Ayer a la tarde cayó mi suegra de sorpresa. Cómo detesto que haga eso!
Sonó el timbre, a eso de las 3, miré por la ventana y ahí estaba ella, toda emperifollada, parada en la puerta con bolsas en las manos.
"Es tu mamá", le dije a Nicolás en un tono un poco acusador.
Es que Lucas y Luján se habían quedado dormidos mirando una película, y Marcos estaba con su prima en lo de mi madre. Nico y yo estábamos tranquilos mirando Lost y comiendo restos de conejos y gallinas de chocolate.
Le dije que mintiera. Que dijera que yo también dormía.
Bajó y la recibió. Que traía los huevos de pascuas para los chicos. Que le daba mucha pena que no hubiéramos comido con ellos. Que el padre está deprimido desde que se pelearon. Que no debería irse del estudio. Que debería no hacerlo, aunque sea por la salud de su padre.
Y el asunto fue aumentando. Qué no tiene derecho a hacerles esto. Que todo lo que tiene es gracias a lo que el estudio le dio. Que es una falta de responsabilidad. Que esos chicos están a la deriva. Que no le extraña que yo lo apoye si con tal de separarlo de la familia...
Yo escuchaba todo en silencio. No sabía que hacer. Hacía fuerza por Nicolás, para que la enfrentara bien y no se dejara psicopatear.
En un momento le dijo: "Mamá, basta, estás triste y no sabés lo que decís." Gracias por los chocolates, pero ahora prefiero que vuelvas a tu casa, y no sigamos con este tema en mi casa. Los chicos y Catalina duermen en paz y no tenés ningún derecho de alterar eso.
Y ahí esta mujer se sacó o algo, pero empezó a subir el tono. En un momento no aguanté y más y bajé. Le dije: "Hola suegra. Por qué no escucha a su hijo? Por qué no vuelve a su casa. Por qué no nos deja pasar las Pascuas en paz?"
Se sintió tan ofendida de que Nicolás no la defendiera, que agarró su cartera y se fue con un portazo que despertó a los niños.
Se dan cuenta? Hay que zafar de esa familia.