En la lonja de pescado de Tsukiji, la mayor del mundo, la subasta de atún se ha impuesto como una de las grandes atracciones de Tokio, hasta tal punto que su ritual se ve perturbado diariamente por muchos grupos de turistas.
En la desembocadura del río Sumida, en la bahía de Tokio, la lonja de Tsukiji es un espectáculo en sí misma. Por ella pasan al día unas 2300 toneladas de pescado, de más de 400 variedades de todos los rincones del mundo, pero curiosamente no huele a pescado por la rapidez con que entran y salen las mercancías.
Se calcula que las transacciones alcanzan una media de alrededor de 17 millones de dólares al día. En uno de los laterales de este inmenso laberinto de puestos de mayoristas de pescado, convertido en un hervidero de personas y de vehículos, se hallan los hangares donde se negocia el atún, una de las joyas de la gastronomía japonesa. Las piezas que aquí se subastan suelen pesar unos 300 kilos, y se ha llegado a pagar por ellas nueve millones de yenes (77.590 millones de dólares). Un precio que se multiplica al pasar por las manos de los intermediarios.