Newsletter
Newsletter

Venezuela se estira en la Gran Sabana

En esta misteriosa y antigua región del planeta, el Parque Nacional Canaima reserva una naturaleza impetuosa




CANAIMA, Venezuela.- De las zonas casi vírgenes que quedan en el planeta, la Gran Sabana es una de las más antiguas y misteriosas. Ocupa gran parte del territorio venezolano, un sector de Brasil y la Guyana. Dentro de esta inmensidad de selvas y ríos de aguas cobrizas se encuentra el Parque Nacional Canaima, a unos 200 kilómetros del río Orinoco, en el sudeste de Venezuela.
En este parque de 30.000 kilómetros cuadrados conviven cientos de especies vegetales, la mayoría de las cuales no se encuentra en ninguna otra parte del mundo, y una gran cantidad de especies animales como loros, tucanes, monos, caimanes, jaguares y pirañas.
La serenidad de los llanos se ve alterada por la aparición de gigantescos tepuyes , montañas tubulares de origen precámbrico que terminan en mesetas surcadas por infinitos cursos de agua. En las cumbres desiertas, talladas por vientos y tempestades, sólo la mirada de las águilas domina el amplio valle y la sabana. Abajo, a lo largo de las costas de los ríos, llevan su existencia silente los indios pemones, que viven de la caza, la pesca, la artesanía y hoy de labores relacionadas con el turismo.
Los pemones veneran a los tepuyes , a los que atribuyen poderes. Hasta hoy, muchos de ellos no los miran de frente en señal de respeto y por temor a ser castigados por unos espíritus malignos llamados marawitón .
La principal atracción turística del parque es el Auyán-Tepuy (en lengua pemón, montaña del infierno), desde cuya cima se precipita el salto Angel, la caída de agua más alta del mundo que en realidad es la suma de varias cascadas que convergen desde distintas hendiduras. Las versiones difieren en cuanto a su altura, atribuyéndole desde 800 hasta 1000 metros. Se llama así en homenaje al aviador estadounidense Jimmy Angel, que en 1937 aterrizó en el tepuy y se atribuyó el hallazgo del salto, que ya había sido descubierto en 1910 por el venezolano Ernesto Sánchez. Mucho antes, sin embargo, el salto era conocido por los pemones, que lo llamaban Kerepacupai-merú, salto del lugar más profundo.
Visitar el salto Angel no es tarea sencilla, ya que no hay caminos. La excursión más habitual se hace en curiaras, las típicas canoas indígenas ahora provistas de un motor fuera de borda, que remontan el río Carrao y luego el Churún. El río se va angostando hasta que penetra el tepuy por el majestuoso Cañón del Diablo. Tras cuatro horas de navegación se llega a la isla Ratoncito, desde donde se sigue a pie atravesando un bosque de árboles cubiertos de lianas, bromelias y orquídeas. A medida que avanzamos, la senda se torna más empinada y el bosque más espeso hasta que de repente el velo vegetal desaparece y nos encontramos frente al salto.
Otra forma de ver el salto es en una excursión aérea en unos avioncitos que compiten con las curiaras por el primer puesto en el ranking de inestabilidad, pero las vistas son majestuosas.

En curiara

En otro sector del parque se encuentra la laguna Canaima, formada por las turbulentas aguas del río Carrao. La curiara atraviesa el manto negro que no refleja el cielo en dirección a los tres grandes saltos que alimentan la laguna. Cuando las olas hacen temblar la canoa, el timonel cambia de rumbo y se dirige a la otra orilla. En la costa, una espuma densa cubre el agua que el ácido húmico que proviene de la descomposición de las plantas que las crecientes regalan tiñe de un rojo intenso.
Aquí nace una senda que se interna en un morichal. El moriche es una palmera de gran tamaño que los pemones utilizan en su totalidad: de su fruto, tallo y savia se alimentan, con sus hojas construyen el techo de sus casas y con su fibra tejen cestos y canastos. El camino se adentra luego en un bosque de galería. El aire se torna húmedo y fresco, la visión del cielo desaparece, la huella se pierde en la espesura. Finalmente, llegamos al salto El Sapo, anunciado por un fragor de agua. Contra todos los pronósticos el camino no muere allí, sino que atraviesa el salto por un pasillo angosto, casi una cornisa, que acompaña la pared rocosa tapizada de musgo. El pasaje lleva apenas unos minutos, pero el influjo del agua que cae diluye el tiempo, crea ilusiones de eternidad, y el instante se hace infinito. Sobrepasado el trance pasamos del otro lado y continuamos la marcha, ahora cuesta arriba, hasta llegar a la parte superior del salto. Desde allí se ve la sabana que cubre el paisaje con un manto esmeralda, la silueta de algún tepuy distante, el río que se aleja buscando el mar.
Cuando cae la tarde, el sonido del agua -que de día es un rumor constante- se hace menos audible, y otros cantos se oyen en la selva. Son los gritos de los guacamayos, que se llaman estridentemente; son los aullidos de los monos que demarcan sus dominios; son las voces de animales desconocidos.
Del espeso verde sube un único clamor indiferenciado que por momentos se hace ensordecedor, hasta que de repente todas las voces se callan al mismo tiempo. Ha llegado la noche, quizá sin una estrella que la nombre, y con ella el descanso. La selva detiene su latido y se sumerge en un silencio profundo.

Datos útiles

Cómo llegar: el pasaje aéreo, ida y vuelta, desde Buenos Aires hasta Caracas cuesta alrededor de 600 dólares.
Alojamiento: en el pueblo de Canaima hay dos posadas que brindan alojamiento básico por entre 80 y 100 dólares la noche. Además, hay un campamento que consiste en un grupo de cabañas bien equipadas. Cobran alrededor de 300 dólares la noche incluyendo los tours al salto Angel. También es posible acampar y colgar una hamaca por 15.
Cuándo ir: cada temporada tiene sus pros y sus contras. En la época seca ( de diciembre a mayo), el clima es agradable (un promedio de 25 grados) y hay más probabilidades de ver el salto Angel desde el aire. Sin embargo, los ríos se vuelven intransitables y la excu rsión en canoa no se realiza.
En la época de lluvias (de junio a noviembre) quizá llueve mucho, pero los saltos se encuentran en su esplendor y es posible realizar la excursión en canoa al salto Angel.
Excursiones: se puede hacer trekking al tepuy Roraima. Para realizarlo, se necesitan más de cinco días. Aparte de los equipos adecuados, es necesario contar con un permiso especial, que se puede conseguir por medio de un operador local. El 80 por ciento de esta montaña está en territorio venezolano, el 10 por ciento pertenece a Guayana y el 5 por ciento a Brasil.
Más información: embajada de Venezuela, Virrey Loreto 2035; 4788-4944. Atención de lunes a viernes, de 9.30 a 12.30.
En Internet:
Alejo Schatzky

¡Compartilo!

SEGUIR LEYENDO

¿Cuáles son los mejores lugares para probar este clásico postre italiano?

¿Cuáles son los mejores lugares para probar este clásico postre italiano?


por Redacción OHLALÁ!


 RSS

NOSOTROS

DESCUBRÍ

Términos y Condiciones


¿Cómo anunciar?


Preguntas frecuentes

Copyright 2022 SA LA NACION


Todos los derechos reservados.

QR de AFIP