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Sonoma: viñedos que hacen historia

Alrededor de la más septentrional de las misiones californianas nació un pintoresco pueblito que los fines de semana atrae a miles de visitantes desde la vecina San Francisco.




La visita empieza al pie del puente, justo antes de cruzar la famosa Golden Gate, para pasar del otro lado de la Bahía de San Francisco en dirección a los valles vitícolas. Si bien el de Napa es el más conocido, las primeras vides fueron plantadas en Sonoma. Y hasta allí se llega en un poco más de una hora en auto, manejando primero por un tramo de la autopista 101 -aquella que cruza toda California de norte a sur - y luego por pintorescas rutas en medio de los campos hasta el Valle de la Luna.
La comarca ya era conocida con ese nombre en las leyendas indias, antes de la llegada de los españoles, gracias a sus fuentes termales. En camino se bordea el Monte Tamalpais, la principal cumbre de la cadena que bordea el Pacífico al norte de la Bahía. Es conocido tanto por los lectores de Kerouac y Snyder como por los seguidores de la saga Percy Jackson y los Dioses del Olimpo de Rick Riordan, los fans de David Cosby y los gamers del juego video Defiance. Antes de avistarlo, se habrán visto carteles para ir a Sausalito y Tiburón, dos paseos habituales para ver la bahía, Alcatraz y la skyline de San Francisco en un mismo panorama. Sin olvidar San Quentin, lugar vinculado con una siniestra cárcel y donde Johnny Cash grabó un mítico disco en público en 1969.
Vinerías para degustar etiquetas autóctonas

Vinerías para degustar etiquetas autóctonas - Créditos: Pierre Dumas

Campana

La visita a Sonoma no trata de música, literatura beat ni videojuegos. Pero si de historia. En torno a su plaza es posible remontarse al tiempo de los indios miwok y los monjes que se establecieron allí en 1823. Aquellos que construyeron la Misión San Francisco Solano, la 21° y más norteña de la red de monasterios e iglesias erigidos a lo largo del Pacifico entre la Bahía y el actual México.
La misión existe todavía, casi en su estado original, con sus gruesas paredes, techos a dos aguas y su rústica cruz de madera. Durante la semana, cuando el pueblo vive apaciblemente, la capilla está ocupada por niños de las escuelas locales que tienen clases de historia in situ. Los fines de semana, cuando Sonoma se convierte en un paseo trendy, es una de las estaciones del circuito turístico.
La misión fue encomendada por el sacerdote Altamira, que le dio el nombre del misionero que vivió en Perú a principios del siglo XVII. En sus orígenes dependía de la misión hospitalaria de San Rafael (una de las localidades que se cruza con la autopista 101), que a su vez era también un desprendimiento de la misión San Francisco de Asís, núcleo original de la actual metrópolis de la Bahía. Como las demás, tiene una campana que cuelga de un poste encorvado en su parte superior, símbolo común a las sedes religiosas de la costa californiana, hoy emblema de esta ruta histórica de Sonoma a San Diego.
La misión es uno de los edificios que forman el Parque Estatal Histórico de la pequeña localidad, en una esquina de su plaza central. La capilla fue conservada como a principios del siglo XIX. Delante de su portón de gruesa madera, un pórtico también de madera reemplaza el inexistente campanario y una galería techada recuerda el origen hispánico de sus constructores. Se han conservado viejos telares y un taller de herrería para recordar cómo vivían los pioneros.

Según Jack London

Las misiones de California fueron ideadas por el eclesiástico balear Junípero Serra. Su nombre es recurrente a lo largo de esta ruta histórico-cultural y los bodegueros saben que le deben un buen tributo. Porque fue quien incentivó el cultivo de las vides en la región, al descubrir que encontraban allí un clima ideal para su desarrollo. Lo fue a tal punto que hoy Sonoma y su vecina Napa rivalizan con los mejores viñedos del mundo.
Luego de recorrer la misión, las visitas siguen en torno a la plaza, donde hay varios negocios especializados: vinerías, tiendas gourmet y boutiques de elementos de cocina y decoración. Para saber más acerca de los vinos del Valle de la Luna, hay que seguir los carteles que llevan a diversas bodegas que ofrecen visitas y degustaciones, entre los montes Mayacamas y los de Sonoma. Las viñas forman pulcras franjas verdes en primavera y en verano sobre las vertientes de las colinas. Y en los estacionamientos de las bodegas se detienen lujosos autos que vienen desde Silicon Valley y San Francisco.

En los tiempos de Junípero Serra, sin embargo, el paisaje tenía una belleza muy distinta. Uno de los primeros en apreciarla fue Jack London. La describió así en 1913, en su novela El Valle de la Luna: "Cuando vine aquí por primera vez, cansado de las ciudades y de la gente, me establecí en una de las tierras más hermosas y primitivas que puedan hallarse en California."
Su finca, el Beauty Ranch, es un monumento histórico. Se visitan el cottage, las ruinas de una mansión que se incendió, un parque con viñedo que plantó el mismismo autor de Colmillo Blanco, su tumba y la de su esposa. El viñedo de London es más que nada simbólico, a diferencia de aquellos de las 35 bodegas instaladas en el valle.

El sargento García

De regreso en Sonoma, al atardecer se anima el centro y se capta lo mejor del ambiente. Todo pasa en torno a la plaza, donde se levantó la bandera del oso, símbolo de la muy efímera República de California y base del estandarte actual del estado. Este episodio ocurrió en 1846, como lo recuerda un monumento. La rebelión liderada por John Frémont dio pie a una rápida derrota de las tropas mexicanas y la integración de inmensas tierras a Estados Unidos.
No muy lejos de Sonoma, sobre la costa misma, otra localidad histórica recuerda una presencia más en la región: se trata de Fort Ross, un asentamiento ruso, el más austral de lo que se conoció como la América Rusa, entre 1812 y 1841. Quedaron en pie como recuerdo de aquellos tiempos la Residencia Rochev y una copia de la capilla ortodoxa original de madera. La misión de Sonoma tenía de hecho como objetivo tanto la evangelización de los miwoks como la afirmación de los derechos hispano-mexicanos sobre el norte de la bahía frente a la avanzada rusa.
El paseo histórico sigue en las barracas militares, a pasos de la capilla de la misión. Un gran edificio de adobe que alojó a las tropas mexicanas, escenario de la Rebelión de la Bandera del Oso. Actualmente se visitan y se han recreado con objetos y muñecos las condiciones de vida de las tropas mexicanas en torno a 1830. Los uniformes le recordarán a muchos al Sargento García, el ridículo oponente del Zorro (cuyas aventuras fueron contemporáneas a esas barracas y localizadas en Los Ángeles).
Los franciscanos habían construido una misión cada cincuenta kilómetros aproximadamente, distancia que permitía comunicaciones fluidas de una punta a la otra de aquella ruta. Su traza y el plan fueron concebidos en tiempos de la colonia española, pero Sonoma fue la única construida durante el breve periodo de soberanía mexicana (entre 1821 y 1846). John Lasseter, el creador de los estudios Pixar, es actualmente el vecino más ilustre de la población. En tiempos mexicanos, la principal figura era el General Vallejo, comandante de las tropas alojadas en las barracas. Su casa es el último monumento histórico que queda por visitar durante el paseo. Está un poco alejada del centro, cerca de una fuente termal. Es una construcción al estilo de las mansiones de Nueva Inglaterra, que es desde donde la hizo traer este personaje atípico, convertido en ciudadano norteamericano luego de su derrota y de la integración de California a Estados Unidos.

Buena Vista, buenos vinos

Agoston Haraszthy fue coronel en el ejército imperial de Austria y terminó su carrera militar como sheriff de San Diego. Trajo 100.000 retoños de vides al Nuevo Mundo y plantó 300 cepajes distintos –entre ellos el zinfandel– en su finca de Buena Vista. Se lo consdiera como el verdadero impulsor de viticultura en el Valle de la Luna. Su bodega fue parcialmente destruida por un terremoto pero los actuales dueños la restauraron y la transformaron en museo. www.buenavistawinery.com

Datos útiles

Los lugares históricos de Sonoma (la misión, las barracas, la casa de Vallejo y otros lugares) están abiertos de 10 a 17.00 cada día. Se cobra una entrada de US$ 3 por persona mayor de 17 años y US$ 2 para menores de entre 6 y 17 años. www.sonomaparks.org
Informes turísticos: www.sonomacounty.com
Basque Boulangerie Café: abre de 6 a 18.00 cada día. Está en la calle 460 First Street East.
Para ver: Sonoma sirvió de locación para la película Scream 3.
El Sonoma International Film Festival celebrará su 20° aniversario entre el 29 de marzo y 2 de abril del año que viene.
Para leer: El Valle de la Luna, Jack London. Existen varias ediciones recientes en formatos electrónicos. Siglo Veinte publicó una traducción en español en 1946.

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por Redacción OHLALÁ!


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