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Tour paulista, del helipuerto al bodegón

Empezando por los once millones de habitantes, San Pablo tiene de todo: ruido y vértigo céntrico, y también barrios tranquilos donde comer en la vereda




SAN PABLO.- Cautivante, esta ciudad inquieta el espíritu desde sus rascacielos, avenidas interminables, el incesante ir y venir de peatones, y una agenda que fluye vital en medio de las contradicciones sociales.
La avenida Paulista y sus calles cercanas, buscadas por los viajeros de negocios, con hoteles cinco estrellas, restaurantes y tiendas VIP, son un buen punto de partida. En especial, el tramo de doce cuadras de la rua Rafael de Barros a Haddok Lobo, donde la vida cultural se advierte a cada paso. Y vale el ejemplo del Museo de Arte de San Pablo (MASP), icono paulista que hasta el 20 de agosto tiene una muestra de Edgar Degas ("la más importante de este artista ideada en América del Sur", dicen los organizadores), con más de 120 obras.

La gran avenida

Es sólo el comienzo. El Centro Cultural Fiesp, construido en los años 70 con forma de pirámide, donde se hacen exposiciones temporarias de arte brasileño; el Instituto Itaú Cultural; el Conjunto Nacional, donde hay librerías, cines y un espacio para el arte, y un caserón de 1905 (en el N° 1919), único sobreviviente, entre tantos rascacielos espejados, de los primeros años de la avenida, son algunas de las paradas para tener en cuenta.
En el Centro de Información Turística (al 1500 de la Paulista, casi frente al parque Trianon), gentiles guías reiterarán las sugerencias: no llevar objetos de lujo; moverse en taxi cuando se va de noche con destino preciso. Los taxis suelen ser seguros y cobran entre 15 y 25 reales para ir a los sitios más turísticos, siempre que no sea presa de los congestionamientos de tránsito que suelen sufrir algunos barrios.

Compras chic y café

Haddok Lobo, a la altura de la estación del metro Consolação, invita a dejar de lado el vértigo de la Paulista. Veredas arboladas, edificios de categoría y una suave pendiente nos llevan (en un tramo de siete cuadras) hasta Oscar Freire, una de las ruas paulistas más chic. Locales de las primeras marcas de indumentaria, joyas, zapatos, casas de decoración y diseño, que cierran a las 20, además de una variada oferta gastronómica, se multiplican en la zona, en especial en el sector más bonito de Freire (de unas 10 cuadras), entre las avenidas Rebouca y Casa Branca.
Santo Grão, punto de encuentro de profesionales, empresarios y turistas, es una buena opción para hacer una pausa. Variedad de granos de café, buena música, mesas iluminadas con velas, revistas y una importante máquina torradora, que trabaja a la vista de todos, son atractivos suficientes en este pintoresco restó, que está abierto hasta las 2 y tiene una vedette: una bolsa de café de la Fazenda Santa Elena, Minas Geraes, que ganó la Cup of Excellence 2005, organizada por la Alliance for Coffee Excellence. De las doce sacas que produjo Santa Elena para el concurso, sólo ésta permanece en Brasil (fue comprada en 17.000 reales), mientras las restantes fueron vendidas a Australia y Canadá. Imperdible, un capuchino doble cuesta allí 4,90 reales y degustar tres tipos de café premiados, 16.
Más allá de la Paulista, el Memorial de América latina (avenida Auro Soares de Moura Andrade 664), un proyecto de Oscar Niemeyer inaugurado en 1989 y dirigido al arte y la cultura; el Teatro Municipal, refaccionado hace dos años, y el parque Ibirapuera, que alberga al Museo de Arte Moderno (MAM), con un acervo de 4000 obras de arte brasileño, son otros de los puntos centrales.

El mercado y el Brahma Bar

Si dispone de un poco más de tiempo, el Mercado Municipal (rua da Cantareira 306) ofrece frutas, hortalizas, pescados y condimentos de todos los colores y gustos, que dan un indescifrable mix de aromas. Con seis restaurantes en la parte superior, el edificio cierra a las 18, pero sus puestos lo hacen a las 17.
Entrada la noche, un buen encuentro con el samba se puede dar en el tradicional Brahma Bar, en una de las esquinas paulistas más emblemáticas: Ipiranga y São João, que inspiró a Caetano Veloso en Sampa (forma cariñosa de referirse a esta ciudad) cuando canta: "Alguna cosa acontece en mi corazón que sólo ocurre cuando cruzo Ipiranga y la avenida São João". Inaugurado en 1948, el bar se convirtió en reducto de intelectuales, políticos y artistas, entre ellos el ex presidente Ricardo Cardoso, en sus tiempos de profesor de Ciencias Políticas de la USP, y el sambista Ary Barroso, compositor de Acuarela do Brasil . Tras permanecer cerrado entre 1998 y 2001, hoy luce como en sus épocas doradas.
Dicen que vende 60.000 chops por mes, su especialidad, muy recomendable. Allí, una comida completa sale unos 80 reales por persona y los shows, que comienzan a las 23 y terminan cerca de la 1, entre 15 y 35, según el cartel del cantante. Vale la pena preguntar por las presentaciones periódicas de Jamelão, un conocido sambista, de 95 años, que emociona cada vez que sube al escenario.
¡Ah! Si todavía no obtuvo una de las mejores fotos de la ciudad, vaya al Edificio de Banespa, en la rua João Brícola 24. Con documento de identidad en mano y siempre de lunes a viernes, entre las 10 y las 17, se puede acceder en forma gratuita al mirador del piso 35 para gozar de una magnífica vista panorámica. Sólo resta hacer clic y disfrutar de una imagen única, con San Pablo a sus pies.

Palermo Madalena

Con aires de nuestro Palermo SoHo, casas bajas y un toque de bohemia, el barrio de Vila Madalena comenzó a ganar espacio en la noche paulista a principios de 2000 hasta convertirse hoy en uno de los lugares más elegidos por los jovenes (y no tanto), que en su treintena de restaurantes y bares encuentran comidas típicas, pizzas, picadas, cocina internacional y hasta los tradicionales chops, infaltables en casi todas las mesas.
La rua Aspicuelta, a la altura de Fradique Coutinho, puede dar inicio al recorrido. Allí, y en los cuatrocientos metros siguientes se concentra parte de la movida nocturna, con más de una docena de locales, que trabajan a full desde las 20 hasta pasada la 1, y más también. Recomendable, el restaurante São Cristóvão, en homenaje a un equipo de fútbol carioca muy chico que en 1926 logró su único campeonato de Estado. Fotos de Pelé, Rivelino y otros astros (algunas firmadas), y hasta de la Bombonera, decoran el local, donde los mozos atienden con una camiseta verdeamarelha de los años sesenta.
San Jorge es otro de los clásicos. Apenas se traspasa la puerta, llama la atención el techo, decorado con incontables botellas de cerveza, y un mural del santo. Aquí, la especialidad es frango (pollo) grillado, que se acompaña con distintas guarniciones y cuesta unos 30 reales para dos personas, además de la cerveza en garrafa servida en balde.
En honor a una playa de Copacabana, Posto 6 parece una postal del Río de Janeiro de los años 60 y 70. Amplios ventanales a la calle, un DJ y una enorme foto del Maracaná dan un toque especial al restaurante, que tiene un sector de cocina japonesa y pescados. El menú ronda los 50 reales para dos personas.
La gastronomía también se extiende en otras calles: Mourato Coelho, Fradique Coutinho, Wisard, Harmonia, Fidalga, Delfina y Girassol, mientras los grupos de música popular brasileña en vivo no dejan de animar las noches, como en el Bar Municipal y en Pero Vaz, sin paredes exteriores, una barra en L, paredes azulejadas y mucho ritmo local.

Después de comer

Sin embargo, no todo es gastronomía. Apenas se desandan las calles del barrio, algunas con leve pendiente, aparecen las casas de decoración, artesanías e indumentaria. Claro que el momento ideal para comenzar este recorrido por el diseño es la mañana o las primeras horas de la tarde, ya que la mayoría de los locales suele bajar sus persianas a las 20.
Una de las opciones para llegar es el metro, con un boleto de 2,10 reales, que tiene una terminal en este barrio y demora unos 20 minutos desde el centro.
Predominan los negocios de indumentaria, dirigidos en especial a las mujeres, como el de Paula Zaragüeta, y de diseñadores independientes que experimentan con nuevas texturas. Entre ellos, la Casa da Rosa, de Renata Tavares, donde los sacos bordados y las polleras rústicas ganan protagonismo.
Los textos completan el paisaje de este barrio: la Livraria Lima Barreto, Inácio Rocha 414, que también sirve riquísimos crêpes, y la Livraria da Vila, en Fradique Coutinho 915, son buenos ejemplos. También Fnac, en Praça dos Omaguás 34, Pinheiros (hay otra sucursal en avenida Paulista 901), que abre todos los días, de 10 a 22.
Si el día elegido para recorrer Vila Madalena es un sábado, una cita obligada es la Plaza Benedito Calixto, entre Cardenal Arcoverde y Teodoro Sampaio, que se transforma en una gran feria con antigüedades, ropa y mucho más.
Por Julio Céliz
Enviado especial

Dormir, por 4000 reales o por 73

Once millones de habitantes y 1.500.000 viajeros mensuales que llegan a sus aeropuertos de Guarulhos y Congonhas (un gran porcentaje, por negocios), son cifras que hablan por sí solas. Por eso no sorprende en la city paulista la amplia oferta de hoteles de cinco y cuatro estrellas, y la presencia de varias cadenas de renombre internacional, como la francesa Accor, que cuenta aquí con 32 establecimientos para todo presupuesto.
El Sofitel San Pablo, en Sena Madureira 1355, muy cerca del Parque Ibirapuera, el área verde más importante de la ciudad, es la propuesta VIP. Cuenta con 210 apartamentos y suites, con precios de 415 reales a 4000 (por una suite de 250 m2), distribuidos en 19 pisos. También tiene dos restaurantes de renombre en la gastronomía paulista: Aquarelle y P. Verger (inaugurado en marzo último, en homenaje a este fotógrafo francés). En las mesas, una entrada cuesta de 30 a 60 reales, los platos principales, entre 34 y 75. Un Business Center, helipuerto, canchas de tenis, sauna forman parte de este complejo.
Novotel, Mercure, Ibis y Pharthenon son otras marcas de esta cadena, que tiene en los Fórmula 1 una oferta más económica: habitaciones para tres personas por sólo 73 reales, con desayuno aparte (5 reales).
La novedad: la apertura en diciembre próximo del Sofitel Jequitimar Guarujá, a 90 kilómetros de San Pablo. Un cinco estrellas con 301 apartamentos, spa de 800 metros cuadrados y un mall con 600 tiendas. Todo rodeado por la mata atlántica y a metros de la playa de Pernambuco.

Donde hasta estacionar es más caro

Una veintena de shoppings distribuidos en el centro de la ciudad y barrios aledaños componen la oferta en el momento de ir de compras. El Shopping Center Iguatemi San Pablo, en la avenida Brigadeiro Faria Lima, corazón del residencial barrio Jardim Paulistano, es uno de los top. Inaugurado en 1966 y pionero en su tipo en Brasil, cuenta con once restaurantes, 60 locales de moda femenina y 36 para hombres, entre una variada gama de rubros.
El Villa-Lobos, avenida de las Naciones 4777, en Altos de Pinheiros, es otro de los complejos comerciales importantes. Ambos poseen servicio gratuito de wi-fi en las áreas de comidas y recreación.

Daslu, helipuerto y yates

Sin embargo, para los que deseen ir a un lugar superexclusivo, Daslu es la opción. Esta tienda ocupa un suntuoso edificio de 20.000 metros cuadrados, en la avenida Chedid Jafet 131, donde los lujos están a la vista: helipuerto con sala de espera para los brasileños que llegan desde distintos puntos del país y 120 marcas de indumentaria de primer nivel mundial, como Chanel, Dior, Prada, Armani, Gap y otras, distribuidas en sobrios locales.
Para evitar la presencia de curiosos en este palacete neoclásico de cuatro pisos, inaugurado el año último, una primera traba es el estacionamiento: 15 dólares la hora, que son descontados al presentar un ticket de compra o si se está en la lista de 4500 clientes VIP.
Visitado por artistas, ricos y deportistas de elite, aquí es posible comprar indumentaria, y también autos deportivos, joyas y... yates.

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