
Empezaron las discusiones con respecto a la decoración del cuarto del pequeño Benjamín.
Con el hombre de esta casa estamos de acuerdo sólo en una cosa: de guardas, ni hablar. Prohibidísimas.
En cuanto a la pintura, tenemos un problema mayúsculo, porque él me viene con que sería genial una pared azul y otra amarilla. Me tira encima una estúpida teoría acerca de la conveniencia de colores fuertes para los niños cuando, en realidad, todos sabemos que es Juan Román Riquelme quien está detrás de esto.
Le digo que si me pinta el cuarto de azul y oro yo agarro y me hago una esculturita como la de ayer, a ver qué le parece. Y lo dejé ahí, dudándola mucho.
La disyuntiva central es si le hacemos un cuarto de bebé o un cuarto de padres estetas (a los que les gusta el buen diseño y lo moderno) que tienen un bebé. O sea, una onda dormitorio estilo "baby MoMA".
Yo creo que la segunda opción al bebé no le gustará ni medio pero a nosotros sí.
En cambio, la primera opción es altamente probable que le guste a Benjamín pero a mí, qué sé yo... me metés dos veces seguidas entre paredes de color pastel o paredes del color de un pelotero y ya me cansé, no te entro más.
En cambio, la primera opción es altamente probable que le guste a Benjamín pero a mí, qué sé yo... me metés dos veces seguidas entre paredes de color pastel o paredes del color de un pelotero y ya me cansé, no te entro más.
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