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 • HISTORICO

Sobrevolar Ezeiza en paratrike

Elevarse al cielo en esta suerte de triciclo motorizado no se considera riesgoso; los vuelos son suaves y pueden alcanzar los 67 km por hora




Como aquellos viejos pioneros de la aviación, Marcelo Toledo sube y baja por el campo de vuelo en su flamante paratrike, a la altura del km 61 sobre la autopista Ezeiza-Cañuelas.
Hay una impronta cotidiana en sus movimientos, en los despegues y aterrizajes, como quien maneja un automóvil o navega en un velero desde hace muchos años. Claro que si se trata de la primera vez, a punto de comenzar un bautismo en este singular paramotor, la adrenalina fluye abundante de los pies a la cabeza.
"Con el tiempo esto dejó de ser un deporte extremo, un deporte de riesgo, y hoy se lo considera un deporte de aventura. La diferencia con el paramotor es que el paratrike es una especie de triciclo motorizado, donde el pasajero se sienta y puede volar mientras saca fotos o filma, ya que no tiene que hacer una acción física, no tiene que correr para despegar y sincronizar la carrera con el piloto. De esta manera pude llevar una señora de 91 años y hasta chicos con dificultad motriz que deseaban cumplir este sueño de volar", cuenta Toledo, de 51.
Por lo pronto, el objetivo es realizar un vuelo de bautismo de 15 minutos en uno de estos ultraligeros biplaza que parecen salidos de un boceto de Leonardo Da Vinci. Una vez colocado el casco y encendido el motor, la vela se infla y el vuelo en tándem (el instructor va sentado atrás y el novato, adelante) está por empezar.
El despegue se inicia con un breve carreteo de unos quince metros. De repente, las ruedas se elevan y... ¡ya estamos en el aire!
Más allá de que el paramotor puede cobrar importantes altitudes –hoy, los récords mundiales rondan los 8000 metros con oxígeno y 4600 sin oxígeno–, en este campo de vuelo, cercano al aeropuerto internacional de Ezeiza, se vuela a una altura máxima de 2000 pies, es decir, 660 metros. El despegue precisa apenas unos 15 o 18 metros de carreteo. El paratrike comienza a elevarse cuando alcanza los 37 kilómetros de velocidad, y una vez en el cielo puede trepar hasta 67 kilómetros por hora. Durante el vuelo, los pasajeros mantienen una comunicación permanente con el piloto, ataviados con cascos y equipos de audio que se activan con la voz.
"La principal diferencia con el vuelo libre (en parapente) es que el parapente vuela por sí mismo, sólo necesita un desnivel como plataforma de despegue. Por eso en los lugares de montaña no precisan volar con motor. Lejos de esos lugares, la única opción es valerse de una propulsión auxiliar, como una hélice, para que el parapente pueda volar sin tener una pendiente", explica el avezado instructor y constructor de paratrikes, como se llama este modelo particular dentro de la familia de los paramotores, que en lugar de hacer los despegues a las corridas utiliza una estructura liviana con tres ruedas.
Una vez en el aire, el vuelo es muy tranquilo y se despliega en un radio de hasta 5 kilómetros a la redonda. Lentamente va cobrando altura y cuando se alcanzan los 500 metros puede apreciarse el conurbano bonaerense, el ejido poblacional de Cañuelas, la construcción de un nuevo hospital, los barrios cerrados, campos de polo y la autopista que se cruza desde las alturas.
"Si se respetan las condiciones climáticas, con vientos que no superen los 15 kilómetros por hora, el paratrike debe ser una de las máquinas más seguras de la aviación", aclara Toledo.
"Volé por primera vez hace ocho años y fue una experiencia maravillosa, superó todas mis expectativas. Al comienzo fue una mezcla de incertidumbre, ansiedad y miedo, hasta que estuve en el aire y empecé a disfrutarlo. Es muy loco porque cuando te bajás es tanta la felicidad y la alegría de haber volado que pensás por qué no lo hice antes. El disfrute es enorme. Es muy, muy placentero", cuenta Verónica Lotito, empleada de comercio de 41 años, que desde entonces continúa con sus vuelos en forma periódica.
Una vez completado el tiempo de vuelo, muy lentamente comenzamos a descender. El aterrizaje es suave y liviano. Sólo resta el último carreteo y la sensación de haber surfeado el cielo como aquellos intrépidos del aire y sus máquinas voladoras.

En números

El carro pesa 137 kilos, más del 80% está construido con cromo-molibdeno, muy liviano y de alta resistencia. Se usan mosquetones homologados, ruedas aeronáuticas, suspensión en el tren principal, luces de navegación, instrumental para indicar temperatura, revoluciones por minuto, altímetro. Utiliza un motor austríaco Rotax, de 52 caballos de fuerza. La hélice es una cuadripala, de 1,30 metros de diámetro. La vela tiene 40,5 metros cuadrados y 14 metros de longitud. El vuelo se realiza con un paracaídas de emergencia. En la Argentina hay 1700 pilotos de paramotor, de los cuales solamente 240 vuelan paratrike.

Datos útiles

Escuela de paramotor y paratrike La Búsqueda: en el km 61 sobre la autopista Ezeiza-Cañuelas (Cañuelas). Todos los días, al amanecer o al atardecer. El bautismo cuesta 800 pesos, los 15 minutos de vuelo. Informes: 15 6092-0495 / 11 2030-0606 o por paramotorlabusqueda@yahoo.com.ar. Más información: www.paramotorlabusqueda.com

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