Un itinerario de buen gusto por los Valles Calchaquíes

El circuito de los Valles Calchaquíes recorre en un maravilloso entorno bellas fincas donde combinar días de descanso en el diáfano clima de la región, con platos característicos acompañados de los cada vez más reconocidos vinos de altura de las bodegas locales.

Cachi conserva aún esquinas que remiten al tiempo de la Colonia, sus altas veredas, faroles originales y la iglesia del siglo XVIII. Y brinda, además, una serie de lugares donde disfrutar de temporadas de descanso en un clima de absoluto relax.

La Hostería Sol del Valle, del Automóvil Club Argentino, ha sido reciclada conservando la típica arquitectura vallista, agregándole habitaciones con todo el confort imaginable, y una enorme piscina que enfrenta las mejores vistas de los cerros.

Allí, Paulina Gutiérrez Castex oficia de anfitriona e invita a recorrer el lugar con galerías y gran patio central. En el restaurante de la hostería se pueden degustar, además de las consabidas empanadas, humitas y tamales -infaltable entrada-, buenas platos de truchas frescas y conejo. Recomendable, el conejo al vino torrrontés con papas doradas y vegetales salteados.

Al cruzar la calle está el Hostal El Cortijo, una de las novedades de Cachi. La construcción, una casa centenaria restaurada respetando los materiales autóctonos de adobe, piedra, caña y madera, ha sido equipada con gusto y confortables detalles. Brinda acogedores espacios donde disfrutar de desayunos con pan y dulces caseros en un ambiente de gran calidez.

A unos pocos kilómetros está Cachi Adentro, con la espectacular finca de los Durand, que atesora un antiguo molino original del siglo XVII, en funcionamiento. De gran refinamiento en cada detalle de la señorial casona, El Payo y Nuni, los dueños, ofrecen variedades de recetas familiares en la gran cocina con generosa mesa central donde se invita a los huéspedes a incursionar en el difícil arte del repulgo de las empanadas. Con orgullo, los Durand proponen visitar la bodega, lista para producir sus propios vinos.

En un corto tramo, ya en dirección a Molinos, se encuentra La Paya, la encantadora finca de los Ruiz Moreno, con la infaltable galería, cuartos donde resalta la piedra del lugar y la piscina. La dueña de casa, Mónica de Lorenzi, historiadora y arqueóloga especialista en las culturas prehispánicas, combina su trabajo con otra pasión: la cocina. Sus recetas son muy festejadas por visitantes y lugareños, especialmente las de cordero, el charquisillo y el frangollo. La producción de su huerta ayuda a la inspiración del día para los diferentes platos.

El Hostal Provincial de Molinos sigue siendo uno de los lugares más elegidos. La hacienda de los Isasmendi, del siglo XVIII, con el complemento de su espectacular iglesia, es uno de los sitios más visitado por los turistas extranjeros que cubren el circuito calchaquí.

Por las noches, en el comedor familiar se entrecruzan idiomas varios mientras se degusta la comida casera del hostal, un menú fijo de tres platos a elección, con entrada de empanadas y una muy solicitada sopa de verduras de la huerta.

Una decena de kilómetros más adelante aparece en todo su esplendor la Estancia Colomé, el descomunal complejo que Donald Hess desarrolló allí y que forma parte de otros emprendimientos vitivinícolas que Hetiene en Sudáfrica, el Valle de Napa (California) y Suiza. La belleza del entorno complementa el lujoso hotel boutique rural, con suites, solárium, salas varias, biblioteca y hasta un cuarto para meditación. Tiene además pileta de natación, cancha de tenis y un putting-green, todo rodeado de maravillosas vistas a los viñedos donde se producen vinos sobre alturas que van desde los 2200 hasta los 3015 metros.

José Tinte, el chef de la estancia brinda una cuidada carta gourmet. Incursiona permanentemente con productos de la región en refinadas fórmulas ideales para ser degustadas en la terraza, sobre un inolvidable paisaje de montañas y viñedos.

Almorzando con Robert Duvall

SALTA.- De vuelta a Salta, una visita a Cafayate y sus bodegas antes de emprender el camino por la ruta 68, que depara paisajes únicos en el largo transcurrir de la Quebrada de las Conchas, con tramos como Los Castillos, de un rojo subido, La Yesera, de claros apastelados y el espectacular Anfiteatro y la Garganta del Diablo, entre otras maravillas.

En Coronel Moldes está Finca Santa Anita, de Carlos Lewis, conocido difusor del concepto slow food. En el establecimiento familiar, aledaño a la fábrica de quesos de cabra y al Museo del Tabaco -dos de sus otras pasiones-, se puede pasar un par de días de genuino turismo rural, acompañado con la exquisita cocina de Valentina, su mujer.

Muy cerca de la capital, el broche final de este circuito lo pone Florencia Cornejo en La Caldera, bello pueblo de origen jesuítico, prolijamente conservado, donde tiene su finca del mismo nombre.

La centenaria casona es un remanso inmerso en la naturaleza del lugar, con habitaciones de refinado gusto con piezas originales y sutiles mosquiteros sobre las camas, que dan a las galerías que bordean el florido patio central.

Confortables salas, detalles y una gran cocina donde se luce Celia, la cocinera, que introduce a los visitantes en deliciosas recetas regionales, donde no falta la quinoa, el cereal andino, en un logrado pastel combinado con charqui, complementan el atractivo de la posada.

Falta conocer un prometedor lugar para pasar una temporada, The House of Jazmines, la espectacular casona que Robert Duvall, el actor norteamericano, y su mujer salteña acaban de inaugurar en el paraje de La Merced Chica.

Marta Salinas