann y William George Browne, tuvieron que huir por la noche para salvar su vida. Y sólo cuando se trazó la carretera que une Siwa con el balneario de Marsa Matruh, ubicado a orillas del mar Mediterráneo, el gobierno egipcio logró que los habitantes del oasis se sintieran parte del país.
Actualmente, en el oasis viven 25.000 descendientes directos de los bereberes. Su historia, tan apasionante como larga, se fue transmitiendo oralmente y recién a principios del siglo XX fue transcripta en el Libro de Siwa . Hay un único ejemplar, que es guardado por una de las familias más importantes del oasis.
La lista de atracciones del oasis es amplia: la ciudadela de adobe de Shali; las catacumbas de la montaña de los muertos; el Oráculo de Amón, que visitó Alejandro Magno, y la pileta termal donde se bañaba Cleopatra son sólo algunas. Situada entre palmeras, jardines y huertos de aceitunas, Siwa tiene más de 100 manantiales de agua fresca y un gran lago, que cuenta con una concentración de sal superior a la del Mar Muerto.
A 50 kilómetros de la frontera de Egipto con Libia, apenas termina el oasis, que finaliza tan abruptamente como comienza, se ven las gigantescas dunas del Gran Mar de Arena, que pueden ser visitadas en vehículos de doble tracción. El desierto no es broma. De aquí hacia el Sur es necesario viajar con guías beduinos expertos que conozcan a fondo un paisaje de dunas altísimas que el viento modifica constantemente. Y para comprender la magnitud del desierto del Sahara no es necesario, ni recomendable, penetrar muchos kilómetros.
Después de salir del ostracismo, Siwa se está convirtiendo en uno de los destinos turísticos más interesantes de Egipto. Y los nuevos hoteles acompañan esta tendencia. Uno de los más destacados es el Shali Resort, ubicado justo donde termina el oasis y comienza el desierto del Sahara. Construido respetando las tradiciones del pueblo bereber, el complejo del hotel parece una aldea con una pileta que recorre todas las cabañas, que parecen estar hechas a imagen y semejanza de las antiguas casas de adobe de la ciudadela de Shali.
En agosto de 2007, Siwa fue escenario de un descubrimiento que aumenta aún más su misterio. Una expedición de arqueólogos encontró petrificada en una roca del desierto una huella humana que podría tener más de tres millones de años (no es un error tipográfico). Actualmente, se están realizando las pruebas para determinar la antigüedad concreta, pero de confirmase, sería el testimonio de actividad humana más antiguo del planeta.

La montaña de los muertos

Conocida como Yebel al-Mauta, esta montaña del oasis de Siwa guarda más de un centenar de tumbas pertenecientes a la dinastía XXVI y al período ptolemaico. Las mejores conservadas son las del comerciante griego Si-Amón, donde se pueden ver pinturas representando a Nun (diosa de las tinieblas); la de Misuisis, decorada con las imágenes de Isis y Osiris, y la cueva conocida como la tumba del cocodrilo . Cuando bombardeaban la zona en la Segunda Guerra Mundial, las catacumbas eran utilizadas como refugios por los beduinos.

La ciudad de adobe de Shali

En 1203 los habitantes de la etnia bereber del oasis construyeron una ciudad amurallada para protegerse del ataque de los beduinos. Durante siglos, en las calles laberínticas se concentró gran parte de la vida económica del oasis, mientras las casas de adobe crecían una arriba de otra hasta llegar en algunos casos a siete niveles. En 1926 una tormenta azotó el desierto durante tres días y las fuertes lluvias dañaron las construcciones de adobe. La ciudadela fue abandonada a su suerte hasta que hace algunos años el gobierno comenzó las obras de restauración. Actualmente, se pueden recorrer varios niveles de la ciudadela. Una de las pocas construcciones que quedó en pie es la pequeña mezquita, ubicada a 200 metros de la entrada. Si está abierta, se puede pedir permiso para visitar la terraza, junto al minarete, y apreciar una vista única del oasis enclavado en medio del desierto.
Por Julián de Dios
Para LA NACION
El autor es periodista, fotógrafo, viajero incansable y dirige la Editorial de Dios, especializada en guías de turismo y libros de viajes. Uno de sus últimos lanzamientos es la tercera edición actualizada de la Guía Completa de Egipto, con 240 páginas en color.

Datos útiles

Cómo llegar

Hasta El Cairo, capital de Egipto, vuelan Alitalia, Air France y Lufthansa, entre otras compañías que hacen una sola escala en Europa. El pasaje cuesta desde 2100 dólares, con impuestos incluidos. De El Cairo al oasis de Siwa se suele viajar por ruta, en paquetes ya armados. La distancia es de unos 750 kilómetros.

Qué comprar

Los dátiles, el aceite de oliva y las aceitunas de Siwa son muy famosos y se pueden comprar en las tiendas del centro de Shali.

Más información

El oráculo que consultó Alejandro Magno

Llegó a Siwa en el año 331 a.C. para recibir la profecía del Templo de Amón. Era el gran Alejandro Magno, que viajaba especialmente desde Menfis, donde había tomado el poder.
En aquel entonces, el Oráculo de Siwa era el más venerado del mar Mediterráneo. Y según se cree, le aseguró que era hijo de Amón, que había seducido a su madre, Olimpia. Su linaje sobrenatural le sirvió para convencer a los egipcios de que él era el nuevo faraón. Pero en aquella profecía hubo algo más, que Alejandro Magno no quiso divulgar; muchos creen que fue el pronóstico de su muerte en Babilonia, que llegaría ocho años después.
Es un amplio círculo de 200 metros de profundidad donde suelen bañarse los jóvenes de Siwa. Está a poca distancia de los restos del Oráculo de Amón y se puede llegar en los sulkies bautizados Siwa taxi . Es un lugar ideal para hacer una pausa entre ruinas, arena y caminatas. A un costado está el Tanta Waa Café, lugar absolutamente informal con hamacas colgantes, alfombras, almohadones en el suelo y una terraza que permite apreciar el oasis desde la altura. La especialidad es el jugo de limón. Delicioso. Si quiere bañarse en el estanque de Cleopatra, puede cambiarse en los baños del bar.

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por Redacción OHLALÁ!


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