Hace cuatro años, fui invitado por el Ballet Nacional de Turquía a montar una obra con música de Piazzolla, Las estaciones porteñas, en Ankara. Una experiencia muy particular, ya que nunca había estado allí, aunque sí conozco otros países de Oriente. También conocí Estambul, una ciudad de ensueño, maravillosa, donde me impactaron el Palacio Topkapi, el Museo Nacional, las mezquitas y el Gran Bazar, que recomiendo absolutamente.
Pero de todos los destinos que visité, Capodocia es un lugar absolutamente mágico y especial, compuesto por varios pueblos o ciudades talladas en la montaña. Es una zona volcánica donde las chimeneas afloran entre montañas. Evidentemente los habitantes fueron haciendo sus casas cavando en la lava. Iglesias, conventos y hoteles, todo labrado y cavado en la roca. El lugar es alucinante, sobrenatural. Después de un tiempo ahí me di cuenta de que había visto imágenes de Capadocia en la película Medea, de Pasolini, realizada en ese mismo sitio.
Estoy enamorado de Turquía, un país con una cultura fascinante. Durante más de cinco siglos dominó Asia y llegó hasta las puertas de Viena. O sea que la gente también es muy mezclada: hay rubios, morochos y colorados, gente alta y baja. Y el año último tuve la oportunidad de hacer Carmina Burana con ellos otra vez, aunque lamentablemente no tuve tiempo de volver a Capadocia.
Generalmente, cuando estoy de viaje trabajando en alguna compañía, los fines de semana trato de elegir algún destino para visitar y éste fue uno de los que más me gustó. Además es uno de los pocos viajes que he hecho solo, sin asistentes, y fue muy especial para mí.
En total fueron cuatro semanas, aproximadamente. Y si bien estoy acostumbrado a trabajar con cuerpos de baile extranjeros, ya que lo hice con 45 compañías en todo el mundo, en particular con los turcos me fue muy bien, porque conocía a varios bailarines que habían trabajado conmigo en Bélgica, donde durante once años fui coreógrafo residente del Ballet Real.
El Ballet Nacional de Turquía es una compañía muy grande conformada por más de 150 bailarines, que todavía se maneja con estilos antiguos. Me encantan las bailarinas turcas, que son bellísimas y tienen una técnica clásica muy fuerte, aunque tal vez los bailarines no son tan interesantes.
A través de mi viaje también conocí mucho sobre la música turca, que es absolutamente increíble. Turquía es uno de los países que tiene más riqueza musical de todos los que conozco, y el pueblo también es muy musical. En la TV tienen como 20 canales de música.
Por Mauricio Wainrot
Para LA NACION
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El autor es director del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín. Por estos días prepara un programa con la obra Desde lejos, de su autoría, que se estrenará a fin de mes