
Todos los años, San Pedro cambia las ensaimadas por la música country
A fines del septiembre, la ciudad se llenó de turistas para celebrar el duodécimo festival de la música originaria de Estados Unidos; fotos y crónica
7 de octubre de 2015 • 00:12

San Pedro queda a 164 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, y a 20 de Vuelta de Obligado, donde tuvo lugar la famosa batalla con los ingleses y franceses en 1845. Conocido tanto por su apacible paisaje a orillas del río Paraná y sus barrancas, como por las ensaimadas, una especie de rosca rellena de crema pastelera o dulce de leche, de las que los sampedrinos están orgullosos. Pero la pastelería no es lo único que les hace agrandar el pecho. Desde hace 12 años el municipio inventó un festival de música country que año a año se hace más popular y reúne tanto a gente local como a visitantes de diferentes puntos del país que, movidos por la intriga, se acercan a ver de qué se trata este fenómeno.
Esta edición se hizo entre el 25 y el 27 de septiembre, un fin de semana soleado, después de días y días de lluvia. Gustavo Laurino, periodista y mentor del sitio web country2.com, está instalado en el predio. Él fue quien tuvo esta original idea en 2003. El Festival empezó siendo algo chico, que tenía lugar en un anfiteatro, hasta que se trasladó al aire libre y desde entonces se celebra en el Paseo Público de la ciudad. Los artistas no cobran por asistir y tiene un espíritu festivo que contagia. En esta edición se esperaban 20 mil personas: asistieron 25.000.
Todo estaba listo: el escenario, las carpas, los puestos de comida -el de conopizza, churros, cerveza, fernet y agua, choripán, hamburguesas, pochoclo, garrapiñada-, los de carteras y relojes, los de remeras motoqueras. También, manteros que venden sombreros de cowboy (salen 90 pesos y son el mejor suvenir) y camisas a cuadros; hay uno que vende muñecos de cera (hay enanos como los de Amelie, Minions y también frascos con tortugas). Es una gran feria de objetos varios.
Viernes
Ese viernes a la tardecita empieza el único festival argento donde la música originaria de Estados Unidos es el centro de la escena. Hay algo así como doce bandas, el cierre está a cargo del grupo brasileño Rodrigo Haddad & Pure Country Band. El espíritu tejano se siente en todo San Pedro. El camping Tiro Federal, por ejemplo, se quedó sin cupo. La gente se sienta en los bancos y la música suena en todos lados. Hay guitarreros haciendo temas de Pappo y muchas motos. La mayoría viste como vaquero, con botas tejanas y camisas con motivo cuadrillé. Los sombreros adornan cabezas de hombres, mujeres y niños. Después de comerse un asado, la gente camina hasta el predio y termina en los bares. Creedence se escucha y en las calles se ven bailarines de line dance.
Allí está Pablo, un porteño que desde el 2010 viaja para bailar con sus amigos Line dance, pero que, para estar a tiro, practica durante todo el año. El Line dance es una de las imágenes más pintorescas del encuentro: grupos de personas -de 4 a 70 años, vestidas con botas tejanas y sombreros- se mueven en una línea imaginaria que avanza siempre en sentido contrario a las agujas del reloj. Hacen cuatro pasos para los costados y después otros cuatro para adelante y atrás, en coordinación y tempo perfectos.
Sábado
El sábado San Pedro sigue recibiendo gente: hay motoqueros con sus Harley Davidson, sus jeans y camperas de cuero. Algunos cuelgan sus banderas en los árboles y se suman a las familias que disfrutan al aire libre de las bandas que se suceden casi sin tregua. Entre los atractivos del Festival, donde el country y sus derivados -bluegrass, swing, rockabilly, rock sureño, folk- alegran la tarde, está Yulie Ruth y su mujer, que hacen el tema que compuso el bajista del Carpo, "Juntos a la par" pero con un espíritu country; y Billy La Rocka. Hay espacio para los referentes argentinos más jóvenes, como la banda de chicas Holy Cows; Fernando Goin con su country blues; la agrupación folk The Monkeyness. El final queda a cargo del norteamericano Mack Stevens que convierte el pasto en pista de baile y hace sentir por un rato que en cualquier momento se viene la monta de toros.
Domingo
El domingo, el festival ya está instalado. La gente en el camping se reúne con sus vecinos y el predio está en su máxima ocupación. Mantas y sillas proliferan por doquier; muchas familias que conviven pacíficamente con los motoqueros y los fans del country. Se toma mate, y también cervezas. "A mí me encanta la música de Estados Unidos; es la primera vez que venimos, pero vamos a volver", dice Héctor. También hay banderas confederadas, emblema de los secesionistas opuestos a la abolición de la esclavitud en Estados Unidos que estaban asociados al country. Pero son los menos.
El último día está reservado para quien fue en los 60 un símbolo del rockabilly en la Argentina: Johnny Tedesco, el ex miembro del Club del Clan, hace bailar a todos con "El rock del Tom Tom". Para terminar (y después de 40 shows), John Mc Inerny y su impecable tributo a Elvis Presley. Mientras miles de personas se apoyan en el tronco que los separa del escenario y levantan sus sombreros: fuegos artificiales, y hasta el próximo año.
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