
Una casa con luz propia
En La Plata, la curiosa e icónica obra del arquitecto suizo Le Corbusier para la familia Curutchet se puede recorrer y admirar en visitas guiadas
4 de septiembre de 2016

Desde su inauguración a mediados de la década del 50, la Casa Curutchet fue una rara avis en la ciudad de La Plata. Por un lado, se trata de la única vivienda diseñada por el gran arquitecto modernista suizo Charles-Édouard Jeanneret-Gris, más conocido como Le Corbusier, en toda América latina. Por otra parte, la obra demoró más de cinco años en ser terminada, una exageración si se considera que se trata de una vivienda unifamiliar. Y apenas fue habitada por la familia Curutchet durante siete años, cuando decidieron mudarse a su antigua casa de Lobería. ¿El motivo? Paradójicamente, les incomodaba la luz excesiva que entraba por las ventanas, así como las visitas indiscretas que llegaban a cada rato para sacar fotos, tocaban timbre o insistían en pasar a visitarla.
“Al doctor Curutchet le gustaba dejar pasar a las visitas ocasionales, aunque no así a su mujer y sus dos hijas, incómodas entre la gran exposición de los vidrios y la sensación de que todo el tiempo la gente se acercaba y las miraba. Pero no vamos a decir nunca que el exceso de luz fue un error”, advierte la guía de la casa y “casi” arquitecta Natasha Regiano, declarada fan del arquitecto suizo. “Sucede que el planteo de Le Corbusier incluía distintos árboles que se plantaron muy pequeños, pero tardaron 20 años en crecer. Ahora dan una sombra increíble en verano. Claramente, en el planteo original, con el árbol y el parasol o brise soleil, la casa está muy bien asoleada”, asegura.
La casa está abierta al público desde hace diez años. El Colegio de Arquitectos de la provincia de Buenos Aires, con sede justo detrás de la vivienda, se la alquila a los herederos de Curutchet.
Ya en la puerta de entrada, sobre la Calle 53, lo primero que llama la atención son los numerosos autos y transeúntes que detienen su marcha para sacar fotos o hacen número para visitarla. Es que la Casa Curutchet también puede visitarse por dentro, aunque no son tours guiados convencionales, sino más bien informales, donde luego de una breve introducción de la guía, los participantes son invitados a recorrerla libremente y por su cuenta.
Se aproximan a la puerta, suben y bajan rampas y escaleras, se asoman a la terraza jardín, inspeccionan el área de servicios y recorren a piacere un total de 345 metros cuadrados cubiertos, distribuidos magistralmente en cuatro pisos y en dos áreas bien diferenciadas: el lugar de trabajo y la vivienda familiar. “El juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz”, según Le Corbusier definía a la arquitectura.
Puertas adentro
El ingreso se hace por una puerta sostenida por un pórtico de concreto, que sobresale en la fachada sin muro. En la vivienda moderna la planta baja se convierte en “planta libre” reservada al auto, mientras la casa está elevada sobre pilotes de hormigón.
Enseguida, una rampa conduce a un patio central donde, tal como lo indicó el suizo, se levanta un árbol del tipo álamo Mussolini –incluso especificó la especie–, y así incorporó el concepto del bosque o la casa rodeada de bosque que distinguía sus obras, aunque excepcionalmente se tratara de un edificio urbano. La rampa atraviesa por debajo uno de los dos volúmenes cúbicos de este conjunto habitacional: el área de consultorio del doctor Pedro Curutchet, ubicada en el frente de la vivienda.
El lugar de trabajo se compone de una salita de espera y la sala de operaciones, ubicadas al frente, y otra de internación, con acceso por rampa ascendente.
“Curutchet era cirujano, y el espacio de trabajo se plantea para que él pueda operar. Hay un mueble que separa la salita de espera del quirófano propiamente dicho, que se puede abrir todo con los codos, por profilaxis, para no ensuciarse las manos mientras trabajaba”, explica la guía.
Rampas y volúmenes
El terreno es acotado, casi 9 metros de frente por 19 metros de un lado y 21,6 metros el lado más largo. Ocupa alrededor de 180 metros cuadrados para recorrer en forma vertical y horizontal a través de rampas y escaleras, combinaciones de líneas y claroscuros estratégicos. A diferencia del consultorio médico, que es más público, hacia el fondo se ingresa al espacio privado. Se trata del segundo volumen de un conjunto compuesto por dos “cajas” sucesivas, como un paseo que propone recorrer la obra en forma dinámica. Continuando por la rampa hasta el hall de entrada se accede al segundo volumen, donde se ubica el estar-comedor y la cocina, que se prolonga hacia la terraza jardín. Otros dos tramos de escalera ascendente y se ingresa a los dormitorios, en una delicada promenade architecturale repleta de transparencias, columnas despegadas de los muros, puertas pivotantes, curvas y juegos espaciales magistrales.
Williams lo hizo
A pesar de haber transcurrido ya más de 60 años de su inauguración, todavía sorprende por su distinguida modernidad, entre pisos de cemento alisado, revestimientos de venecitas en los baños, el diseño de los muebles de la cocina o los armarios del dormitorio, hasta el planteo de una terraza jardín en pleno 1948. La casa sirvió como set de filmación de El hombre de al lado (2009), comedia dramática dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat que le dio un nuevo impulso a su popularidad. Recientemente, el último 17 de julio la Unesco la declaró Patrimonio de la Humanidad, y su fama se acrecienta cada día más.
“Le Corbusier –en la facultad le decimos cariñosamente El Corbu o Le Corbu– piensa la arquitectura en relación al hombre, y para eso elabora la Teoría de Modulor, que propone tomar como patrón universal para la arquitectura al hombre moderno medio, que mide 1,83 metros, con el brazo levantado. Ese hombre y cómo se mueve ese hombre son las medidas que utiliza para construir la casa. Cuando suban y levanten la mano, van a ver que el techo está ahí cerca, a 2,26 metros de altura. Y para que no se sienta apretado, incorpora los vidrios que otorgan armonía y una mayor amplitud visual”, explica Regiano.
Curiosamente, el arquitecto supervisaba todo desde su estudio en París, pero nunca viajó a La Plata durante la construcción de la vivienda, que llevó adelante otro destacado arquitecto, Amancio Williams, un obsesivo de los detalles, al punto que de los 16 planos originales, terminó dibujando 200, con detalles, detalles y más detalles. Incluso, luego de la primera entrega de planos municipal, hubo algunas diferencias que se fueron discutiendo entre ambos arquitectos por correspondencia.
Cuenta la guía que después de cinco años de construcción y cansado de seguir esperando, Curutchet terminó por despedir a Amancio Williams. A Le Corbusier se le pagó siete mil dólares, lo mismo que se le hubiera pagado a cualquier arquitecto en esa época. Pero a Amancio no se le pagó nada. “Él lo hizo por el orgullo de trabajarle a Le Corbusier” asegura Regiano.
Algunos de los planos originales todavía pueden apreciarse en la Casa Curutchet, otros se atesoran en Harvard. La mayor parte se conservan en el archivo Williams.
Datos útiles
Casa Curutchet: Calle 53 N° 320, entre 1 y 2 (La Plata). Visitas de martes a viernes, de 10 a 17; sábados y domingos, de 13 a 17. Informes: (0221) 421 8032 / 4822631 o por mail: casacurutchet@capba.org.ar. La entrada general, 30 pesos. Estudiantes y jubilados, 15 pesos.
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