
T5, un destino en sí
Con arte, compras, tecnología y diseño de vanguardia, la nueva terminal londinense rompe con los esquemas tradicionales de los aeropuertos
28 de diciembre de 2008

LONDRES.- "Puedo verla desde la ventana de mi baño", parece que señaló el duque de Edimburgo cuando visitó las obras de la nueva e impactante terminal de Heathrow, T5. "Y nosotros lo podemos ver a usted", le contestó David Bartlett, jefe de diseño de British Airports Authority (BAA).
Ironías inglesas aparte, hay que decir que el comentario no estuvo tan alejado de la verdad. De hecho, desde los enormes ventanales de la terminal se divisan, inconfundibles, las torres del castillo de Windsor. La silueta de otro símbolo inequívoco de Londres, el estadio de Wembley, también se dibuja un poco más allá.
Es que la nueva terminal es todo cristal, luz, techos altos y más luz. Natural, por cierto, ya que la idea es aprovechar al máximo los rayos de sol y evitar en lo posible la iluminación artificial.
La llamada T5 fue inaugurada a fines de marzo de este año, aunque los vuelos Buenos Aires-Londres de British Airways, aerolínea que usa en forma exclusiva las flamantes instalaciones, comenzaron a llegar aquí a partir de septiembre.
Decíamos que el diseño -a cargo del brillante arquitecto Richard Rogers, creador por ejemplo del Centro Pompidou de París- es uno de los puntos sobresalientes del edificio. Treinta mil metros cuadrados de cristal cubren las paredes de 40 metros de alto, que se extienden a lo largo de otros 396 metros. Tan amplia es la construcción que sería posible instalar 50 canchas de fútbol en los cinco pisos. O en términos londinenses, la terminal principal y sus dos terminales satélite -para 2010 está previsto añadir una tercera- ocupan una extensión similar a la del gigantesco Hyde Park.
El tamaño no responde a un capricho estético: el 90% de los pasajeros de British Airways, nada menos que 30 millones anuales, entrará y saldrá de Londres a través de la Terminal 5, que seguirá con el respaldo de la más antigua Terminal 4.
A pesar de la magnitud del edificio, desplazarse dentro de éste es tan fácil como tomar un ascensor. Porque, más allá de las incuestionables virtudes arquitectónicas de la terminal, la idea subyacente es disponer de la mejor tecnología de punta para eliminar colas, agilizar trámites (por ejemplo, con casi 100 mostradores para hacer el check-in electrónico) y lograr lo que parecía imposible: que no transcurran más de 10 minutos entre la entrada de un pasajero al aeropuerto y su paso por el control de seguridad.
Pero eso sí: mejor que sobre tiempo para hacer algo de shopping. O window shopping , si no quiere gastarse esas libras que aquí rendirán cinco veces más. Pero recuerde que los 112 negocios que incluye el recorrido de compras son tax free , y algunos tan exclusivamente británicos como no encontrará en ninguna ciudad del mundo. Mulberry, Paul Smith, Tiffany & Co., Ted Baker y hasta las mismas tiendas Harrods se dan cita a pocos pasos de las pistas. Incluso el reconocido chef Gordon Ramsey abrió aquí lo que constituye su primer restaurante en un aeropuerto, Plane Food, donde se puede degustar un plato de fritura de ostras con hinojo y limón, con vista a las pistas de aterrizaje.
Aunque también hay opciones más ligeras, desde las refinadas propuestas de Caviar House & Prunier, como los pasteles de Amato o el tradicional five o´clock tea de Huxleys, a la hora de los dulces.
El privilegio de pertenecer
Si la Terminal 5 es lo que podría llamarse un salto generacional con respecto a otros aeropuertos, qué decir de sus salas VIP.
Si usted tiene el privilegio de viajar en First, Club World o Club Europe, o es socio Gold o Silver del Executive Club de British Airways, podrá acceder a alguno de los seis lounges exclusivos diseñados por Davies+Baron, que parecen hoteles boutique antes que salas de espera.
Lámparas de cristal de Swarovski, obras de arte, esculturas colgantes, un spa con los más diversos tratamientos, área de noticias -con televisores gigantes y diarios en todos los idiomas-, un espacio para niños especialmente diseñado porEl Ultimo Grito, bares decorados con láminas de oro y degustaciones de vino o champagne, entre otras, son algunas de las maravillas que ofrecen estos salones.
El súmmum del lujo de espera está en el llamado Concorde Room, que cuenta con un restaurante gourmet a la carta, habitaciones con baño (para usar de día), servicio de mayordomo o una sala para reuniones de negocios (cuyos asientos son los originales del extinto Concorde).
Y claro, como en todo el edificio, los enormes ventanales con vista hasta más allá del horizonte. Por las dudas, más vale mirar a través de los cristales con una sonrisa. No vaya a ser que justo esté observando el duque de Edimburgo desde su baño.
En números
- 6200 millones de euros fue la inversión en la terminal, que requirió seis años de obra y 20.000 trabajadores.
- Se usaron 335.000 metros cúbicos de hormigón, 80.000 toneladas de acero y 30.000 metros cuadrados de cristal.
- La terminal cuenta con 9000 asientos, 103 escaleras mecánicas, 193 ascensores, 800 inodoros y 4000 plazas de estacionamiento.
- El sistema de equipajes está preparado para lidiar con 12.000 valijas por hora y tiene 18 km de cinta.
- El sistema de transporte subterráneo, que conecta la terminal principal con dos terminales satélite, transporta a 6500 pasajeros por hora, en viajes que duran 45 segundos.
Iniciativas verdes
La Terminal 5 es todo lo verde que puede llegar a ser. Entre las iniciativas pro medio ambiente que introdujo British Airways se destacan:
- El 85% del agua de lluvia que cae sobre el edificio se recicla para usos no potables, reduciendo la demanda de agua de la canilla en un 70 por ciento.
- El 85% de la calefacción proviene del exceso de calor generado en la central eléctrica de Heathrow, canalizado a través de un túnel.
- Se plantaron 34.000 árboles y arbustos en torno de la terminal, que fue construida sobre terrenos ganados al suelo pantanoso.
- Se utiliza agua fría para refrescar el ambiente, limitando el uso de aires acondicionados.
- Los motores de aviones, nuevos y más eficientes, minimizan las emisiones de gases nocivos y ya redujeron a la mitad el impacto sonoro desde 1999.
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