

ARLES.- Ninguna región de Francia despliega tal diversidad de paisajes como la Provenza. En el Midi (el Mediodía) y asomada al Mediterráneo, abarca los fértiles valles regados por el Ródano, las estribaciones de los Alpes, verdeantes colinas, montañas encapuchadas de nieve y un litoral marítimo que se prolonga hacia la Costa Azul y se derrama, del otro lado, en las planicies pantanosas de La Camargue, una de las regiones más curiosas de Francia.
Esta es una zona constituida por tierras aluvionales que forman un delta de 5600 hectáreas en la desembocadura del Ródano. En sus marismas y dunas proliferan tropillas de caballos de pelaje blanco, de mediana alzada, y manadas de toros que cuidan guardianes con pantalones de cuero, camisas floreadas y sombreros que recuerdan los de los andaluces.
Los animales recorren libremente las tierras que pertenecen a unos pocos ganaderos. Los guardianes recogen toros y caballos todas las tardes, al caer el sol, pero como los toros son salvajes y los caballos indómitos es habitual que se extravíen y el arreo resulta, a menudo, difícil. Alquiladores de caballos, ya domados, organizan paseos por las zonas no demasiado pantanosas o las dunas de la playa.
Una visita a esta región permite contemplar, asimismo, gran cantidad de aves migratorias que se detienen en verano antes de partir para Africa. Las lagunas, estanques o albuferas se pueblan de pájaros de colorido plumaje.
En 1928 se creó una reserva botánica y zoológica que, en 1970, fue convertida en Parque Natural para salvaguardar las especies. Además, la Sociedad Nacional de Protección de la Naturaleza creó en la región de Vaccarés una reserva donde los vegetales y especies de aves están protegidas.
La Camargue es un refugio natural de flamencos rosados, garzas reales, patos, grullas y avutardas. Los únicos animales perseguidos y exterminados con fruición son los mosquitos.
Uno de los sitios que no se debe esquivar es Aigues Mortes, enclavada en un paraje melancólico de médanos y estanques salinosos. Allí se embarcó San Luis (Luis IX) encabezando una expedición hacia Palestina, episodio que derivó en la construcción de un pequeño burgo fortificado del que hoy pueden verse las murallas y la llamada Torre de Constance, que construyó su descendiente Felipe, el Valeroso. La torre es el símbolo turístico de la ciudad.
En el siglo XVIII, la creación de la ciudad de Séte (cuyo cementerio marino haría famoso un poema de Paul Valery) determinó la declinación de Aigues Mortes.
Hijos del viento
Entre fines de mayo y principios de junio se realiza en la playa de Las Santas Marías la peregrinación de los gitanos. En este sitio, una iglesia con algo de fortaleza recuerda a las tres Marías: la Madre de Jesús, María Cleofás y María Magdalena, las que, según la tradición, después de haber acompañado a Cristo en su calvario, viajaron desde Judea en una barca sin remos y desembarcaron aquí.
A este retazo de costa mediterránea acuden, desde tiempo inmemorial, esos hijos del viento o del misterio que son los gitanos. Vienen en peregrinación, y cantan y bailan en torno de las Santas Marías desde el amanecer hasta la noche enjoyada de fogatas.
La Camargue, en el territorio siempre soleado de la Provenza, recibe todos los años a miles de turistas no convencionales, esos que buscan nuevos espacios, paisajes diferentes. Ultimamente se construyeron modernos y funcionales complejos hoteleros a orillas del mar claro y calmo, bordeado de arena; entre ellos, Port Lecaute y Grau du Roi Port Camargue. Ambos ofrecen las mayores comodidades y la posibilidad de evadirse del frenético ritmo de la ciudad penetrando en el silencio y la soledad de un escenario cultural distinto.
Esta región mediterránea ocupa un pedazo de naturaleza incontaminada y parece conservar algo del limo original; el toro recupera allí su identidad de animal sagrado y, por todas partes, los caballos salvajes reviven aquel poema cinematográfico de Albert Lamorisse, Crin blanca, que recordamos como uno de los más bellos himnos a la libertad.
Datos útiles
Cómo llegar
- El pasaje áereo ida y vuelta hasta Marsella cuesta alrededor de 1650 dólares con tasas e impuestos incluidos. Desde allí se puede tomar un tren hasta La Camargue por 45 dólares aproximadamente.
Alojamiento
- La habitación doble en un hotel de tres estrellas oscila entre los 65 y 100 dólares. También hay campings y posadas familiares más económicas. En Nimes, la ciudad más cercana, hay hoteles de cuatro y cinco estrellas desde los 100 y 125 dólares, respectivamente.
Más información
- Casa de Turismo de Francia, avenida Roque Sáenz Peña 648, piso 9º. Atención de lunes a viernes, de 9 a 12.45. Tel: 4345-0664.
En Internet
Antonio Requeni
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