El pudor se pierde ante el mostrador del aeropuerto, cuando uno descubre que su equipaje pesa más de lo esperado y debe quitar algunos objetos si no quiere pagar una cifra exagerada. Frente a todos comienza entonces su expedición entre prendas íntimas y ropa sucia -el sobrepeso es más frecuente a la vuelta que a la ida- a fin de encontrar qué elementos pueden viajar en el bolso de mano o quedar directamente en el aeropuerto, como esos jeans que, a pesar del cariño mutuo con su dueño, ya podrían pasar a retiro o volver a casa caminando de tanto que han andado juntos.
La imagen se repite en cada aeropuerto del mundo: un pasajero algo transpirado reordena su maleta, en cuclillas y contra reloj, frente a la impaciencia del empleado de la aerolínea y los resoplidos de otros pasajeros. Podrían habilitar un lugar más cómodo para hacerlo, pero justamente muchas compañías buscan que los clientes estén sobrecargados y paguen por ello, al igual que por otros servicios que, en muchos casos, no se cobraban hace poco tiempo atrás.
Los costos adicionales son una fuente de ingreso cada vez mayor para las empresas. Por ejemplo, las aerolíneas de Estados Unidos recaudaron US$ 3400 millones por cargos de equipaje en 2010, un 24 por ciento más que el año anterior. Incluso la mayoría de ellas ahora factura por la primera maleta que se despacha, en vuelos nacionales, como una forma alternativa de aumentar sus tarifas sin que se note demasiado.
Hoy el sobrepeso es una de las variables inflexibles para los pasajeros. Pero a veces las que se exceden son las mismas empresas, como el mes pasado, cuando la guerra de tarifas derivó en un mal trago para Delta. La compañía había cobrado US$ 2800 por exceso de equipaje a 34 soldados estadounidenses que regresaban de Afganistán en el marco de un plan de retiro de tropas de combate. El hecho se produjo al regreso de la misión, en un viaje entre Baltimore y Atlanta, y causó tanto revuelo que la empresa debió pedir disculpas (con los soldados no se embroma). "Lamentamos que esto les haya hecho sentir cualquier cosa que no fuera una bienvenida en su regreso a casa. Honramos su servicio y estamos agradecidos por los sacrificios de nuestros militares y sus familias", publicó la aerolínea en su blog.
La noticia se había expandido rápidamente debido a que los soldados hicieron un video y lo colgaron en YouTube. Delta fue, según el buró de transporte norteamericano (BTS), la aerolínea que mayores ganancias obtuvo por la facturación de maletas extras: pasó de 481 millones de dólares en 2009 a 952 en 2010.
Para no preocuparse por los excesos, una ONG propone directamente donar el equipaje antes de emprender la vuelta. Para eso, ofrece en su página Web los contactos de organizaciones donde se puede dejar en cada país (la mayoría de Africa) y hace hincapié en la posibilidad inversa: llevar donaciones a estos lugares, cargando la mochila antes de partir. La ONG se llama Stuff Your Rucksack, justamente, por Rellene su mochila.
"¿Cuántas veces has visitado una escuela o comunidad en un viaje, a la que te encantaría ayudar tal vez con libros, un mapa, lápices, o conocido un orfanato que necesita ropa o juguetes, pero una vez de regreso en tu casa, lo olvidaste o perdiste la dirección?", pregunta la periodista Kate Humble, creadora de esta propuesta que sugiere una manera alternativa de viajar. Su oferta es contactar a los turistas con diferentes comunidades, para que conozcan desde www.stuffyourrucksack .com sus necesidades reales antes de visitarlas. Turismo responsable y un problema menos.
Publicado por Martín Wain / 10 de julio de 2011 / 1.45 A.M.