

SAN CARLOS DE BARILOCHE.- En una tarde calma, Inés Iparraguirre y Mónica Bonavita hicieron callar por un momento a los pájaros y los perros, detuvieron el viento y congelaron el lago Gutiérrez haciendo sonar siete cuencos de cristal de cuarzo. Fue el domingo pasado en la hostería El Retorno. Ubicada en Villa Arelauquen, rodeada por espectaculares laderas de montaña y a sólo doce kilómetros del centro cívico, la hostería resultó el marco ideal para este evento.
Las delicadas vasijas blancas emitieron un sonido envolvente que llenó todos los espacios durante varios minutos. Utilizados originalmente como técnicas de sanación, estos instrumentos, hijos de los cuencos de metal tibetanos, nacieron en los Estados Unidos en la década del ochenta y llegaron a la Argentina a través del músico multiinstrumentista Anton Smith, quien los fusionó con distintos estilos a la vez musicales y terapéuticos.
El concierto fue iluminado con velas e incluyó imágenes abstractas de Eduardo López.
Los Cafres en Conexión
Domingo 5, a las 13
Bajo un mediodía azul y un sombrero negro, Guillermo Bonetto y compañía extendieron sus deseos de paz y amor a todos los presentes en Conexión. La actividad en las laderas sur del Cerro Catedral se detuvo por un momento para corear las suaves melodías de “Si el amor se cae” y acompañar a Los Cafres en su concierto a 1800 metros de altura. El reggae llama a todos por igual y brinda calma y Los Cafres repartieron música y despertaron la alegría del público en formato low tempo .
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