
Efectivamente lo primero que vi fue el auto estacionado en la puerta, balizas puestas y un sobretodo azul que se bajó cuando me vio salir. Me puse nerviosa y saludé con beso rápido sin casi mirarle la cara y como no se puede dejar el auto parado en doble fila sobre la calle de la agencia, nos subimos en seguida y salimos.
Recién en el auto pude dar miraditas furtivas tratando de ver si me acordaba de su cara. Apenas. Varias veces se dio vuelta para decirme algo y me agarró mirándolo. A ver, es una mezcla de ese actor Seefeld y otro tipo de la tele del que no me acuerdo el nombre. Algunas canas a los costados, nariz grande, cara masculina. Después, cuando nos sentamos a tomar un trago, lo pude ver mejor. Claramente de esos no lindos, lindos. Sexy digamos.
Nos quedamos charlando horas, pedimos un vino, una picada, más vino y al final nunca nos fuimos del lugar a comer a otro lado. No sé, si me preguntan, la pasé muy bien y volvería a salir. Creo que los dos la pasamos bien pero nunca se sabe; yo no me entusiasmo más con nada, menos una primera cita. Si llama, bien; si no llama, ni medio bajón por alguien que conociste cuatro horas en tu vida, ¿no?
Este fin de semana tengo que conseguir un canasto de mimbre para la ropa y algún tipo de camastro o sillón para el cuarto de al lado del mío; esos a los que les ponés un colchón encima y listo. Acá en Palermo vi unos canastos a $180 y me pareció un robo a mano armada. Si no muero congelada creo que encaro al Tigre. ¿Alguien fue hace poco? ¿Los precios?
¡Buen fin de semana para todos! A abrigarse bien, eh.
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