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Una noticia vale más que mil campañas

Destinos que se ponen de moda a partir de hechos no necesariamente turísticos




Elegir un lugar no es quedarse con una hermosa fotografía, una mariposa de colección clavada en un bastidor. Ahora es no perder el compás de una película, de imágenes en movimiento y con efectos especiales. Que hace juego con el ritmo del nuevo James Bond (Daniel Craig, de 38 años) aunque sigamos pensando que Sean Connery, sexy a los 76, es la única versión autorizada de nuestros recuerdos.
No hay mejor catálogo de destinos que los suplementos especializados, comenzando por LA NACION, pero las noticias de interés general tienen creciente influencia. Por ejemplo la visita del Papa que, al contrario de lo que algunos suponían, en lugar de producir disturbios aumentó la seducción de Turquía por el respeto que rodeó al jefe católico entre las mayorías musulmanas y cristianas ortodoxas. Y las fotos de Benedicto XVI, en Estambul o con el fondo de las ruinas de Efeso sobre el mar Egeo, valen más que una campaña de promoción.
Otro hecho singular se está dando con el Tíbet, casi inaccesible hasta hace muy poco por difícil y caro. Las imágenes en los diarios del nuevo servicio ferroviario que atraviesa China para llegar hasta Lhasa en 48 horas fueron el prólogo del desembarco del turismo económico y, por ende, masivo. Simultáneamente con esta hazaña tecnológica del tren más alto del mundo, porque llega hasta los 5072 metros, se abren las fronteras espaciales. Una empresa tecnológica en Los Angeles está desarrollando trajes para los inminentes vuelos suborbitales que parecen ser el próximo gran negocio. Porque hay millonarios dispuestos a pagar 200.000 dólares por esta experiencia de sólo 30 minutos dando vueltas a 176 kilómetros del suelo. Y necesitarán ropa segura y con un toque chic, propio de los buzos de los corredores de Fórmula 1, llenos de parches publicitarios.

Altas y bajas

Hay altas en este panorama y también bajas. No puede sorprender que los golpes militares en las idílicas islas Fiji o Tailandia disminuyan los visitantes. Independientemente de los tanques con soldados sonrientes, posando de manera amistosa con extranjeros, que los expertos en relaciones públicas aconsejan para reducir el impacto negativo en la opinión mundial. La violencia no da dividendos a la hora de recibir visitantes. Ocurrió hasta en Nepal, al borde del Himalaya, con la actividad de los guerrilleros maoístas que parecen no haberse enterado de los cambios en China que hoy es uno de los mercados en expansión constante. Porque a uno no le gustan las guerras, y lo mismo le ocurre a la mayoría de los humanos.
Aunque el olvido es rápido y las batallas, cuando todo ha terminado, producen curiosidad más que rechazo. Eso sucedió en Vietnam donde un museo dedicado al triunfo sobre Estados Unidos ahora se llama, amablemente, War Remnants Museum ( restos o residuos de la guerra ) y figura en la Guía Fodors de la ciudad de Ho Chi Minh. La cuenca del río Mekong en Indochina con Laos como estrella ascendente hoy es un lugar de paseo tan apacible como el Tigre y en plena jungla tienen hoteles ecológicos. En esta sucesión de novedades también han vuelto a la normalidad y a la oferta turística en el sudeste asiático luego del terrible tsunami de hace dos años.
Lo mismo que en Nueva Orleáns luego del Katrina o de los huracanes Wilma y Emily en Cancún. Hay que estar atento a este universo tan cambiante porque, al decir de un locutor de voz inolvidable, a la hora de explorar nuevos caminos, siempre hay más noticias para este boletín
Por Horacio de Dios almadevalija@gmail.com

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