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Un oasis lejos del ruido

Tranquilidad, paz y proximidad a la naturaleza, las principales características que buscan quienes eligen Cariló




CARILO.- Los turistas que llegan a este privilegiado paisaje de la costa atlántica saben lo que buscan: tranquilidad, paz y naturaleza. Y no hay dudas que consiguen su objetivo sin demasiado esfuerzo en este refugio único y especial.
Mucha playa, caminatas por el bosque y un contacto casi exclusivo con el verde forman un cóctel casi ideal para unas vacaciones lejos de la vorágine de las ciudades.
"Siempre venimos a Cariló. La elegimos hace años porque son las que tienen el paisaje más natural", afirma Paola, de 32 años, mientras le trata de calmar el dolor que tiene su pequeña hija María del Mar luego de que la picara una agua viva.
La idea es descansar. Olvidarse de las ardua rutina del año y, si se puede, hacer mucho deporte: kitesurfing, footing, fútbol, paleta y voley, entre otros prácticas al aire libre. También se pueden hacer excursiones y cabalgatas en caballos o en cuatriciclos.
Otra alternativa, por ejemplo, para todos los que tienen ganas de aprender a cabalgar sobre las olas, en uno de los balnearios top, como Cozumel, en Acacia y playa, hay una escuela de surf. Algunos, sobre todos los más pequeños, llegan con la intención de convertirse en las nuevas estrellas de las tablas.
Al igual que Pinamar, Cariló está llenó de turistas. Se calcula que la ocupación para este primer mes de 2008 está en el orden del 85 por ciento.
"Se alquilaron muchas más casas que el año pasado, pero como en Cariló hay nuevas plazas todavía hay lugares para ofrecer", explicó Silvia Melgarejo, de la Constructora Del Bosque.
Melgarejo estimó que, comparado con la temporada pasada, este verano en Cariló hay una 150 casas y propiedades nuevas.
"El bosque y las calles sin asfaltar le dan un sentido especial al paisaje. Tomar un café en medio de la naturaleza tiene un atractivo singular", sostuvo Alberto, un arquitecto de Olivos que llegó a Cariló con su esposa, Mary, y sus hijos, Claudio y Gabriela.
"Cariló es un lugar exclusivo, tiene unas playas privilegiadas", dijo Claudio, el hijo de Alberto, que también es arquitecto.
Victoria Lucero y Manuel Señorans se divierten a su manera y sus familiares los aplauden. Hacen acrobacias en la orilla del mar. Ella tiene 14 años. El, 21. Y ambos una gran destreza que por momentos impacta. Sus familias comparten unos días de vacaciones en Cariló.
"Elegimos estas playas por la tranquilidad y la libertad que hay", contó John Montes de Oca, mientras mira las acrobacias de sus amigos Victoria y Manuel.
No es exageración. Tampoco un error. Las palabras se repiten como si formaran parte de la receta de un prestigioso chef: paz, tranquilidad y naturaleza. Ingredientes que la gente busca para sus vacaciones. Esto mismo dice Catalina, de 16 años. Ella y su familia veranean en estas playas desde hace diez años: "Es verdad, buscamos paz y tranquilidad", afirma la muchacha, que vive en Castelar, partido de Morón.
Sabrina tiene 21 años. Todos los veranos elige Cariló para sus veranos. Llega desde Haedo para "disfrutar de la tranquilidad". A su lado, Fernando de 22 años y de Ramos Mejía, parece no estar de acuerdo con el exceso de paz y armonía que reina en el ambiente. "A la noche no hay nada para hacer. Estoy acostumbrado a la noche de otras playas, como Villa Gesell o Pinamar". El parece un extraño.
En otro de los clásicos balnearios, Hemingway, uno de los atractivos principales para seguir con la idea de la armonía y la tranquilidad es el Jardín Zen y el spa.
Para los que siguen con la idea de la via dedicada al deporte, en Cozumel se puede hacer gimnasia personalizada o en grupos. Para despejarse del todo, se puede pasar un rato por el jacuzzi.
"Lo importante es descansar. Despejarse la cabeza y olvidarse de la rutina que uno tiene durante todo el año y que genera un estrés imposible de sobrellevar", explica Juan Pablo, vecino de Belgrano, que visita Cariló por tercera vez consecutiva.
Julia, de 32 años, y Emilio, de 33, aseguran que durante sus vacaciones hacen una vida metódica y sana. Se levantan a las 8, desayunan y salen a trotar cinco kilómetros. Después, hasta el mediodía, disfrutan de la playa. Luego de almorzar y de una siesta vuelven al mar.
"El día lo terminamos con una larga caminata donde aprovechamos para escuchar el sonido de los pájaros. Allá, en la ciudad no podemos disfrutar de la naturaleza", explican.
En Cariló, el día no termina cuando se va el sol y se termina la playa. La armonía y la paz continúan con un contacto directo con la naturaleza.
De un enviado especial

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por Redacción OHLALÁ!

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