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 • HISTORICO

Viaje al pasado en un Ford A

Un curioso city tour por la capital de Tucumán a bordo de un auto de los años 20, restaurado e impecable, que transporta a los turistas en el tiempo




Puntualidad inglesa, tecnología norteamericana, ingenio bien argentino: a la hora señalada un antiguo Ford estaciona. Un hombre con bufanda, gorra de cuadros y pequeños anteojos de marco metálico sale del costado derecho. El estilo, el auto, la escena: todo parece salido desde una foto de la belle époque, cuando era todavía un acontecimiento ver un auto por las calles de Tucumán. Hoy, el acontecimiento es ver un auto tan antiguo circular por las mismas calles…
“Buenos días, mi nombre es Cristián, pero llámenme Perkins porque durante las próximas horas seré su guía y su chofer”, dice el conductor al bajar por la puerta derecha.
Así empieza este tour que no tiene rival en el mundo. “Sólo escuché de una empresa en la República Checa que trabaja con autos tan antiguos como los nuestros. Por lo general, en París, en Buenos Aires o por donde se hagan visitas con autos clásicos, los modelos no pasan de las décadas del 50 o del 60”, sigue contando Perkins.

Suban por la izquierda

Su empresa se llama Antique Tour y se especializa en el modelo A de Ford, vehículos fabricados entre fines de la década de 1920 y principios de la siguiente. De los cuatro que prestan servicio turístico por el norte argentino, hoy es el Phaeton que circula; un cabriolet de color azul intenso, azul Francia. El motor arranca al toque, como cuando recién salió de la fábrica de La Boca.
Tan aceitada, como el motor, es la charla del chofer. Es una enciclopedia viviente de aquellos autos que pronto cumplirán un siglo de andanzas. “Ford puso una de sus dos primeras fábricas fuera de Estados Unidos en Buenos Aires. La otra estaba en Alemania. ¿Vieron que el volante está a la derecha? Es porque hasta mediados del siglo pasado se conducía en la Argentina como en Inglaterra”.
Las cuadras desfilan a un paso tranquilo pero firme. A unos 40 km/h, el auto avanza sin sobresaltos, con un ritmo mecánico que envidiarían muchos autos cansados. Al mismo ritmo del paseo avanzan las anécdotas y los datos sobre los vehículos.
Cristián Delaporte (abajo) chofer, guía y dueño de Antique Tour, que ofrece paseos en cuatro autos antiguos

Cristián Delaporte (abajo) chofer, guía y dueño de Antique Tour, que ofrece paseos en cuatro autos antiguos - Créditos: Pierre Dumas

“Los voy a llevar al parque 9 de Julio y la Casa del Obispo Colombres”, sigue contando Perkins. En las esquinas, grandes y chicos se paran para ver a este anciano señor que pasa sobre sus ruedas con mucha dignidad. Saludan o levantan el pulgar, al modo Facebook… En los semáforos, los conductores de los autos vecinos bajan sus vidrios y lo felicitan o le preguntan por el auto, su edad, de dónde es.
Es cierto que Cristián parece haber cruzado los tiempos, pero también los océanos. Uno le pregunta naturalmente si es de ascendencia inglesa, por el apodo que se eligió, o norteamericana por esta pasión por los Ford. Responde: “En realidad mis padres eran franceses. Mi apellido es Delaporte. Mi padre, del Valle del Loire, y mi madre de más al norte de París. Se conocieron en Buenos Aires.
Cristián Delaporte: chofer, guía y dueño de Antique Tour, que ofrece paseos en cuatro autos antiguos

Cristián Delaporte: chofer, guía y dueño de Antique Tour, que ofrece paseos en cuatro autos antiguos - Créditos: Pierre Dumas

Él era obrero metalúrgico y con el tiempo pudo poner una fábrica de muebles de jardín con su hermano, que fue muy exitosa. Vendieron hasta Chile, Perú o Bolivia. Lo del auto, en realidad, es porque el Ford A fue el primero que se pudo comprar cuando llegó al país. Mucho tiempo después, cuando mi hermana se casó, en los 80, quiso comprar uno para llevarla a la iglesia. Lo restauramos y así aprendí de mecánica y todo el circuito de repuestos, que en parte se siguen encontrando aquí”.

Una mecánica de 85 años

Falta poco para llegar al parque y el museo pero mucho para remontar aquella historia de vida, que hoy se concretó en una de las empresas turísticas más originales del país. En las esquinas, el volante necesita de dos manos bien firmes para hacer doblar el auto. Nada de dirección asistida… “Todo es original en los cuatro Ford A que he restaurado. Y lo que no se pudo con piezas originales, como el cuero de los asientos, lo hicimos idéntico”.
Me costó hacerlos aprobar en la VTV, pero la práctica nos mostró que son muy confiables, más que muchos modelos más recientes. Porque fueron fabricados cuando no había ni ruta ni auxilios mecánicos. Tenían que poder pasar por cualquier tipo de camino y el chofer tenía que poder arreglarlos y arreglárselas solo”.
Luego del casamiento de su hermana, Cristián vivió un tiempo en Francia. Cuando volvió se dedicó a la empresa familiar, el Hotel Francia –¿qué otro nombre se podía esperar?– y decidió lanzar un emprendimiento de visitas guiadas a bordo de aquel primer auto. Le siguió otro, un tercero y un cuarto…
El Ford se desliza a lo largo de la calle, delante de la Casa del Obispo Colombres. Llegó el tiempo de visitar esa casona de estilo colonial reconvertida en un museo dedicado a la caña de azúcar. Cristián Delaporte se quedó al lado de su auto y posa para fotos. Su atuendo llama tanto la atención como el auto, porque muchos ni siquiera le piden sacarse ellos mismos con el vehículo…
De vuelta a bordo, en los mullidos asientos traseros, la visita puede continuar, pero uno se ha dado cuenta desde las primeras cuadras del recorrido, que no importa tanto lo que se está visitando sino cómo se está haciendo. El viento en la cara, el ruido inconfundible de aquel motor que fue contemporáneo de Gardel, Yrigoyen, las primerísimas Andanzas de Patoruzú o los vuelos de Saint Exupéry sobre la Patagonia y el Río de la Plata…
El viaje terminará pronto por el centro de Tucumán. Pero de repente, Perkins aparca el auto en un hueco en medio del tránsito. Abre una caja de herramientas y saca botellas de champagne y copas. “Vamos a brindar por su participación en nuestros tours”, al mismo tiempo entrega un diploma, a modo de recuerdo para esta visita tan especial. Lo que sigue es el recorrido clásico del centro de Tucumán, su plaza, la Casa de Gobierno, la Catedral, la Iglesia San Francisco y por supuesto la Casa Histórica.
“¿Los dejo en una esquina de la plaza? ¿O prefieren que los lleve hasta el nuevo monumento del Bicentenario, sobre la avenida Mate de Luna?” pregunta Perkins. “Luego voy a guardar el auto y prepararlo para mañana. Vamos a ir hasta Cafayate en Salta”. ¿Tan lejos? El conductor remata: “Es uno de nuestros circuitos habituales. En realidad hice una vuelta completa con mi esposa una vez, a bordo de este auto. Cinco mil kilómetros por la ruta 40 desde la frontera de Bolivia hasta el Estrecho de Magallanes y volvimos por la ruta 3 a lo largo de la costa. A unos 70 km/h en promedio. No tuvimos ni un solo incidente.
La gente nos esperaba en la entrada de los pueblos y nos invitaba a sus casas para que les contemos nuestro periplo. Nuestro auto es mucho mejor que un documento de viaje, abre cualquier puerta”. Lo mismo ocurre por las calles de Tucumán. Mientras se está yendo a su garaje, como los demás peatones de la vereda, los celulares crepitan como cámara de paparazzi.

Datos útiles

Antique Tour organiza desde un city tour por el centro de Tucumán hasta recorridos regionales, de uno a dos días: por los Valles Calchaquíes, Tafí del Valle, Cafayate. También recorre la Ruta del Vino entre Tucumán y Salta.
Contacto: (0381) 430 5445.
info@antiquetour.com.ar,
www.antiquetour.com.ar.

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