Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa

10 de junio de 2011 • 09:22

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Vamos a suponer que soy cool.

Creamos que tengo la capacidad de diferenciar entre el instinto materno y los celos de hembra.

Vamos a darme un poco de crédito.

Ayer estuve pensando. Realmente, algunos de sus comentarios me dejaron ideas confusas que se fueron acomodando con las horas.

¿Quizá Nicolás está con la Doctora desde el verano?

Puede ser.

Quizá, incluso, están juntos, o rondando desde mucho antes de separarnos. ¿Quién lo sabe, no?

El tema es que en este caso los tiempos que se miden no son los de él. Acá no importa si el está chochísimo, si ella quiere conocer a sus futuros hijastros.

Seamos un poco más audaces, dejemos de hablar de derechos y obligaciones, que muchas veces no tienen una relación estricta con el bienestar de los niños. Hablemos de lo que nos parece bien.

Para ellos, el tiempo que pasó desde que su papá y yo nos separamos no fue mucho. En el último año tuvieron muchísimos cambios y la van llevando increíblemente bien.

Entiendo que Nicolás, si está enamorado y feliz, tenga la necesidad, la ansiedad y unas ganas locas de que su novia conozca a los chicos. Lo entiendo, puedo ser empática y suponer que me pasaría algo parecido. ¿Es lógico, no?

Ahora, hay un mecanismo mental que hace que, aún en el estado más pleno de enamoramiento, sigas preservando la cordura, te sigas alimentando, vayas a trabajar y duermas en horarios más o menos lógicos (¿o me van a decir que cuando estuvieron así, volando de amor, en el idilio total del principio de una relación no les pareció que podían suspender todas y cada una de las actividades cotidianas?).

Bueno, ese mecanismo es el mismo que tiene que hacerte evaluar asuntos que impliquen a tus chicos, que tiene que enfriarte la cabeza a la hora de pensar en qué es mejor o peor para ellos.

Por eso nos hacemos llamar adultos. Se supone que ya superamos el egocentrismo infantil y la rebeldía adolescente. Se supone que desde que somos padres, podemos poner el bienestar de la cría por delante del propio.

Se supone.

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