Una mujer y un secreto

Dicen que las mujeres somos chusmas, que la amistad entre mujeres no es como la de las hombres (la colocan en un grado menor, los hombres seguramente) y que somos de tener secretos.

Con la primer afirmación no me voy a meter. Somos chusmas; algunas más que otras pero nos gusta hablar de otras vidas. No mal, espero (o al menos trato) pero es inevitable estar en un grupo de amigas y que en algún momento de la noche surja en la charla algún cuento acerca de alguien.

Pedro, por ejemplo, me cuenta el otro día que su mejor amigo se acaba de separar de la mujer después de 12 años juntos. Yo lo interrogo.

¿Cómo está? ¿Está triste? ¿Decidió ella? ¿El se va? ¿Tiene otra? ¿Ella como está? ¿Los chicos? ¿Decís que es definitivo? ¿Lo viste anoche? ¿De que hablaron? ¿Lloró?

-De Central. Después tomamos wisky.

Fin de la conversación. No me contó absolutamente nada más.

Con lo de la amistad me meto. La defiendo a muerte con garras y dientes afilados. Mi amigas son mis hermanas; siempre estuvieron ahí cuando las necesité y siempre estoy para ellas. Que la amistad entre hombres es diferente no lo dudo, ¿pero mejor? No. Definitivamente me niego a pensarlo.

Las mujeres somos de tener secretos. Seguramente. Creo que todos los tenemos. ¿Quién no? Un amor secreto, un secreto con un amiga, un secreto familiar que baja por generaciones... La frase la leí alguna mañana desayunando en un bar. ¿Habría estado escrita por un hombre? No sé por qué me imagino que sí y ahora me torturo pensando quién fue. ¿Y por qué le saqué la foto? No recuerdo tampoco pero me gustó ese halo de misterio, esa idea de que las mujeres tenemos un secreto oculto que nos hace más interesantes, de que a la hora de conquistarnos, siempre va a haber algo por descubrir.

-Nunca le cuentes todo a un hombre.

La versión de mi abuela para "no tirar toda la carne al asador" supongo.

Soy una romántica incurable. O una ñoña, no lo tengo muy claro.