Newsletter
Newsletter
 • HISTORICO

Varadero, para pensar sólo en broncearse

El balneario más importante de Cuba reposa entre una vegetación frondosa y brillante y el azul cautivante del mar Caribe




VARADERO.- El hombre acomoda los pescados sobre la arena. Los hay de todos colores y matices. Uno es azul, tan azul que impresiona. El otro, naranja. También trajo del agua una estrella de mar. Pasa un cangrejo... va ligero. Es casi transparente. Uno, dos, tres segundos y se lo tragó la arena.
Se acerca una mujer, mira hacia todos lados y saca de entre los pliegues de su pareo bijouterie. Habla casi en un susurro. Como no tiene permiso para vender -explica- intenta pasar inadvertida. Es amable y astuta.
Se mueve con discreción y no pierde la elegancia. Ella es como Cuba, Cuba es como ella: tan enigmática...
Un muchacho comienza a percutir sobre una mesa. Otro se suma. El tercero sacude un chéquere y el cuarto, puntea una guitarra.
Sobre la mesa dejaron una botella medio vacía, seguro que es ron. Cantan bonito. Se los oye contentos, relajados. Ellos son como la isla, la isla es como ellos: tan envolvente...
Y todos y ella y el hombre de los pescados de colores tienen los gestos blandos, el movimiento suave; aires de mar.

Secretos bajo tierra

A 121 kilómetros de La Habana, el balneario Varadero es, sin duda, la capital turística de Cuba. Se trata de una lonja de arena blanca de 20 kilómetros de extensión. A un lado, la vegetación brillante, frondosa, plena, que enmarca los complejos hoteleros que respetan el alma agreste del lugar. Al otro lado, el Caribe. Varadero tiene el alma color Caribe. Como una pileta transparente y siempre cálida, la temperatura promedio del agua durante todo el año es de 27 grados.
Tal cual una postal, los atardeceres se cuelan entre las hojas de palma y abrazan la playa con lenguas de fuego.
Pero Varadero no es sólo playa. Como la gente, como el mar, también tiene secretos. Las cuevas de San Ambrosio guardan el testimonio de los primeros pobladores de estas costas: pictografía aborigen.
En el departamento de Matanzas, a 50 kilómetros de Varadero, están las cuevas de Bellamar, un conjunto de elictitas, estalagmitas y estalactitas. Crecen dos centímetros cada 100 años y algunas ya cumplieron los 50.000. Las cuevas tienen alrededor de 3000 metros de extensión y los espacios entre las formaciones de cristal cárstico descienden hasta los 48 metros en busca del manto freático.
A 20 kilómetros de Varadero están las cuevas de Saturno. Vale la pena adentrarse en la roca fría y ver cómo hace recodos y forma huecos enormes y oscuros. De pronto, un haz de luz llega desde alguna parte. Abajo hay un espejo zafiro helado. Da pena quebrarlo, pero tienta la idea de nadar. Unas máscaras de snorkel permiten ver las formas bajo el agua. El ambiente frío, húmedo; el eco de una gota que se estampa contra el cristal azul evoca la idea de estar parado justo en el borde de la línea del tiempo, cuando todo se formó. Otra alternativa es ir de safari fotográfico hasta alguno de los cayos, en los que se pueden ver pájaros de colores tan intensos como los peces que habitan el Caribe. Cuando cae la noche sobre estas bahías solitarias el latido del mar se hace intenso, el cielo se derrama de tanta constelación titilante y se tiene la sensación de que nunca antes se había visto un cielo tan vivo, tan móvil.

Universos coloridos

El sol estalla contra el Caribe verde. A pasos de la orilla, un universo respira bajo el agua.
Laten otros ritmos agua adentro y cuando alguien se asoma al mar, el mar lo sabe. Para ver Caribe adentro hay que aquietar el alma, dejar que el agua marque el pulso; un pulso sutil, a tiempo de lunas. Una celebración de peces y corales acontece bajo el agua.
Un erizo negro se acomoda a la sombra del coral azul. El pez raya duerme un sueño de nácar. Algas, esponjas, estrellas de mar. Los cardúmenes marcan el rumbo. Vale la pena seguirlos Caribe adentro.
Varadero tiene alma de agua. Abierta como el Caribe y mansa como el tiempo de la luna, que le ordena los ciclos y le rige el ánimo.
Otra vez los cangrejos, de nuevo el decir envolvente y sonante del mar.

¡Compartilo!

SEGUIR LEYENDO

¿Mal tiempo en la Costa?  Esto podés hacer si visitás Mar del Plata


 RSS

NOSOTROS

DESCUBRÍ

Términos y Condiciones


¿Cómo anunciar?


Preguntas frecuentes

Copyright 2022 SA LA NACION


Todos los derechos reservados.