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TARDE PIASTE




El viernes a las 19 horas llegué al consultorio de nuestra terapeuta vincular.
Esperé en la puerta, para que entráramos juntos, pero y 5 decidí tocar timbre.
La psicóloga me abrió y me quedé sentada en un sillón hasta y media, momento en el que decidí que era prudente llamar por celular a Nicolás, que no había dado señales de vida.
Me atendió al segundo llamado y me dijo "estoy yendo".
Llegó 7 y 50, cuando faltaban 10 minutos para que llegara el próximo paciente.
Se sentó y cuando empezó a explicar que no sé qué del estudio, que no sé qué del tránsito, que blah blah blah, la mujer esta le dijo "lamentablemente, no voy a poder atenderlos hoy porque tengo tomado el próximo turno, pero los espero el viernes que viene".
Nicolás OSÓ poner mala cara, tiene mucho esa cosa medio prepotente de creer que porque paga, tiene derecho a cualquier cosa.
Nos fuimos.
Cómo puedo comenzar a explicarles el ODIO, el rechazo y el desprecio que sentí por mi marido en ese momento?
Cómo puedo decirles que supe, claramente, que era la forma más cobarde que encontró para hacerme saber que no le interesa recomponer nada?
El fin de semana transcurrió conmigo tratando de digerir el mensaje. Un sábado horrible, tristísimo, en el que me la pasé llorando.
Llorando porque le tengo pánico al futuro, porque no quiero dañar a mis hijos, porque no sé qué hacer.
Eso, no sé qué hacer.

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por Redacción OHLALÁ!


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