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Un encuentro con la memoria de París

En el cementerio de Pére Lachaise, en el nordeste de la ciudad, descansan celebridades de los últimos 200 años




PARIS.- Esta ciudad está rodeada por siete colinas. A las más conocidas de Montmartre y Montparnasse -la Basílica de Sacré Coeur domina la primera; la segunda, antaño lugar de iniciación tanguera, deben sumarse Montsouris, Ménilmontant (también llamada Mesnil-Montant), Gros Caillou (hoy llamada Chaillot), Butte-aux-Cailles y Champ-l´Eveque, donde está el mayor de los cementerios parisienses, y, sin duda, uno de los más famosos urbi et orbi: Pére Lachaise.
Sus más de 42 hectáreas, en el nordeste de la ciudad, en el vingtiéme arrondissement (20º distrito), albergan cerca de 100.000 sepulturas; entre ellas, la de varios nombres celebérrimos de los últimos 200 años.
La sensación de morada final de personalidades literarias, musicales, artísticas, políticas y militares, por ejemplo, sumada al ambiente casi boscoso, pletórico de árboles y distintas aves, en el que se levanta gran cantidad de mausoleos -hay los que atraen por su construcción; otros, por el nombre que poseen; no pocos por ambos motivos, hacen de este lugar uno de los puntos más interesantes dentro del habitual tour metropolitano.
En forma oficial llamado Cementerio del Este, aunque conocido como Pére Lachaise -por el padre de La Chaise, un religioso jesuita confesor y consejero del rey Luis XIV-, abrió sus puertas el 21 de mayo de 1804, y se dice que el primer involuntario ocupante fue un modesto empleado de la policía local.

Camino a la fama

Sin embargo, no fue hasta 1817 cuando comenzó a forjarse fama, pues hasta entonces era tenido en poca estima por las clases adineradas debido a su ubicación, en un barrio pobre. De hecho, no pasaban del millar las tumbas. Aquel año, en una jugada publicitaria de la intendencia parisiense, fueron trasladados hasta allí los restos de Heloísa y Abelardo (protagonistas de una historia de amor legendaria), el dramaturgo y actor Moliére, y el poeta Jean de La Fontaine. Esto generó que, para 1830, el número de yacientes aumentara a 33.000.
Tal interés y demanda llevaron a extender la superficie útil para mediados del siglo XIX.
¿Pero a qué figuras famosas podemos evocar recorriendo sus sinuosos y a veces escarpados senderos? Sin temor al yerro, no debe haber sensibilidad fiel al arte y a la historia, en sus variadas formas, que salga insatisfecha de un paseo por Pére Lachaise.
Una salvedad: es difícil referirse a los cementerios: miedos ancestrales, atávicos, subyacen bajo este concepto. Sin embargo, tal vez ayude conocer su curioso origen etimológico.
Según sostiene en su famoso diccionario María Moliner, cementerio procede del latín coemetérium, del griego koimeterion, dormitorio, derivado de koimao, acostarse . Por lo tanto, no sería una figura excesiva imaginar como durmientes los que quienes allí fueron llevados luego de su etapa vital.

Ilustres durmientes

En el Boulevard de Ménilmontant o en Place Gambetta, alrededores del que es el espacio verde intramuros más grande de París, es sencillo poder adquirir un plano de Pére Lachaise, nada oneroso y bastante útil para recorrer y ubicar con certeza algunas de las no menos de doscientas tumbas de celebridades.
Por ejemplo, las de poetas como Guillaume Apollinaire o Paul Eluard, u otros notables de las letras, como el irlandés Oscar Wilde, el guatemalteco Miguel Angel Asturias, o los locales Honoré de Balzac, Marcel Proust, Villiers de l´Isle-Adam y Colette.
Si el tema central para ligar nombres fuera el entertainment, o sea música, actuación, danza, el arco -generoso- puede abarcar clásicos como Georges Bizet o Frédéric Chopin; el Gorrión de París, Edith Piaf; la bailarina Isadora Duncan; el rockero Jim Morrison (casi obligado lugar de peregrinación de la gente joven y no tanto); el pianista jazzero Michel Petrucciani; la histriónica Sarah Bernhardt; y una pareja de actores franceses que reposan, también, juntos: Yves Montand y Simone Signoret.
Las artes plásticas tienen su propio recorrido: Eugéne Delacroix, Dominique Ingres, Amadeo Modigliani, Georges Seurat; incluso personajes de algún modo laterales, pero al mismo tiempo protagonistas: la musa de Henri Toulouse-Lautrec, Jane Avril; y el amigo inmortalizado por Vincent Van Gogh en un retrato que es la obra pictórica más cara hasta el momento, el doctor Pierre Gachet.
No escasea el eclecticismo que aporta el arqueólogo Jean-François Champollion; un pionero de la sociología, Auguste Comte; George Meliés, también un precursor, pero de la magia del cine; ni hay carencia de conmovedoras esculturas que recuerdan tanto a los caídos en las luchas revolucionarios de 1870 como aquellas que testimonian el horror genocida de la Segunda Guerra Mundial.
Más allá de célebres nombres propios y de constituir un importante museo al aire libre del arte funerario del siglo XIX, existen curiosidades tales como el monumento que recuerda a Victor Noir, un joven periodista que fue asesinado en 1870 por el príncipe Pierre Bonaparte.
Noir es representado en tamaño natural, tendido, inmortalizado en el instante de caer luego de la bala letal.
Tal vez sea uno de los sitios más visitados, en especial por las mujeres deseosas de ser madres, pues se asegura que tocar cierta protuberancia de la figura broncínea tiene un efecto mágico beneficioso para ese objetivo. Las flores frescas que siempre embellecen la imagen -probables agradecimientos a plegarias atendidas- introducen al entorno un teatral gesto de vida.

Datos útiles

Cómo llegar

En avión US$ 920
Hasta París, ida y vuelta, con tasas e impuestos.

Alojamiento

* * US$ 90
* * * US$ 100
* * * * US$ 180
* * * * * desde US$ 250
Los precios son por habitaciones dobles.

Gastronomía

Comida económica US$ 8
Restaurante moderado US$ 20
De lujo desde US$ 30

Más información

Maison de la France, Avda Roque Sáenz Peña 648, 9º piso (4345-0664). Atención de lunes a viernes, de 9 a 12.45.

Internet

  • http://www.franceguide.com
Luis Ini

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por Redacción OHLALÁ!

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