Venezuela: para consentir a trotamundos exigentes

Cuando llega la noche, los huéspedes de la posada Chana Los Roques se acomodan en la terraza a admirar las estrellas. Bajo la luna, sobre los pufs de colores suelen sentarse a escuchar música en vivo y disfrutar de su trago favorito: el plan perfecto para terminar el día en este archipiélago, convertido en 1972 en el Parque Nacional Archipiélago de Los Roques. Los techos y pisos de madera, que contrastan con los tonos intensos de muebles, hamacas y cojines, hacen que este alojamiento se distinga por su diseño.

Para los fanáticos de la pesca deportiva es el paraíso. Gracias a sus bajos o flats, las aguas turquesa constituyen el hábitat ideal del pez ratón. Y cualquier fisherman disciplinado hará lo imposible hasta contar con un bonefish entre su botín. Por eso, ostentosos yates aquí se estacionan.

Inserto en el Parque Nacional Canaima, a pocas horas del Salto Angel, se encuentra el campamento ecológico Waku Lodge. Almohadas de pluma, dulces en la mesa de noche y habitaciones con aire acondicionado son parte de la atención especial que reciben los huéspedes de la posada. Aquí, quienes se alojan son viajeros que vibran ante la taquicardia de la aventura, pero que también disfrutan del confort.

Las excursiones más comunes de la zona son al Auyantepuy, la Gran Sabana y diferentes caídas de agua como los saltos del Yuri y Yuri Lu, El Sapo, las cuevas de Kavac y la isla La Orquídea.

Después de los paseos, para recuperar energías, los anfitriones reciben a los turistas con una merienda de chocolates. La comida se sirve tipo buffet, en un comedor abierto que promueve el constante contacto con la naturaleza.

El trato personalizado es el plato fuerte de la Estancia San Francisco, un refugio de lujo escondido entre las montañas del estado Mérida, ideal para quienes añoran escapar del bullicio citadino. En el lugar prevalecen los detalles: las camas están cubiertas por edredones de pluma de ganso y las llaves de la ducha, instaladas de tal forma que el visitante puede esperar por el agua caliente sin necesidad de mojarse. La cocina de los restaurantes El Refugio y El Jardín es otro de los atractivos. La estancia cuenta con un helipuerto y un salón de lectura donde el visitante podrá abstraerse, sin sobresaltos inoportunos.