Tres recomendaciones si viajás a la capital de Nueva Zelanda

A solo 10 minutos del centro de Wellington, la capital de Nueva Zelanda, y por encima de la colina del barrio de Brooklyn se encuentra una turbina de viento que da paso a una de las caminatas más increíbles que se puedan disfrutar estando tan cerca de la ciudad. Tomando el camino de Zelandia, pasando por el observatorio, una pequeña valla nos separa de un fantástico destino situado apenas a cuatro kilómetros: la reserva natural de Red Rocks.

Son rocas rojas como indica su nombre, por causa del hierro formadas hace más de 200 millones de años por erupciones volcánicas submarinas. El inicio del recorrido nos permite descubrir un camino por las típicas colinas verdes de Nueva Zelanda, llenas de flores silvestres, y tremendas vistas del océano. Si el día acompaña, podemos llegar a ver incluso los picos nevados de la isla sur. Sobre el final de ese camino, aparecen los viejos bunkers de observación de la Segunda Guerra Mundial. Y ya casi llegando a destino, un valle nos deja atónitos con sus flores, sus arroyos serpenteantes y tanta vida silvestre. Finalmente, la joya del recorrido: Red Rocks. Una reserva marina y el lugar donde podemos encontrar colonias de lobos marinos. Más info acá.

Nació como una zona de las clases trabajadoras, pero con el pasar de los años se fue transformando en uno de los barrios más cosmopolitas de la ciudad de Wellington, con mayor identidad y sentido de comunidad. Cada año se celebra el Newtown Festival: 10 días completos al aire libre. Es un evento interesante, que permite disfrutar de música local, arte, comidas típicas y todo tipo de expresiones artísticas. También se aloja en este barrio el zoológico de la ciudad y, a su lado, el parque de Newtown, del que se escuchan los sonidos de sus animales.

Por la mismísima Riddiford Street y sus pequeñas transversales, encontramos la fantástica tienda de discos de vinilos de Wilson Street, que se camufla entre casas victorianas adaptadas a la moderna juventud que las habita. La parada infaltable es el bar Moon, que entre pizzas abre paso a veladas de jazz, electro y hip-hop combinados en un ambiente de relax inigualables para los que buscan un buen plan para el lunes por la noche. Completan el paisaje las tiendas de ropa vintage y pequeñas cafeterías. Más info acá.

Es el monte más cercano a la ciudad. La cima despejada de edificios en altura nos regala una vista de 360° donde podemos ver absolutamente todo Welly y, además, para los que se animan, a través de una caminata de dos horas por el monte, se pueden llegar a conocer los barrios que se encuentran alrededor, por ejemplo uno de mis favoritos por sus colores y construcciones: Hatatai.

El Monte Victoria tiene un puente que lo atraviesa y que cruza de un lado a otro estos barrios y nos permite llegar a una de la costas más tranquilas de Wellington, como lo es Evans Bay. Este monte tiene un increíble encanto: ¡Atención fanáticos de El señor de los anillos! ¿Recuerdan cuando los hobbits Frodo y Merry se esconden de los espectros del anillo? Bueno, ¿adivinen qué? Lo hacen en uno de los senderos del Monte Victoria. Más info acá .

Hace más de siete años me fui a probar suerte a Londres y seguí de viaje. Hace cinco meses decidí instalarme en Wellington. Alquilo una casa con unas amigas kiwis y trabajo como bartender en un hotel reconocido por su coctelería. Disfruto de los sabores de la isla, de su gente, que es muy amable, de su cerveza artesanal y de su cultura. Tomar mate es difícil y caro, pero no imposible. La vida al sol de Nueva Zelanda es linda.