Túnez: viaje a la tierra de Star Wars
Una aventura por los exóticos pueblos amazighs, donde Lucas filmó su fantástica saga
23 de julio de 2017
Mos Espa, a las afueras de Tozeur, o los pagos de Anakin Skywalker antes de rendirse al Lado Oscuro - Créditos: Ricard Gonzáles
TÚNEZ.- Amos y dueños del Norte de África durante siglos, los amazighs -o bereberes- han visto como su cultura y su lengua se han prácticamente extinguido en Túnez, consecuencia de su fusión con el árabe y de la política de marginación del Estado. Sin embargo, curiosamente, algunos de sus rasgos se han integrado en uno de los más potentes productos de la cultura de masas global a caballo entre los siglos XX y XXI.
Aunque pocos lo saben, los preciosos pueblos amazighs del interior de Túnez inspiraron al director George Lucas en la creación del fantástico universo de La guerra de las galaxias.
Una ruta por la galaxia amazigh de Túnez permite no solo descubrir una cultura milenaria sino también algunos de los paisajes más salvajes y bellos del Norte de África. No en vano, fue este atractivo el que cautivó a Lucas y le impulsó a filmar en este país muchos de los exteriores de su rutilante serie. Los fans de la saga descubrirán que la acción no sucedía realmente en una galaxia muy lejana.
El punto de partida en esta aventura es la capital. En su aeropuerto, entre una amplia oferta, es posible alquilar un coche a un precio asequible, unos 25 dólares al día. En total, el recorrido suma unos 1300 kilómeros y cinco días, por lo que es recomendable que el vehículo sea cómodo y espacioso.
De camino hacia el sur tunecino, corazón de la identidad amazigh, vale la pena hacer una parada en el pintoresco pueblo de Takruna, a unos 110 kilómetros de la capital. Encaramado a la cima de una colina, como es habitual en los poblados amazighs por razones defensivas, ofrece unas magníficas vistas de los policromados valles de su alrededor y de las montañas escarpadas de Zaguan, con un azulísimo mar Mediterráneo en el horizonte.
Tan difícil era de expugnar que aquí se refugiaron los últimos vestigios de resistencia nazi ante la ofensiva aliada de 1943, en la Segunda Guerra Mundial. La mayoría de las casas de Takruna están abandonadas y solamente cuatro familias residen durante todo el año. En invierno, ausentes las hordas de turistas y todavía cerrado su panorámico café, el silencio es sepulcral, tan solo perturbado por el viento.
Entre sus pocos habitantes, se cuenta Beshir, un funcionario del ministerio de Cultura de mediana edad responsable de mantener la zawya del pueblo, una especie de capilla dedicada a un marabout, un hombre santo capaz de efectuar milagros según la tradición filosófica sufí del Magreb. El edificio cuenta con una cúpula cubierta con un mosaico de tejas verdes, tradicional en la arquitectura tunecina de los siglos XVII y XVIII, y en su interior está enterrado un discípulo de un marabout originario de Oriente Medio. "Ahora ya no hay peregrinajes ni celebraciones. Las plegarias para que cure a enfermos son pura superstición", asegura Beshir, haciéndose eco de la ortodoxia en el islam, que considera una herejía adoptada del cristianismo la existencia de hombre santos que interceden ante Dios.
Aunque Beshir se muestra orgulloso de sus orígenes amazighs, reconoce que la lengua se ha perdido en Takrouna y alrededores. En Túnez, menos de un 1% de la población ha conservado este idioma tras las políticas de arabización puestas en marcha después de la independencia, en 1956.
La situación en otros países de la región es diferente. Actualmente, más de 35 millones de personas aún hablan alguno de los dialectos del amazigh, una cultura a la que pertencen diversas de las etnias que ocupan buena parte del territorio comprendido entre el océano Atántico y el valle del Nilo, desde la costa mediterránea hasta la región del Sahel. En su mayoría, rechazan el adjetivo bereber, como son conocidos más allá de sus tierras, pues el vocablo proviene del griego bárbaro y posee una connotación despectiva. En cambio, en su propia lengua, amazigh significa hombre libre, una mejor definición de este pueblo fiero e independiente.
Tras esta parada, toca un largo tirón de cuatro horas de carretera hasta Tozeur, ciudad bautizada como la Puerta del Desierto, cercana al confín algerino. La ciudad merece una visita por su frondoso y extenso oasis, así como por su original casco antiguo, el barrio de Ouled el-Hadef. Construidas con ladrillos, colocados para trazar formas geométricas a modo de decoración, las viviendas son de un color marronáceo parecido al del desierto colindante. Entre su laberinto de callejuelas, se esconde algún bonito café y un Museo Arqueológico.
La cena en el restaurante Dar Deda, especializado en cocina de la región, ya sugiere que nos aproximamos a territorio galáctico. Una cabeza de Darth Vaider observa desde un hueco excavado en la pared a los comensales. Y es que a solo unos 15 kilómetros se ubica el mayor y mejor conservado decorado de los que se edificaron en Túnez para la grabación de La guerra de las galaxias. Concretamente, se trata del puerto espacial de Mos Espa, donde residía el esclavo Anakin Skywalker antes de pasarse al lado oscuro, y que aparece en los episodios La amenaza fantasma (1999) y El ataque de los clones (2002).
El set, formado por diversas casas y antenas de cartón piedra, se halla en pleno desierto del Sáhara, rodeado de dunas. Un niño con un modosito cachorro de zorro del desierto asalta a los visitantes ofreciendo una foto a cambio de la voluntad. Sus hermanos mayores se encargan de organizar un paseo en camello por los alrededores.
Otras escenas de la saga fueron también rodadas en la región de Tozeur. En mitad del Schott el-Jerid, una enorme y desolada salina de 5000 kilómetros cuadrados a las afueras de la ciudad, se encuentra una construcción en forma de iglú en la que se filmaron los exteriores de la vivienda de Luke Skywalker. Y los eriales de Jundland, un impresionante cañón desértico, no sirvieron sólo para la primera de las entregas, en 1976, sino que allí también se filmaron Indiana Jones y el arca perdida y El paciente inglés.
Como el planeta Tatooin
La próxima etapa del viaje revela hasta qué punto Lucas se inspiró en los amazighs tunecinos para su obra más célebre. Con puertas arqueadas y techos en cúpula, pocas son las diferencias entre la arquitectura tradicional de los poblados amazighs de la provincia de Tatauín y las edificaciones de Mos Espa, por cierto, emplazada en un planeta de nombre Tatooin. El director estadounidense tomó prestados incluso los nombres.
Es en esta provincia remota y desértica, fronteriza con Libia, donde mejor se ha conservado la lengua amazigh. "En esta región hay tribus árabes y amazighs. Y los amazighs, entre nosotros, continuamos hablando nuestra lengua. Por apego a nuestra identidad, y porque a menudo es útil poder comunicarnos sin que nos entiendan", confiesa con una sonrisa pícara Latifa, mujer independiente y empresaria del sector hostelero, una rareza en las zonas rurales tunecinas.
Tatauín es sobre todo conocido por sus ksour, antiguas ciudades fortificadas. En la provincia, se cuentan una veintena, y las más interesantes son Chenini, Douiret y Ghermassen. Todas comparten varios rasgos: están situadas en las laderas o cimas de escarpadas montañas que regalan vistas impresionantes; han quedado total o parcialmente despobladas al edificarse en los años 60 ciudades nuevas en la planicie, con comodidades como agua corriente y electricidad, o una escuela pública; algunas de sus viviendas son levantadas con piedras, mientras que otras fueron excavadas en la roca en tiempos immemoriales aprovechando cuevas naturales.
Curiosamente, el ksar con una arquitectura más excepcional y mejor conservada, el de Ouled Sultan, se halla en un valle y no una cumbre. Se trata de un complejo de varios edificios de cuatro plantas que ejercían de granero fortificado en el que también se fijó Lucas como localización para su primera película de la serie.
En esta zona, se han rehabilitado diversos ksour para convertirlos en hoteles. Uno de los más bonitos es el Asnaped, de Douiret. Excavadas en la roca, sus habitaciones trogloditas gozan de un privilegiado aislamiento térmico, ideal tanto para invierno como verano. Una noche en este paraje es una experiencia inolvidable. Por la mañana, la propietaria, Latifa, se ofrece de guía en una caminata de un par de horas entre las montañas al pueblo vecino de Chenini, una oferta de aquellas que no se pueden rechazar. La excursión viene amenizada con las bromas de Latifa, una mujer robusta, de rubicundos mofletes, que sabe burlarse de los miedos y mitos occidentales. Todo un carácter.
Casas trogloditas excavadas en la roca, disponibles para recibir visitantes - Créditos: Ricard Gonzáles
Antes de llegar Chenini a través de un serpenteante camino, en sus afueras encontramos una remarcable mezquita. Por su estilo, recuerda la austeridad de las mezquitas del rito ibadí. De un blanco inmaculado, en su patio se hallan unas curiosas tumbas gigantes, de cinco metros de longitud. Según la creencia local, aquí reposan los Siete Durmientes, protagonistas de una leyenda extendida en todo el mundo islámico. Estos siete pastores cristianos y su perro, se habrían dormido en una cueva para despertar varios siglos después, ya en la era islámica. Azorados por el milagro, se habrían convertido al islam. Varios países se disputan el haber sido escenario de la historia, incluido Túnez.
La vecina isla de Djerba constituye la penúltima etapa del viaje, sede también de varias localizaciones de la saga, si bien son poco conocidas, incluso entre los locales. Se trata de la casa de Obi Wan-Kenobi, actualmente utilizada como almacén para un grupo de pescadores locales, y el templo Sidi Jemour, la estación Toshi en la saga. Más allá de estas atracciones, la isla posee muchos puntos de interés: la Ghriba, el más antiguo templo judío fuera de Israel, el museo de murales al aire libre de Djerbahood, la isla de los flamencos y más.
Un viaje a la galaxia amazigh no puede concluir sin una visita a la región de Matmata, al norte de Tatauín y al oeste de Djerba. Las hogares amazighs tradicionales de la zona presentan una particularidad que las diferencia del resto: están excavadas en el suelo, formando pequeños cráteres.
"Actualmente, aún viven en el subsuelo unas 800 personas, respecto a unas 3000 de antes. La vida es más fácil en la superficie, por lo que muchas familias han abandonado sus casa ancestrales", explica Mohamed Bourassi, empleado del célebre Hotel Sidi Driss. En este hormiguero milenario, con cinco patios conectados por estrechos pasadizos, se rodaron las escenas interiores de la casa ancestral de Luke Skywalker, y muchos de sus vecinos desempeñaron roles como extras. Buena parte del decorado permanece intacto. ¿Qué mejor forma de acabar la ruta que con un desayuno en casa de Luke Skywalker?
Datos útiles
Cuándo ir
El clima mediterráneo de Túnez regala suaves inviernos y agradables primaveras y otoños, pero castiga con veranos inclementes. Por ello. es recomendable evitar los meses de junio a mediados de septiembre. En invierno, las noches en zonas desérticas son bastante frías, pero durante el día el sol calienta lo suficiente como para permitir paseos y excursiones con abrigo ligero. La seguridad ha mejorado mucho desde los atentados del 2015 contra grupos de turistas, que no se han repetido.
Dónde dormir
Hotel Asnaped: en la ciudad antigua de Douiret, una noche en este establecimiento es una experiencia mágica. Se restauraron varias casas trogloditas excavadas en la roca para recibir visitantes. Aunque sus habitaciones han sido acondicionadas con electricidad, se ha conservado una decoración austera que permite imaginar un viaje en el tiempo. Sus responsables son muy amables y su comida, excelente. Teléfono: (+216) 75878066; 95319993. E-mail: latifa1509@hotmail.fr
Hotel Sidi Driss: pasar una noche en este hotel es una obligación para cualquier fan de la La guerra de las galaxias, es la única posibilidad de desayunar nada menos que en la casa de Luke Skywalker. Para aquellos que son indiferentes a la obra de George Lucas, existen otras viviendas trogloditas restauradas mejor decoradas y más limpias. Otro inconveniente es que la mayoría de habitaciones son para grupos grandes, de más de dos personas. Para llegar hasta allí, basta con dirigirse al pueblo antiguo de Matmata. Teléfono: (+216) 75240005.
Dónde comer
Dar Deda: Este restaurante es la mejor opción para probar la cocina regional del sur de Túnez. Está situado en el centro de la ciudad de Tozeur. Sus mejores platos: la metabga, también conocida como "la pizza amazigh", el cuscús de camello y el cordero "à la jarre" (cocinado en el horno, en una especie de botijo de barro). El servicio es simpático, si bien un poco lento.Teléfono: (+ 216) 98694198
Restaurante Dar Hassine: cerca de la Avenue Bourguiba, en el centro de la ciudad de Humt al-Suq (Djerba). Posee una muy buena relación calidad-precio y es uno de los preferidos de los locales. www.darhassine.com
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