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Una ventana que se abre sobre las sierras

Al sudoeste de Buenos Aires, los cerros del sistema de Ventania, con su curioso hueco en la roca, invitan al ascenso y trekking, pero también hay paseos interpretativos, descanso en los arroyos, vinos, las ruinas de un hotel emblemático y una mirada al excepcional pasado geológico local




¿Sierra de la Ventana? Sí, conozco, es por la zona de Tandil... La respuesta es habitual entre quienes comentan que acaban de pasar sus vacaciones en estas montañas, unos 570 kilómetros al sur de Buenos Aires. Pero llevaría a perder una partida de Preguntados: Tandil está más cerca de Buenos Aires, a unos 400 kilómetros, y sobre todo forma parte de un relieve mucho más antiguo que el de Ventania. Vuelta a comenzar: ¿Sierra de la Ventana? Sí, conozco, es un conjunto de cordones montañosos con un agujero en una de las cumbres, como una gran ventana abierta al paisaje. Esta vez, bingo y pase a la siguiente ronda: es este fenómeno precisamente el que hace famoso al conjunto serrano, que tiene mucho más para ofrecer en esta parte del sur bonaerense, donde las noches son frescas y los días del final del verano se disfrutan entre bosques y arroyos.

Por encima de las pampas

No deja de despertar cierta extrañeza que, a pesar de su cercanía y su gran diversidad, este destino pase temporadas veraniegas tranquilas y muy apartadas del bullicio que se vive en playas cercanas, como las de Monte Hermoso, a 163 kilómetros por la ruta. Tienen que venir los Reyes Magos en persona, la noche del 5 de enero, para que la calle central de Sierra de la Ventana se llene de familias y viva su apogeo turístico del año, entre fuegos artificiales y reparto de regalos.
En realidad, Sierra de la Ventana es un rompecabezas de tres pueblos serranos, como explica Pablo Gaggero, que organiza salidas por la zona y el Parque Provincial Tornquist –donde se levanta el famoso cerro Ventana– en su vehículo todoterreno: "Sierra de la Ventana, propiamente dicha. Villa Ventana, a un puñado de kilómetros. Y Villa Arcadia, que es un barrio que no se ve separado de Sierra de la Ventana, pero depende administrativamente del partido de Coronel Suárez, mientras los demás forman parte de Tornquist".
La primera pregunta es una cuestión de medidas: ¿sierra, montaña, cuál es la diferencia? Pablo aclara: "La sierra suele ser más baja y de menor extensión, originada en general por un plegamiento geológico. Aquí el punto culminante es el cerro Tres Picos, muy cerca del pueblo. Sus 1239 metros resultan muy bajos comparados con el gigantismo de los Andes, pero es un relieve importante para estar en medio de las llanuras de las pampas. Estas montañas son muy antiguas: probablemente eran muy altas hace millones de años, pero se han erosionado hasta convertirse en lo que son ahora, a pesar de que aún conservan una silueta escarpada". Y escarpada es la silueta que se ve en el horizonte, cuando todavía faltan varias decenas de kilómetros para llegar: una promesa de bosque, rocas y arroyos tan salvadora como la silueta de una isla después de días en la inmensidad del mar.
Pero una pregunta trae la otra: ¿por qué dos villas turísticas tienen casi el mismo nombre? Pablo lo explica con claridad: "Tanto Sierra de la Ventana como Villa Ventana tienen ese nombre por el cerro y su hueco. Que no es el más alto del cordón –tiene 1184 metros y por lo tanto es más bajo que el Tres Picos–, pero sí el más emblemático. Su ventana fue seguramente una gruta cuya pared trasera un día se derrumbó. Como pueblo, por otra parte, Sierra de la Ventana no se fundó como un proyecto urbano: nació a principios del siglo XX en torno de una estación instalada en medio de la sierra, en medio de la nada, para descargar el material de construcción del lujoso Club Hotel que se levantaba por aquí. Villa Ventana, por su parte, sí nació como un proyecto de villa turística, en medio de un bosque plantado por el hombre. Porque originalmente las sierras aquí no tenían vegetación arbustiva, sólo pastos altos y muy compactos –el pastizal serrano– que brindaban alimento a manadas de guanacos y retenían el aguas de lluvia. Ahora vemos muchas zonas de las sierras cubiertas de bosque, pero fueron introducidos artificialmente, y algunas especies exóticas –como los pinos– están avanzando muy rápidamente sobre las nativas".

Mirar para ver

Las ruinas del Club Hotel, muy cerca de Villa Ventana, se pueden visitar: y vale la pena completar el paseo recorriendo un pequeño museo privado local que fue armado con paciencia y pasión por una pareja de vecinos decididos a rescatar algunos muebles y objetos del hotel, devastado por un incendio hace varios años y luego saqueado en varias etapas. Las ruinas de hoy dan sólo una idea borrosa de lo que debió haber sido este emprendimiento de lujo absoluto en medio de una zona remota cuando abrió sus puertas, en 1911, no tanto tiempo después de la Campaña al Desierto. El Club Hotel tenía su propio ramal de tren de trocha angosta y contaba con todos los adelantos tecnológicos que la época permitía.
Pero hoy Pablo Gaggero propone concentrarse en torno del Parque Provincial Tornquist, una zona protegida desde 1937. Para llegar a cualquiera de sus dos accesos hay que cruzar el cordón por un abra: así llegamos a la entrada más vistosa, que exhibe las imponentes rejas de hierro forjado antiguamente pertenecientes a una propiedad de Ernesto Tornquist, el magnate de origen sueco fundador de la ciudad vecina que lleva su nombre. Otro miembro de la familia donó las tierras para crear la reserva, a la que se agregaron otras hasta sumar más de 6700 hectáreas. "El sistema de Ventania, que agrupa a todos los cordones, se extiende sobre unos 180 kilómetros de largo y llega a tener 60 kilómetros en su punto más ancho –explica el guía–. Algunos de sus cordones son el Pillahuinco, muy cerca del pueblo, donde está el cerro del Amor (además de su nombre romántico, es el lugar desde donde bajan los Reyes Magos cada año en medio de un show de pirotecnia); el Ventana, donde estamos ahora, y el Cura-Malal, donde se hizo la primera conscripción en la Argentina. Por ahí pasaba la línea de fortines que iba de Bahía Blanca a Trenque Lauquen. Se estableció en 1895 para prepararse ante una posible guerra con Chile y no contra los indígenas, como se cree, porque la Campaña de Roca ya se había realizado." De hecho se considera que fue en Cura Malal donde ocurrió el último enfrentamiento entre colonos y nativos antes del inicio de la Campaña del Desierto. Pero es otra historia y otra visita.
"En una de sus canciones, Atahualpa Yupanqui habla del que mira sin ver y creo que resume bien lo que sucede en estas sierras: aquí hay mucho para ver, como lo muestra esta historia de Cura-Malal, pero hay que saber buscarlo", agrega Pablo Gaggero, que en la otra entrada del parque –desde donde se sube al cerro Bahía Blanca, de 736 metros, en un trekking accesible– aprovecha el paisaje para enseñar un poco más. "Si miramos los pliegues de las rocas tenemos una idea de cómo fue el choque que produjo estas montañas. Se supone que ocurrió cuando colisionaron las placas de Gondwana y de la Patagonia. Miren el suelo ahora: el pastizal serrano parece uniforme, como una sola mata de hierbas, pero en realidad está formado por muchas variedades y en gran cantidad. Ha sido destruido en buena parte de las sierras, pero aquí en la entrada del parque se conservan algunos manchones. Esta vegetación es muy tupida porque frena el correr del agua de lluvias; permite así que entre en las grietas y alimente los muchos arroyos que hay por todas las sierras. Si miramos aún más detenidamente vemos que en el pastizal conviven cactos y helechos, algo insólito porque son plantas que necesitan condiciones muy distintas: los helechos están porque el suelo retiene la humedad, mientras los cactos eligen zonas más expuestas sobre las rocas y prosperan gracias al aire seco. Ventania, lo dicen los biólogos, es una isla de biodiversidad."

Sierras de película

Diecisiete especies de plantas son endémicas entre las más de 600 que se pueden inventariar en el conjunto de las sierras. En cuanto a la fauna se ve con cierta facilidad algunos grupos de cabras y caballos salvajes o semisalvajes. Sobre todo durante el ascenso al cerro Ventana, fuera de los días de gran afluencia (como en Semana Santa). Los demás integrantes de la fauna local, como guanacos y ñandúes, son más discretos. En cuanto al sapito de las sierras es una especie endémica que se puede ver luego de fuertes lluvias, cuando se forman charcos que duran el tiempo necesario para su ciclo reproductivo. Se reconoce por su panza roja y su espalda negra y amarilla. Un ejemplar embalsamado se puede ver en la entrada A del Parque (la que lleva al cerro Bahía Blanca), donde hay que anunciarse por razones de seguridad ante los guardaparques antes de emprender algunos de los caminos de ascenso o de trekking.
Si sólo se quiere una aproximación poco exigente a las sierras, desde la misma entrada parte el camino Claro-Oscuro, un sendero que lleva poco más de media hora: asciende hasta una loma rocosa y baja luego por un pequeño valle encerrado y tapado por un bosque tupido.
En la región se encontraron además algunos menhires. No se conoce a ciencia cierta su función, del mismo modo que poco se sabe sobre los nativos de la región, los chechehet, que se organizaban en pequeños grupos para pasar una temporada en las sierras. Allí cazaban con boleadoras para luego partir a pescar en el mar. Los chechehet fueron mencionados por Juan de Garay, que los encontró cerca de la actual Mar del Plata, donde termina en el mar el otro sistema montañoso bonaerense, el de Tandilia. Un sistema separado de Ventania por millones de años, aunque ambas formaciones parezcan hermanas en los mapas. Las visitas guiadas ayudan a conocer mejor la región y disipar las dudas: a veces con ayudas inesperadas, como las del cineasta europeo Roland Joffé, que filmó aquí escenas de su película Encontrarás dragones, estrenada en 2011. "Como ocurre muchas veces –observa Pablo–, ahora en el exterior hay gente que conoce el destino mejor que muchos argentinos, porque lo vieron en la película y vinieron para visitarnos."
La visita termina allí donde las pampas poco a poco vuelven a imponerse y las montañas de pronto parecen desaparecer bajo tierra. Pasando el Abra de la Ventana (una de las tres de la región, junto con la del Hinojo y los Vascos), el mirador al cerro Ventana y la entrada al parque, se llega a la villa serrana Las Grutas, donde una congregación portuguesa construyó una iglesia en honor a la Virgen de Fátima. No muy lejos, el paseo serrano puede concluir en la estancia Mahuida-Co, que se visita de una manera original: gracias a una plataforma, tirada por un tractor, que permite recorrer sus campos y acercarse a su refugio de piedra, a las manadas de ciervos y antílopes, y a sus vacas Highland. Buena despedida de estas tierras altas, autóctonas y cercanas, que gracias a una ventana permiten descubrir todo un mundo.

Reminiscencias de Bordeaux

En la sierra de la Ventana hay plantaciones de lavanda que florecen en diciembre y forman manchas violetas que recuerdan a la Provenza sobre las suaves faldas de los cerros. Cruzando el cordón, en Saldungaray, existe otro paralelo con el sur de Francia: se trata de una bodega instalada hace unos años por la familia Parra, que con el tiempo se hizo fama de producir un vino sin nada que envidiarles a los de la Cordillera. Sobre todo cuando se trata de espumantes de método champenois.
Ahora se acerca el mejor momento del año para visitarla, ya que entre marzo y abril son tiempos de vendimia. Manuela Parra, de la familia propietaria, explica con detalle el proceso de elaboración de los vinos blancos, tintos, rosados y espumantes, para terminar el paseo en una sala de cata preparada para una clase magistral de enología. "Sierra de la Ventana –cuenta– es un buen terruño para vinos. Tenemos fuertes vientos y llueve el doble que en Mendoza, pero aquí confluyen los climas continental y oceánico: así el viento actúa como regulador de sanidad. Podemos comparar nuestro clima con el de Bordeaux, en el sur de Francia." En la bodega de la familia Parra se cultivan uvas pinot noir, cabernet franc y también malbec, merlot, tempranillo y chardonnay. Además de demostrar que la Sierra de la Ventana es una región vitícola en potencia (hay otras bodegas boutique en la zona), los Parra lograron champanizar parte de su producción de pinot noir. "Fue una sorpresa para muchos –comenta Manuela–. Al principio los mandamos hacer en Mendoza, pero ahora ya tenemos todo listo para hacerlo en la propia bodega." Para probar los vinos de la Bodega Saldungaray no hay que ir muy lejos: se pueden comprar en la pequeña tienda o bien pedirlos en el restaurante El Silo, uno de los mejores de las sierras. Como su nombre lo indica, funciona en un antiguo silo y completa la experiencia de la visita guiada y la degustación.
www.bodegasaldungaray.com.ar

Datos útiles

Alojamiento
Complejo de cabañas Casa Cortés. Está en el Barrio Golf, Manzana de Los Chingolos.Fines de semana de 24 de marzo y Semana Santa, promo para 3 noches $ 3000 en las casas para 5 personas. En las casas para 2 personas: $ 2650. Cuenta con una pileta con vista a las sierras y estacionamiento cubierto. Reservas, 6043-1333, casacortes2013@gmail.com
Qué hacer
Turismo 4x4: con Pablo Gaggero, excursiones desde $ 250 por persona. Informes: (0291) 491 5574. E-mail: pabloggg51@hotmail.com
Mahuida-Co: consultar días de apertura y horarios antes de la visita por el (0291) 494 0306. mahuida-co@hotmail.com
Visitas a la bodega en Saldungaray: abre de 11 a 18.
Restaurante El Silo, abre al mediodía todos los días y por la noche sólo viernes y sábado. La cata de la bodega vale $ 100 por persona.
Visita al tambo y fábrica de queso Campo Udi: de 10 a 18. Entrada gratuita. (0291-4916122).
Chocolates Serranos: además de la boutique se puede visitar y degustar el taller de la chocolatería; $ 100 por persona. El local está sobre la Av. San Martín, en el centro de Sierra de la Ventana.
Más información
Informes turísticos: hay oficinas en Saldungaray, (0291) 491 6016; Sierra de la Ventana, (0291) 491 5303; Villa Ventana, (0291) 491 0095, y Tornquist, (0291) 494 0081.

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por Redacción OHLALÁ!


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