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Un boliche de Tandil al que todos quisieran ir

La Vaskonia, con picadas incomparables hora




A unos 370 kilómetros de la Capital, y a una docena de kilómetros de Tandil, precisamente en la intersección de las rutas 226 y 74, cruzando el arroyo Tandileofú, el viejo boliche La Vaskonia ha sido durante décadas el punto de reunión de la paisanada de la zona, así como el descanso de tamberos y reseros.
Hasta mediados de la década del sesenta fue considerado el sitio ideal para observar las carreras de Turismo Carretera y de los rallies que tuvieron por escenografía las sierras tandilenses, uno de los sistemas orográficos más ancianos del mundo. Es, también, el inicio de un tramo de la ruta 226 muy pintoresco, unos 170 kilómetros que unen Mar del Plata con Tandil.

Tranquilidad serrana

Hace quince años que La Vaskonia --despacho de bebidas y servicio de minutas-- es atendido por sus dueños, los hermanos José María y Martín Beguiristain, desde las 8 hasta las 23.
"Aquí todo es muy tranquilo", comenta Adriana de Beguiristain, mientras ofrece a un cliente el menú de la casa: salame y queso tandilero de entrada; chuletas de ternera y papas fritas, con dos huevos (de gallinas alimentadas a máiz), postre vigilante más bebida --gaseosa zonal de litro y medio o generosa medida de vino--, todo por 8 pesos.
La comida es elaborada en una cocina de leña, la clásica económica. Otra opción son los sándwiches especiales de mortadela en pan francés o los de jamón crudo con pan Felipe, 3 y 2 pesos, respectivamente. Entre las bebidas, las más salidoras parecen ser la cerveza fría, el vino tinto patero, el vino común y el vermut.
"Tenemos un cliente --agrega una señora en voz alta, desde la cocina-- que toma Cinzano, Coca y Fernet mezclado."

Punto de concentración

Antiguamente, cuando el boliche comenzó a darle fama al cruce de los dos grandes caminos, era un destacado almacén de ramos generales. Se podía entonces ver desde los ventanales una multitud de chatas tiradas a caballo procedentes de tambos vecinos atadas a los palenques, esperando poder descargar la leche recién ordeñada.
Hoy, en cambio, la misma playa permanece en época de cosechas ocupada por camiones, acoplados, tractores, casillas y cosechadoras. Cumple así con esa máxima casi universal: Donde paran los camioneros se come bien.

Decoración ecléctica

La Vaskonia ofrece bebidas y comidas a los clientes junto a una mesa de pool, custodiada por una cabeza de caimán embalsamada colgada y otro extraño cuerpo que, aseguran, es de una vieja de agua. Este lugar oficia, además, de centro informal de información rural.
Alejandro Schang Viton

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por Redacción OHLALÁ!

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