

Nadie conoció la Patagonia como el Perito Francisco P. Moreno en el siglo XIX. Y puede decirse que muy pocos la conocen como él, aun a fines del siglo XX.
Tantas y tan profundas fueron sus recorridas a caballo o a pie que buena parte de los lugares que él descubrió todavía siguen siendo relativamente desconocidos. Y, sin embargo, nada es tan interesante -y totalmente accesible- cómo seguir hoy los itinerarios de Moreno con la ayuda de sus propios libros, que sirven de inmejorable guía turística.
No es una casualidad que uno pueda moverse hoy en automóvil casi por los mismos lugares por los que se desplazaba Moreno para conocer la geografía del país. El mapa vial argentino le ha hecho justicia, seguramente sin saberlo, porque las rutas fueron desarrollándose por las mismas facilidades naturales -valles o quebradas- por las que penetró Moreno, que seguía, a su vez, los datos que le facilitaban los indios.
Las descripciones de Moreno, excepcionalmente precisas, pueden visualizarse muchas veces desde el propio automóvil. En sus escritos hace mención de cerros, ríos, lagos y curiosidades geológicas que ayudan a identificar, kilómetro a kilómetro, cualquier trayecto patagónico, ya sea que uno baje por la ruta 40 desde el sur de Mendoza hacia Chos Malal como si bordea el imponente río Santa Cruz por la ruta provincial 9, entre Piedrabuena y El Calafate, remedando la travesía de 1876 en la que Moreno remontó el Santa Cruz para descubrir los lagos Argentino y San Martín o explorar los valles chubutenses de Cholila, Esquel, o río Senguer.
Ayer y hoy
Una recorrida por los mismos caminos de Moreno permite, además, una comparación de extraordinario interés: verificar, paso a paso, la exactitud de sus descripciones y anotar qué es lo que cambió y que es lo que se mantiene tal como hace más de un siglo.
Un ejemplo al azar: todo está casi exactamente igual en los valles de los ríos Tecka, Senguer o Mayo en Chubut; todo es distinto en las costas del Nahuel Huapi donde surgió una gran ciudad allí donde Moreno sólo vio agua y montañas, y aun falta concretar, al borde del siglo XXI, sueños como los que imaginó Moreno ya en 1890 al describir quie la línea férrea del Sur debería pasar a Chile por el paso de Pino Hachado, hoy reconocido como el paso más favorable pero que aún espera una decisión tan estancada como el propio ferrocarril.
Del mismo modo, una cosa era el río Limay por el cual Moreno logró escapar de los indios en 1880 en una precaria balsa y otra es hoy, transformado en sucesivos embalses que dieron lugar a grandes lagos artificiales.
Y también asombra leer la clarividencia ecológica de Moreno, un siglo antes de las actuales preocupaciones ambientales, en párrafos plenos de preocupación como en los que describe su indignación por la matanza de ballenas en las costas de Chubut (ver cuadro aparte).
A gusto de cada uno
Lo bueno de los itinerarios de Moreno es que uno puede tomarlos en conjunto o por tramos y empalmar tranquilamente la descripción del gran explorador y científico.
Si usted quiere seguir geográficamente los recorridos de Moreno de norte a sur, conviene tomar por la ruta 40 desde San Rafael (Mendoza) hacia Neuquén. Por allí comenzó Moreno uno de sus grandes viajes de exploración por el norte de la Patagonia.
Si usted se encuentra en Bariloche, por ejemplo, es recomendable hacer unos pocos kilómetros hacia el Este por la ruta 23 (de ripio) rumbo a Pilcaniyeu -pasando por una parada obligatoria, la estación Perito Moreno en un típico paraje patagónico- y desviarse luego hacia el Sur por la ruta 40 para bajar hasta El Maitén y Leleque, en Chubut. Prácticamente nadie circula por allí, la ruta es muy buena en todo tiempo, y es exactamente por allí por donde exploró Moreno a caballo en el siglo XIX.
Otra alternativa totalmente al alcance de cualquier automovilista es la de recorrer toda la región de los lagos Aluminé, Ñorquinco y Moquehue, que Moreno describe puntillosamente en su búsqueda de la divisoria de aguas de la cordillera en los pasos del Arco, Ycalma o Pino Hachado.
En el extremo sur
Y naturalmente, nada es tan impresionante como seguir los pasos de Moreno en su gran viaje al extremo austral. En tal caso, con el ánimo dispuesto a recorrer miles de kilómetros, nada es más recomendable que seguir capítulo a capítulo su libro Viaje a la Patagonia Austral , remontando desde el Atlántico la ruta provincial santacruceña número 9, junto al río Santa Cruz.
El trayecto que a Moreno le tomó muchos y penosos días ya que avanzaba con caballos que tiraban el bote desde la ribera del enorme río Santa Cruz, se hace hoy en unas cuatro horas de auto desde Piedrabuena. A medida que la cordillera aparece en el horizonte uno puede imaginarse la emoción que debía experimentar Moreno a medida que distinguía esos picos de excepcionales características.
Y luego se remonta la ruta 40 en su trayecto paralelo al río La Leona -donde Moreno fue atacado por una hembra puma, dando así origen al nombre con que bautizó a ese río- para llegar sucesivamente a los lagos Viedma o San Martín y acceder al punto máximo de la cordillera patagónica, el gran macizo del Fitz Roy y sus cerros aledaños.
Quien recorra hoy esa región con el libro del Perito en la mano coincidirá sin duda con la síntesis del própio Moreno: "He visitado Suiza y sus grandes lagos, después de haber recorrido la Patagonia andina; ninguno de sus lagos puede rivalizar con la majestad imponente, inmensa, del lago Viedma; ninguno de sus glaciares con el mar de hielo, semejante a un pedazo de costa groenlandesa, dominado por el Fitz Roy".
Por Germán Sopeña
De la Redacción de La Nación
De la Redacción de La Nación
Circuitos
Las exploraciones del incansable Perito Moreno se hicieron, naturalmente, a pie y a caballo, durante meses enteros pese a la sorprendente velocidad a la que se desplazaba. Lo llamativo de sus increíbles recorridos por el sur argentino radica en que fue descubriendo pasos y senderos naturales que son, hoy, casi el mismo trazado de las rutas construidas para viajar en auto.
Cualquier viajero dispuesto a recorrer muchos kilómetros, y por caminos no siempre pavimentados, puede repetir entonces hoy casi los mismos trayectos, observar los mismos paisajes y sacar las mismas fotos que obtuvo Moreno en sus reiterados viajes de exploración al Sur desde 1875 hasta 1899.
Si usted se lo propone, hay varias alternativas recomendables y relativamente sencillas de concretar. A saber:
1) Circuito San Rafael (Mendoza), río Barrancos (Neuquén), Chos Malal, Las Lajas, Paso Pino Hachado, Paso del Arco, lagos Aluminé y Ñorquinco, Zapala, Catan Lil, Junín de los Andes, San Martín de los Andes, camino de los Siete Lagos, Bariloche.
2) Circuito Bariloche , Pilcaniyeu, El Maitén, Leleque, Cholila, lago Futalaufquen, Trevelin, Esquel y retorno. Desde Bariloche, retornando al Este rumbo a la vieja ruta 40, de ripio, se puede repetir a la perfección, desde Pilcaniyeu en adelante, el viaje que realizó Moreno en 1896 por esa zona mesética cuando ya comenzaban a instalarse las primeras estancias en la región.
3) Circuito Esquel, Tecka, Río Pico, Aldea Apeleg, Alto Río Senguer, lago Fontana, lago La Plata, Río Mayo, río Fénix, lago Buenos Aires. Este recorrido transcurre por zonas mucho más desoladas y que se mantienen prácticamente idénticas a la época en que Moreno caminaba por esos lugares. Según la descripción de sus libros es fácil observar en esos trayectos el lejano origen glacial de la región.
4) Circuito Río Santa Cruz , lago Argentino, río La Leona, lago Viedma, El Chaltén, cerro Fitz Roy, lago San Martín. Sin dudas, el viaje más excepcional y más extenso de todos los realizados por Moreno. Descripto admirablemente en su libro Viaje a la Patagonia austral .
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