Tuvimos la suerte de disfrutar junto a mi mujer, Silvana, parte de nuestra luna de miel en Londres, en abril de 2010 . El resto del viaje lo completaban París y Roma, pero eso será parte de futuros relatos.
Londres fue fundada por los romanos hace mas de 2000 años y hoy cuenta con casi 8 millones de habitantes, siendo la más populosa de Europa. Ya había estado en esta maravillosa ciudad en 1993 en gira de hockey y en 2001, visitando a un amigo que vive allá. Tanto para contar de esta ciudad, tanto para ver, pero… ¿por dónde empezar? ¿Por su gente tan amable? ¿Su oferta cultural? ¿Sus amplias atracciones? ¿Sus grandes parques?
Nos alojamos en el barrio de Kensington, típico barrio inglés con casas victorianas de ladrillos rojos y 3 o 4 pisos.
Caminar por Hyde Park con sus ardillas, recorrer Harrod’s con sus lujosos locales y el monumento a Lady Di, ver el cambio de guardia en Palacio de Buckingham o tomar una cerveza en un pub frente al Támesis son algunas de las cosas que pudimos disfrutar en el viaje.
Londres permite visitar sus museos más importantes en forma gratuita: recorrimos el British Museum con su colección de mas de 7 millones de piezas históricas de todo el mundo, como los frisos del Partenón Griego o las esculturas del Mausoleo de Alikarnaso, una de las 7 maravillas de mundo antiguo. Pudimos disfrutar de pinturas históricas como los Girasoles, de Van Gogh, o La Virgen y el Niño, de Leonardo, en la National Gallery, un museo con mas de 200 años en un edificio que recuerda el Congreso Nacional nuestro.
Pudimos hacer grandes caminatas desde la Abadía de Westminster y el Parlamento hasta cruzar el Támesis por el Tower Bridge, con sus emblemáticas torres.
Por el camino vimos y fotografiamos el reloj más famoso del mundo: el Big Ben, símbolo de esta ciudad. Entramos al Tate Modern Museum, antigua usina eléctrica convertida en Museo de arte moderno, donde se pueden ver obras de Dalí, Picasso o Andy Warhol, entre otros. Desde lo más alto de este museo se puede apreciar una magnífica vista del Támesis y de la catedral de St. Paul. Recomiendo ir a Londres en otoño o primavera, escapando del frío y el oscuro invierno, y también del verano repleto de turistas.
Recorrimos a pie las calles Oxford, Bond Street y Regent’s hasta llegar al centro neurálgico de la ciudad, lugar donde se juntan turistas de todo el mundo y a toda hora: Picadilly Circus, con su estatua de Eros, dios del amor.
Una mañana soleada nos dirigimos al mercado de Camden Town, mercado de lo más variado: se puede encontrar ropa usada, artesanías, discos, comics, piercings, alfombras y cortinas exóticas. Ahí, un antiguo establo fue reconvertido en centro comercial, donde se pueden degustar platos de todas partes del mundo. Recomiendo comer comida china, es buena y barata.
Hasta nos hicimos lugar para llegar a Cambridge junto a una pareja de amigos. Ahí disfrutamos de paseos junto al río Cam, recorrimos sus centenarios colegios y sus callejuelas.
Como dijo el poeta Samuel Johnson allá por el siglo XVIII, "Cuando un hombre se cansa de Londres, se cansa de la vida, pues en Londres está todo lo que se puede pedir a la vida". Esta cita sigue siendo válida hoy en día.
Por Juan Manuel Bousiguez
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Saint Malo, cuna de corsarios
Recorriendo Francia debemos habituarnos a la frecuente compañía del asombro y la emoción. Cuando quedan atrás las tierras de Normandía y la estremecedora imagen del Monte Saint Michel y su monasterio, se despliegan las costas de Bretaña, que ofrecen al viajero una de sus joyas más preciadas: la ciudadela de Saint Malo.
Antigua posesión del ducado de Bretaña, República en 1490por franca oposición al rey protestante Enrique IV pasó luego a ser ciudad mimada de Luis XIV, agradecido por las riquezas que sus marinos le arrebataban a los enemigos de la corona y depositaban a sus pies.
En una isla hoy devenida península, rodeada por media docena de islotes nacarados por la espuma del mar, se sostiene el bello caserío que guarda celoso su historia milenaria. En el interior de sus murallas inexpugnables, un laberinto de callejas con las bellas mansiones señoriales, nos inducen a la evocación de otros días, cuando brillaba la opulencia de sus habitantes y resonaban las voces de marinos y comerciantes. Jaques Cartier, Jacques Gouin de Beauchene y Robert Surcouf eran entre otros aventureros, altivos hombres de hierro que en sus fragatas de madera forjaron la gloria de un pueblo, que desde el siglo VI, da que hablar a quienes centurias después pisamos sus piedras.
Ese promontorio rocoso batido por las olas, sobrevolado por gaviotas y cormoranes, acariciado por el verde mar, desmesurado por el altibajo de las mareas, invita a pensar en mundos distantes, en héroes y corsarios que a fuerza de coraje e ingenio le obsequiaron a su ciudad uno de los puertos más poderosos de Francia y una flota temida y respetada en su época.
No hemos de negar que simpatizamos con Saint Malo. Algo de su historia resuena en nosotros. Sólo nos queda esperar el atardecer primaveral y sosegados tras la ardua caminata, sentarnos amablemente en algún café, pedir unas ostras y con un buen vino brindar por la dicha de estar allí
Por Eduardo Protto
Compañeros de ruta
Viena, Budapest y Praga
Buscamos compañeras/os de viaje para visitar Viena, Budapest y Praga, saliendo en agosto, con ganas de recorrer y buena onda. Somos una pareja de jóvenes jubilados de algo más de 70 años. Favor escribir a Ricardo rialco23@gmail.com