-¿Qué significado tienen los viajes en tu vida?
-Es una paradoja. Como a la mayoría, la idea del viaje me estimula, y tengo esa pulsión. Ahora, evidentemente hay algo astrológico: yo soy Tauro, bastante terrenal, entonces los desplazamientos me dan un poquito de vértigo. Me cuesta la decisión, pero de todas maneras, después lo disfruto. Para mí es fundamental viajar.
-¿Te considerás turista o viajero?
-Digamos que trato de ser un viajero, pero la mayoría de las veces me siento un turista.
-¿Por qué?
-Porque creo que en el mundo de hoy es muy difícil zafar de los lugares comunes del turista.
-¿Playa o montaña?
-Montaña. Me gusta esa cosa de la sinuosidad, los escondites, las cuevas. En cambio, en la playa todo es más abierto, aunque tampoco me disgusta. Soy muy blanco también.
-¿Qué cosas nunca dejás de llevar en un viaje?
-Ultimamente me llevo una almohadita.
-¿El viaje más largo?
-Dos meses y medio por Brasil. Recorrí bastante el Nordeste.
-¿Usas guías de viajes?
-No, al viajar soy un tipo más bien improvisado, de preguntar mucho. Es más, a veces puedo resultar un poco molesto... Soy el clásico turista preguntón.
-¿Un destino pendiente?
-Me gustaría conocer Irlanda y Canadá, no sé por qué.
-¿El mayor pecado de un turista?
-El turista que no me gusta es el argentino (categoría en la cual me incluyo), porque exhibe demasiado su turismo, se disfraza un poco.
-¿Y cuál es la mayor virtud?
-La decisión de viajar, de vacacionar: No es fácil y me parece muy saludable.
Una corrida cinematográfica
El año último estaba en el Sur filmando la película Pájaros volando , y como surgió un intermezzo, me tomé unas minivacaciones para descansar unos días y me fui con mi mujer hasta Mallín Ahogado, un lugar muy lindo a pocos kilómetros de El Bolsón. Después de parar allí decidimos seguir viaje hacia la isla de Chiloé, en Chile.
Fuimos en autobús y al llegar a la frontera hicimos una parada. En este punto tengo que aclarar que soy un poco paranoico con los viajes, por lo que llegar a la Aduana, mostrar el pasaporte y ese tipo de trámites me ponen muy ansioso. Es una situación compleja.
Así que me fui a tomar un café y en un momento vi que el autobús en el que viajábamos empezaba a partir sin nosotros. Sentí que se iba y se iba, y lo empecé a correr, en una corrida cinematográfica a lo Anna Magnani en Roma, ciudad abierta ( Roma, città aperta ), aquella película dirigida por Roberto Rossellini en 1945, considerada un manifiesto del neorrealismo italiano.
Le gritaba ¡Ehhh! ¡Uehhh ! El chofer escuchó mis gritos y se ve que se asustó, porque paró enseguida. De toda esta situación fueron testigos un montón de turistas de diferentes países, que se burlaron de mí en todos los idiomas cuando finalmente comprobé que ése no era mi autobús. Y traté de sobrellevarlo como pude.
Damián Dreizik es actor y dramaturgo. Acaba de estrenar Groenlandia, unipersonal de su autoría con dirección de Gustavo Tarrío. Viernes y sábado, a las 23, en el C. C. de la Cooperación (Av. Corrientes 1543).