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Una ruta perdida entre desiertos y montañas

Hacia el volcán Galán y el Salar del Hombre Muerto




SAN FERNANDO DEL VALLE DE CATAMARCA.- Para hacer la excursión en 4x4 al volcán Galán y el Salar del Hombre Muerto desde Antofagasta de la Sierra hay que salir bien temprano en la mañana. En total, la distancia es de 370 km. Una de las formas de llegar es hacer 60 km hasta el poblado de El Peñón y virar a la izquierda, donde el camino se convierte en huella.
En El Peñón hay una escuela-albergue -en total, hay seis EGB y un polimodal en el Departamento de Antofagasta- donde Julio Arévalo y otros maestros dan sus clases. Julio muestra la huerta-invernadero, orgulloso de poder enseñar a cultivar y comer verduras. Cuenta sobre la enorme importancia del comedor para el pueblo: el 50 por ciento de los 1400 habitantes del Departamento tiene las necesidades básicas insatisfechas.
En la verdura que crece, oronda a pesar de la aridez, y en los guardapolvos blancos que atraviesan la Puna parecería encontrar algunas respuestas. Una vez fuera de El Peñón, ya en la huella -llamarlo camino sería un despropósito-, al despuntar el sol el desierto es eterno. Los volcanes y cerros sin nombre se suceden. Una casa de piedra y más allá la nada. Son kilómetros y kilómetros de soledad infinita hasta que aparece la laguna Grande, una superficie turquesa que se alza como un oasis entre tantos colores claros.

Las reinas del aire

De lejos se descubren los pájaros rosados que toman su color del crustáceo del que se alimentan y que contrastan con el entorno: las parinas. Son cientos de miles de flamencos, grandes, medianos y pequeños de las especies llamadas de James, andino y chilensis, según Rubén Reales, nuestro guía. Los más chicos son los que reciben el nombre de parinas.
Los investigadores de la Universidad de Salta contaron más de 10.000 ejemplares hace dos años, en lo que se estima el apostadero más numeroso de parinas de América del Sur. Está en estudio la posibilidad de convertir el área en parque nacional. Más adelante, la figura del volcán Galán se recorta en el horizonte. La camioneta empieza a subir y se apuna, es decir, pierde potencia. Una vez en la cima, por una de sus laderas, el cráter de 40 km de diámetro -el más ancho de América del Sur- deja ver en su interior la laguna Diamante. Para hacer cumbre a pie hacen falta 3 días desde la base, por lo menos.
Cuenta la leyenda que el reflejo del espejo de agua es producto de las joyas que dejó, huyendo de los españoles, un cacique calchaquí. Es turquesa y aparece como si un viento blanco lo estuviera soplando permanentemente: es el efecto del sol y la sal. Cada tanto revela manchones rosados: las parinas.
Una vez fuera del cráter, la huella sube y baja por las montañas sin nombre hasta desembocar en el valle del río Agua Caliente, donde se pueden pescar truchas arco iris, sembradas en la década del 60.
La superficie blanca del Salar del Hombre Muerto aparece apenas la camioneta deja atrás un cañadón entre formaciones rocosas. La tumba que da nombre al salar abre el camino que atraviesa la mina donde se explota el litio.

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por Redacción OHLALÁ!

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